La derecha, ?una o trina?
El viaje del PP no es solo al centro pol¨ªtico; debe serlo tambi¨¦n a la periferia geogr¨¢fica
Podemos llamar ¡°s¨ªndrome Feij¨®o¡± a la capacidad del l¨ªder gallego para unificar en su territorio a todo el espectro de la derecha, para que esta sea una y no las tres que se se?orean en el resto del Estado. Si hay algo que ha quedado claro despu¨¦s de las elecciones gallegas y vascas es que este s¨ªndrome va a perseguir a Casado en lo que le quede como l¨ªder del PP. Porque la lecci¨®n ha sido clara: si se acude a los electores con una coalici¨®n electoral con Ciudadanos (Pa¨ªs Vasco), la supuesta suma puede devenir en resta. Pero hacerlo a solas sin un liderazgo potente como el de Feij¨®o no garantiza tampoco la absorci¨®n de los votos de las otras dos.
Es posible que esto se deba a la presencia en nuestra cultura pol¨ªtica de un imaginario casi teol¨®gico, que la derecha espa?ola es una, pero con tres personalidades distintas. Y que en esta trinidad el PP ser¨ªa el Padre, el unificador, el destinado a fagocitar a las otras dos. O sea, de nuevo el s¨ªndrome Feij¨®o. Este imaginario se superpone a otro que tampoco podemos eludir, que en el fondo solo hay dos partidos ¡°verdaderos¡± en nuestra pol¨ªtica de ¨¢mbito nacional, los del cl¨¢sico bipartidismo. Y es la superposici¨®n de estos dos imaginarios lo que est¨¢ metiendo presi¨®n a Casado. La raz¨®n es bien simple. Si se confirma la tendencia a la baja del voto a Podemos, lo l¨®gico es que crezca el PSOE. No lo hizo en el Pa¨ªs Vasco y Galicia, pero porque all¨ª el voto de izquierdas ten¨ªa otros lugares a donde ir; salvo en Catalu?a, en el resto del territorio o se queda en la abstenci¨®n o emigra de nuevo al socialismo.
Sea como fuere, la puesta en pr¨¢ctica del proceso de reunificaci¨®n de la derecha no es nada simple. Quiz¨¢ porque Casado ha perdido demasiado tiempo tratando de hacerse con el partido y operando con el discurso equivocado, el dise?ado para recuperar los votos emigrados a Vox. Hacer ahora un viaje de vuelta a posiciones m¨¢s moderadas sin perder pie por el otro lado no es nada f¨¢cil. En todo caso, tengo para m¨ª que la cuesti¨®n es m¨¢s de liderazgo que de discurso. O, si se quiere, que un discurso resulta convincente si quien lo formula resulta cre¨ªble ¡ªotra dimensi¨®n del s¨ªndrome Feij¨®o¡ª. El error de Casado deriva de haber estado m¨¢s pendiente de hacer una dura oposici¨®n al Gobierno que de pulir sus propuestas. Probablemente, porque se fundament¨® sobre el presupuesto err¨®neo de que las consecuencias de la pandemia acabar¨ªan arrastrando a S¨¢nchez.
Pero hay algo m¨¢s. Si vemos c¨®mo se distribuye la representaci¨®n en el Congreso, por muy elevado que llegue a ser el voto a la derecha ¡ªuna o trina, da igual¡ª, es casi imposible que llegue a gobernar a menos que consiga mayor¨ªa absoluta. Y esto, nos guste o no, pasa porque sea capaz de representar la complejidad de nuestras identidades nacionales. Por lo que hemos visto una y otra vez en las ¨²ltimas elecciones, la visi¨®n de Espa?a de las tres derechas no acaba de encajar con la nueva sociolog¨ªa del pa¨ªs. Adem¨¢s, el otro imaginario que a¨²n permanece desde el bipartidismo, que el partido m¨¢s votado acaba siendo apoyado por los nacionalismos, se ha hecho a?icos. El viaje del PP no es solo al centro pol¨ªtico; debe serlo tambi¨¦n a la periferia geogr¨¢fica.
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