Ley y corona
La investigaci¨®n al Rey em¨¦rito demuestra que la democracia funciona
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, han reaccionado estos d¨ªas a las informaciones conocidas sobre el patrimonio oculto del Rey em¨¦rito, don Juan Carlos, que investigan tanto la Fiscal¨ªa suiza como la del Tribunal Supremo en Espa?a. Aunque discrepantes en la forma y en el fondo, presidente y vicepresidente han coincidido en ir m¨¢s all¨¢ de las declaraciones de respeto a la justicia obligadas y suficientes para un Ejecutivo, y han llevado al terreno pol¨ªtico un episodio que requiere anteponer el compromiso con las instituciones a cualquier otra motivaci¨®n o inter¨¦s partidista.
El comportamiento personal de don Juan Carlos ha decepcionado a la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles, por m¨¢s que su actuaci¨®n pol¨ªtica mientras estuvo al frente de la corona merezca reconocimiento. Renunciando voluntariamente a la totalidad de los poderes que recibi¨® de la dictadura y poni¨¦ndolos a disposici¨®n de los ciudadanos, convocados a las urnas para iniciar un proceso constituyente en el que siempre tuvieron la ¨²ltima palabra, realiz¨® una contribuci¨®n insustituible a la recuperaci¨®n de las libertades perdidas con el triunfo de la rebeli¨®n militar contra la Rep¨²blica. Pero no es esta dimensi¨®n de su figura sobre lo que investiga la justicia suiza y sobre lo que tarde o temprano habr¨¢ de pronunciarse tambi¨¦n la espa?ola.
De confirmarse los indicios de delito que pesan sobre don Juan Carlos, no es ni la Monarqu¨ªa ni su regulaci¨®n constitucional lo que estar¨¢ en entredicho. La argumentaci¨®n del vicepresidente Iglesias poniendo en duda la legitimidad del actual titular de la corona por las acciones de su antecesor, justificando esta conclusi¨®n en que la Monarqu¨ªa es una instituci¨®n hereditaria, no responde a ninguna l¨®gica democr¨¢tica. Por el contrario, responde a una l¨®gica diferente y a la que los principios penales de la democracia vinieron a poner fin: la l¨®gica de tiempos pasados por la que la responsabilidad por los delitos no se limita a quien los comete, sino que se proyecta sobre los hijos. Y todo ello por no entrar en el desprecio a la voluntad democr¨¢tica que supone sostener, como ha sostenido el vicepresidente Iglesias, que la legitimidad de las monarqu¨ªas parlamentarias deriva de la herencia biol¨®gica, no del reconocimiento expreso del titular que realizan los ciudadanos a trav¨¦s de los Parlamentos.
El presidente S¨¢nchez, por su parte, anunci¨® sus deseos de una revisi¨®n de los aforamientos y una reforma constitucional para limitar la inviolabilidad del jefe del Estado, adem¨¢s de agradecer a la Casa Real su distanciamiento expreso de la actuaci¨®n de don Juan Carlos. Se trata de declaraciones desconcertantes, puesto que dejan entender que, en un asunto que exige prudencia y precisi¨®n, el m¨¢ximo responsable del Ejecutivo maneja de manera aproximada los conceptos de aforamiento y de inviolabilidad; y que al proponer una reforma constitucional cre¨ªa sugerir una soluci¨®n cuando lo que hac¨ªa era crear un nuevo problema. El principal, entre muchos otros, consiste en que la reforma no ser¨ªa aplicable retroactivamente a don Juan Carlos. Por otra parte, al sugerirlo al calor de lo revelado esta semana crea una expectativa de cambio que ni las complejas regulaciones constitucionales ni las actuales mayor¨ªas parlamentarias est¨¢n en situaci¨®n de satisfacer.
Es, sin embargo, en el agradecimiento a la Casa Real donde el presidente S¨¢nchez cometi¨® un error bienintencionado, al dar la impresi¨®n de que se colocaba frente a la Monarqu¨ªa en una posici¨®n exterior, que es el mismo error en el que incurre su vicepresidente cuando reconoce a la Monarqu¨ªa solo porque sus fuerzas son insuficientes para promover la rep¨²blica. M¨¢s que coincidir en lo que dijeron, que era distinto, coincidieron en la posici¨®n desde la que lo dijeron, una suerte de Olimpo pol¨ªtico desde el que ambos parec¨ªan advertir mejor que nadie qu¨¦ le conviene a la Monarqu¨ªa y al pa¨ªs. El Rey em¨¦rito responder¨¢ ante la justicia del sistema que ¨¦l mismo contribuy¨® a crear, lo que demuestra que este es democr¨¢tico y funciona. Tambi¨¦n por lo que respecta a la Corona. Y bastaba con que presidente y vicepresidente hubieran recordado estas evidencias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.