Una Uni¨®n Europea de mirada larga
La respuesta a la crisis v¨ªrica no puede ser un juego en el que se equilibren las cuentas de cada pa¨ªs
En los pasillos de Bruselas suele usarse un ejemplo para explicar c¨®mo funciona la Uni¨®n Europea: es como organizar una cena de Navidad con parientes de distinto grado. Hay que acordar el lugar, el d¨ªa, la hora y el men¨², y decidir si la cuenta se paga a escote o se divide proporcionalmente. Cada a?o alguien amaga con levantarse de la mesa si algo no le gusta y el resto de la familia hace concesiones para mantenerse unida. La supervivencia del v¨ªnculo nos ha llevado, a veces, a una Europa de m¨ªnimos. Ahora tenemos la obligaci¨®n de responder con firmeza a la crisis desatada por la pandemia de la covid-19.
Sobre la mesa, el plan de recuperaci¨®n propuesto por la Comisi¨®n Europea: un fondo de 750.000 millones de euros ¡ª500.000 millones en transferencias directas¡ª que tendr¨¢ que superar las reticencias de los pa¨ªses frugales, liderados por Pa¨ªses Bajos, en el Consejo Europeo de hoy y ma?ana, 17 y 18 de julio. La tarea no est¨¢ siendo f¨¢cil. La semana pasada, el presidente de la instituci¨®n, Charles Michel, present¨® una ¡°caja de negociaci¨®n¡± para intentar acercar posturas. La propuesta incluye malas noticias: una reducci¨®n del presupuesto plurianual 2021-2027 que afectar¨ªa notablemente a la PAC; la obligaci¨®n de los Estados de presentar planes de inversi¨®n y reformas que deber¨ªan ser aprobados por una mayor¨ªa cualificada de los Gobiernos de la UE (un filtro pol¨ªtico); una ligera modificaci¨®n de los criterios de reparto y un estrecho margen para empezar a devolver la deuda emitida (2026, dos a?os antes de lo propuesto por la Comisi¨®n).
La pandemia no ha causado solo una emergencia sanitaria global y una sima econ¨®mica: ha sido una lente de aumento de vulnerabilidades dom¨¦sticas y europeas ya existentes. La respuesta pasaba por desplegar mecanismos de protecci¨®n inmediata de la ciudadan¨ªa, suspender el techo de d¨¦ficit y gasto p¨²blico de los Estados y basar la reconstrucci¨®n en dos grandes transformaciones: la lucha contra la crisis ecol¨®gica (con un objetivo de neutralidad clim¨¢tica en 2050) y el cambio de modelo productivo (con la reconversi¨®n de ¨¢reas industriales, la digitalizaci¨®n y la regulaci¨®n de grandes tecnol¨®gicas).
El Gobierno de coalici¨®n ha defendido que las medidas que se adopten persigan la justicia social. Los m¨ªnimos de la ¨²ltima crisis dejaron nuestro Estado de bienestar como la casa del primero de los tres cerditos: hecha de paja y a merced de un soplido. Los Gobiernos del PP nos alejaron de la media de gasto social de la UE y nos convirtieron en el s¨¦ptimo pa¨ªs con mayor tasa de pobreza (26,1%), el tercero con mayor porcentaje de trabajadores pobres (12,9%) y el segundo en pobreza infantil (uno de cada tres ni?os).
Esto no puede volver a ocurrir. Ninguna salida a la crisis puede desproteger de forma tan salvaje a las mayor¨ªas sociales y a los colectivos m¨¢s vulnerables. Por eso el Gobierno de Espa?a activ¨® r¨¢pidamente un escudo social que incluye el ingreso m¨ªnimo vital, los ERTE, la garant¨ªa de suministros b¨¢sicos y la ampliaci¨®n de subsidios por desempleo. Por eso defendi¨® que el paquete europeo fuese mucho mayor, estuviese financiado con deuda compartida y contemplase m¨¢s transferencias que pr¨¦stamos. La condicionalidad del fondo debe ser la de priorizar la inversi¨®n en servicios p¨²blicos, lograr una recuperaci¨®n inclusiva, perseguir la justicia fiscal y acompasar la devoluci¨®n a un crecimiento econ¨®mico sostenido y sostenible.
El virus nos ha ense?ado, como escribe Albert Camus en La peste, que ¡°la plaga no est¨¢ hecha a la medida del hombre¡±. No est¨¢ hecha a la medida de sus unidades pol¨ªticas (los Estados) ni temporales (legislaturas de cuatro o cinco a?os). La supervivencia de las democracias liberales depender¨¢ de nuestra capacidad para fijar compromisos comunes a largo plazo, que rijan la actividad pol¨ªtica sin importar qui¨¦n tenga el poder en cada momento. ?De qu¨¦ otra manera cabe afrontar la crisis clim¨¢tica, que tambi¨¦n causar¨¢ disputas internacionales por la escasez de recursos?
Otros dos factores deben marcar las pol¨ªticas p¨²blicas de los pr¨®ximos a?os: el fin del ¡°consenso permisivo¡± tras la anterior crisis, con una llamada inequ¨ªvoca a democratizar la toma de decisiones, y el enfoque de g¨¦nero en todos los ¨¢mbitos. En esta crisis, la mayor¨ªa de las personas que han estado en primera l¨ªnea han sido mujeres, a menudo en actividades no remuneradas o precarizadas: el 76% del personal sanitario, el 82% del personal de caja, el 93% del personal docente y cuidador de escuelas infantiles y el 95% del personal de limpieza y ayuda dom¨¦stica de la UE. Hablar de la econom¨ªa de los cuidados, de la feminizaci¨®n de la pobreza y de la brecha salarial y de las pensiones es imprescindible para afrontar una recuperaci¨®n inclusiva.
La pandemia nos ha forzado a entender que las crisis sanitarias, el desastre ecol¨®gico, la desigualdad estructural o la transformaci¨®n de nuestros sistemas productivos no tienen la dimensi¨®n de los Estados naci¨®n. Las grandes decisiones que nos esperan no pueden reducirse a un juego de suma cero donde se equilibren las ganancias y p¨¦rdidas de cada pa¨ªs. No si creemos en una Europa de mirada larga, con un proyecto m¨¢s all¨¢ del m¨ªnimo imprescindible para sobrevivir.
Iratxe Garc¨ªa es presidenta del grupo de Socialistas y Dem¨®cratas en el Parlamento Europeo y Mar¨ªa Eugenia R. Palop es jefa de delegaci¨®n de Podemos en el Parlamento Europeo.
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