Cuando llegue el rebrote
Igual que no deber¨ªamos tratar a la gente de inconsciente, tampoco califiquemos de agoreros a quienes desean advertirnos del riesgo que corremos
No, no estoy seguro de que el virus vaya a resurgir donde el contagio se ha reducido. Nadie lo est¨¢. Pero tampoco de lo contrario: su desaparici¨®n definitiva. Y tanto los datos (los estudios de seroprevalencia indican que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n nunca se infect¨®) como la experiencia en otros pa¨ªses (repuntes en lugares tan diversos como Alemania, China, Ecuador o Israel) aconsejan cautela. Y ante eventos probables de consecuencias considerables, ¡°cautela¡± significa pensar en ¡°cu¨¢ndo¡±, m¨¢s que en ¡°si¡± suceder¨¢n.
Por ahora, la ciudadan¨ªa est¨¢ m¨¢s cerca de esta cautela de lo que pudiera parecer por las fotos de multitudes con las que nos regalan medios y redes. Seg¨²n Google, en Espa?a la asistencia a lugares de ocio y comercio se ha mantenido durante junio un 25% por debajo del nivel preepidemia. Al trabajo acuden dos tercios de las personas que normalmente lo hac¨ªan. Seg¨²n Apple, aunque los desplazamientos en veh¨ªculo privado han alcanzado el volumen de enero, los que se producen a pie o en transporte p¨²blico se mantienen un 33% por debajo. Tarde, pero la mascarilla ha ido ganando terreno en la vida cotidiana. Y las cercan¨ªas f¨ªsicas a¨²n se rodean de distancias que antes no exist¨ªan, sobre todo entre las personas m¨¢s mayores.
Estos son los datos agregados. Las fotos de calles, playas y buses llenos con las que nos indignamos en redes sociales representan los casos extremos. Es ¨²til, necesario incluso, distinguir, precisamente para no sacar conclusiones err¨®neas. Por ahora, la gente es, de media, bastante consciente del riesgo por el que se acaba de pasar y que a¨²n acecha a la vuelta de la esquina.
Pero las tendencias de reencuentro en la nueva normalidad van al alza, y con ellas el riesgo de rebrote. Aun as¨ª, algunos sugieren que los cautos, los que se mantienen atentos a los datos epidemiol¨®gicos para hacer sonar la alarma en caso necesario, est¨¢n esperando la desgracia. En El Se?or de los Anillos, ciertos personajes califican a Gandalf como ¡°cuervo de la tempestad¡±: cuando aparece, todo va a peor. Pero es al rev¨¦s: ¨¦l se mantiene discretamente vigilante hasta que observa una pista de que el mal acecha, y entonces entra en acci¨®n. As¨ª que, igual que no deber¨ªamos tratar a la gente de inconsciente, tampoco califiquemos de agoreros a quienes desean advertirnos del riesgo que corremos. Porque nos arrepentiremos cuando llegue (si llega) el rebrote. @jorgegalindo
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