La reacci¨®n
La actual actividad vand¨¢lica que destruye estatuas tiene un poder simb¨®lico singular. Seguramente esos b¨¢rbaros levantar¨ªan de nuevo estatuas a sus d¨¦spotas favoritos
A finales del siglo XIX Rusia se vio sacudida por una efervescencia liberal. La exigencia de que acabara la esclavitud y la tiran¨ªa hab¨ªa encendido a las masas, pero apenas conmovi¨® la p¨¦trea voluntad de poder del zar Alejandro. Como todo movimiento revolucionario, los rebeldes buscaron un s¨ªmbolo y lo encontraron en el proyecto de una estatua para Pushkin. La campa?a se arrastraba desde 1860, pero en veinte a?os no hab¨ªa logrado apenas nada. Ahora era el momento.
Rusia no ten¨ªa un solo monumento que consagrara a un artista o a un hombre de letras. S¨®lo militares y pol¨ªticos del zarismo hab¨ªan merecido el honor de encarnar en piedra o bronce la fuerza y la sujeci¨®n del pa¨ªs. Pero hac¨ªa d¨¦cadas que Goethe y Shakespeare representaban, en sus pa¨ªses, la grandeza espiritual de la naci¨®n. Ahora la insurgencia exig¨ªa que se honrara el alma del pa¨ªs y no su cuerpo acorazado. Turgu¨¦nev y Dostoievski participaron en los actos de exaltaci¨®n a Pushkin que agitaron a toda la naci¨®n. Enormes masas se concentraron en Mosc¨² para asistir a la exposici¨®n de la estatua en junio de 1880. Lo cuenta Figes en Los europeos.
Durante siglos, las estatuas hab¨ªan representado tan s¨®lo los s¨ªmbolos del poder f¨ªsico. Es muy interesante que en el siglo XIX apareciera la necesidad de representar tambi¨¦n la fuerza intelectual. Por eso la actual actividad vand¨¢lica que destruye estatuas tiene un poder simb¨®lico singular. Seguramente esos b¨¢rbaros levantar¨ªan de nuevo estatuas a sus d¨¦spotas favoritos. Fue delirante el momento en que unos fan¨¢ticos quisieron quemar la estatua de Col¨®n en Barcelona, pero otros fan¨¢ticos se lo impidieron porque, dec¨ªan, Col¨®n era catal¨¢n. Dieron la exacta medida de c¨®mo son ahora los pretendidos izquierdistas.
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