Peligro: botell¨®n
Muchos j¨®venes se creen a salvo: pero contagiar¨¢n a sus mayores. Muchas familias confunden los lazos de sangre con la protecci¨®n de la convivencia
Empieza a aflorar el coste an¨ªmico oculto del confinamiento. Tres meses largos con privaciones de todo tipo, en una sociedad abierta, interactiva y consumidora, acaban pasando factura. Es de una l¨®gica aplastante, la de la olla a presi¨®n. Lo hab¨ªan advertido psic¨®logos, soci¨®logos, agentes sociales. Pero el conjunto de la poblaci¨®n, y sobre todo la dirigencia, apenas lo interiorizaron, apretados como estaban a las urgencias de sobrevivir y de orquestar la supervivencia.
As¨ª que ahora surge lo que la excepcionalidad sanitaria mantuvo a raya. Los sanitarios protestan por la asimetr¨ªa entre el elogio recibido y su r¨¢cana plasmaci¨®n pr¨¢ctica, y reacciones similares apuntan entre otros colectivos tan encumbrados en los balcones y por la ret¨®rica oficial como mal tratados. Un sordo rumor de fronda social, machihembrada de des¨¢nimo, pesimismo y rabia a duras penas contenida, se percibe aqu¨ª y all¨¢.
Y la expresi¨®n m¨¢s conspicua ¡ªy m¨¢s fr¨ªvola¡ª del malestar se fragua en forma de botell¨®n juvenil, de barbacoa familiar y de arrechuchos indebidos en encuentros grupales. Muchos j¨®venes se creen a salvo: pero contagiar¨¢n a sus mayores. Muchas familias confunden los lazos de sangre con la protecci¨®n de la convivencia. Muchos grupos creen llegada la hora de soltarse.
Y entre tantas pulsiones err¨®neas, la sagrada trinidad de la mascarilla, el gel y la distancia de dos metros hace agua. Es m¨¢s, para muchos resulta con raz¨®n irritante que las Administraciones centrifuguen sus limitaciones, o su inoperancia, hacia la responsabilidad de la poblaci¨®n. Si la ¨²nica prevenci¨®n eficaz es enmascararse, engelarse o distanciarse, se razona, ?qu¨¦ protecci¨®n adicional procura la dirigencia?
Por eso urge que esta vitamine su legitimidad con mejor empe?o y resultados tangibles. No es de recibo la brutal escasez generalizada de rastreadores, ni la incuria en preverlos. Ni la localizada reiteraci¨®n de la penuria de sanitarios especializados en algunas localidades. Ni la reincidente falta de control en determinadas residencias, donde se gestan reinfecciones. Ni la sorprendente ruptura de la cadena de mando en algunos puntos: la Secretar¨ªa de Salud P¨²blica de la Generalitat ha estado indolentemente vacante desde final de mayo ?hasta anteayer!
Si los Gobiernos auton¨®micos ¡ªque promet¨ªan perfecci¨®n al recuperar enteramente el bast¨®n de mando¡ª pretenden que se sigan sus recomendaciones, sobran cantinelas, ret¨®rica y elogios. Simplemente, den ejemplo. Cumplan su deber.
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