Liderazgo alem¨¢n
Merkel dejar¨¢ un legado hist¨®rico si pacta el plan de recuperaci¨®n europea
Alemania es la cabecera econ¨®mica europea. Ejerce de capital pol¨ªtica, con Francia. Y desde el 1 de julio asume la jefatura diplom¨¢tica interna de la Uni¨®n Europea (UE), al hacerse cargo de su presidencia semestral rotatoria, responsable junto al presidente del Consejo Europeo de forjar el consenso de los 27. Es un dato importante por el momento dram¨¢tico, sanitario y econ¨®mico que vive el continente y la gran urgencia de tomar decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica, sobre todo relativas al fondo de recuperaci¨®n con el que combatir la brutal recesi¨®n en curso. Pero no solo sobre eso, sino tambi¨¦n sobre las relaciones con otros grandes actores como el Reino Unido (por el Brexit), EE UU (que se dispone a elegir nuevo presidente) o China (pendiente de una cumbre de gran relieve comercial y pol¨ªtico).
No es de extra?ar la gran relevancia que todos otorgan a esa presidencia, y las enormes expectativas que suscita. Constituir¨¢ el legado hist¨®rico de la longeva canciller Angela Merkel en la ¨²ltima etapa de su mandato. Justo el que la encaramar¨¢ al pante¨®n de sus grandes predecesores, como Konrad Adenauer, fundador de la Rep¨²blica Federal y autor de la reconciliaci¨®n con Francia; Helmut Schmidt, el canciller de la apertura al Este junto con su predecesor Willy Brandt, y del empuje europe¨ªsta al crear el sistema monetario y el Consejo Europeo, y Helmut Kohl, unificador de la dividida Alemania y padrino de la unificaci¨®n monetaria.
La primera, m¨¢s urgente y m¨¢s sensible tarea de la presidencia ser¨¢ fraguar el consenso en favor del gigantesco plan de recuperaci¨®n econ¨®mica continental lanzado por la Comisi¨®n Europea, por un total de 750.000 millones de euros, financiado por emisiones de deuda mancomunada y destinado a relanzar las econom¨ªas de los 27, especialmente de los socios m¨¢s perjudicados por la pandemia, como Italia y Espa?a. Berl¨ªn ya destac¨® como inspirador del plan mediante un proyecto previo presentado conjuntamente con Par¨ªs, en una buena reedici¨®n del papel tractor de la locomotora franco-alemana, tantas veces criticada, por defecto o por exceso. Y, lo que es m¨¢s notable, ha hecho suyo el m¨¢s eficaz argumentario para su defensa ¡ªsobre todo ante los Gobiernos halcones, autodenominados frugales¡ª, tanto m¨¢s por cuanto procede de un pa¨ªs anclado en la ortodoxia fiscal e hist¨®ricamente receloso del endeudamiento com¨²n.
Se trata, como ha defendido la canciller en un relato afortunadamente distinto al que emple¨® para justificar los retrasos, aplazamientos y escasa ambici¨®n cuando la crisis de la deuda soberana y del euro en 2010-2011, de contrarrestar los perjuicios econ¨®micos de una pandemia cuyo origen es fortuito y carece de responsables; de preservar a toda costa la entereza del mercado ¨²nico, del que todos los Estados miembros extraen grandes beneficios; de dispensar ayuda a todos y ser especialmente solidarios con los pa¨ªses ¡°afectados en diferente medida¡±, y, especialmente, de los que al tener ¡°un elevado endeudamiento, los cr¨¦ditos les resultan menos oportunos que las subvenciones¡±.
Si Merkel logra, con todos los que comparten esas preocupaciones, cerrar con presteza el acuerdo presupuestario en julio, podr¨¢ dedicar fructuosamente el resto del semestre a las otras tareas. Todas ellas son muy importantes. Pero vienen despu¨¦s. Y ella se habr¨¢ asegurado un lugar preeminente en la historia europea.
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