Galicia vuelve al pasado. O no
La gran pregunta es por qu¨¦ el PSdG no consigue captar el voto que pierde Podemos

Galicia ha vuelto al pasado. Esta ha sido una de las conclusiones m¨¢s repetidas en los an¨¢lisis de los resultados electorales del 12 de julio. Ese pasado previo al 15-M donde el Parlamento gallego era tricolor, con un PP con mayor¨ªa absoluta y PSdG y BNG buscando sumar para lograr la alternancia. El Parlamento no era un juego a tres desde la legislatura 2009-2012. La primera en la que Alberto N¨²?ez Feij¨®o gan¨® las elecciones. La que vino despu¨¦s del bipartito donde el socialista Emilio P¨¦rez Touri?o gobern¨® junto al BNG de Anxo Quintana. La ¨²ltima antes de que el BNG se rompiese en tres y el tercio triunfador fuese, al menos en el regate corto de la historia, el Anova de Beiras, que en 2012 se convirti¨® en pareja de baile de Esquerda Unida creando Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), la primera confluencia de izquierdas antes de que las confluencias fuesen tendencia.
La fragmentaci¨®n del Parlamento gallego ha sido menor que la del Congreso de los Diputados en esta d¨¦cada, donde el legado del 15-M abri¨® la puerta a la llamada nueva pol¨ªtica. Podemos y Ciudadanos personificaron esos aires de renovaci¨®n. Vox y, en menor medida, M¨¢s Pa¨ªs se sumaron en segunda fase. Ninguno ha conseguido replicar su ¨¦xito en Galicia. De los reci¨¦n llegados, M¨¢s Pa¨ªs no se ha presentado. La capacidad actual de penetraci¨®n de Vox se resume en su momento estrella de esta campa?a: llamar a Feij¨®o, Alberto N¨²?ez Castelao y calificar de fascista xen¨®fobo al galleguista m¨¢s universal. Y Ciudadanos no ha logrado ser rival de la versi¨®n del PP que mejor le gana por el centro. Con una direcci¨®n muy despistada de las din¨¢micas gallegas y una estructura auton¨®mica m¨ªnima en n¨²mero y m¨¢xima en enfrentamientos internos, perdi¨® su oportunidad en 2016.
Podemos ha sido el mejor parado, pese a encontrar su espacio pol¨ªtico ocupado. Esto lo oblig¨® a confluir para sumar, diluyendo su marca y su influencia, para despu¨¦s pelear por ganar espacio y control. La estrategia concluy¨® en un viaje acelerado del (casi) todo a la nada. En 2016, En Marea super¨® los resultados de AGE convirti¨¦ndose en l¨ªder de la oposici¨®n con 14 diputados. Sin embargo, termin¨® dividido en dos grupos parlamentarios enfrentados, con su candidato a la Xunta como portavoz del grupo mixto. Los resultados de las generales en 2019 apuntaron al entorno Podemos como la escisi¨®n triunfante, pero el 12X ninguna de las dos consigui¨® representaci¨®n. Un resultado inesperado que volv¨ªa a los mismos protagonistas de 2009.
?Ser¨¢ de nuevo pionera Galicia anticipando un regreso al pasado? Aunque los resultados en el Pa¨ªs Vasco comparten rasgos con los gallegos (refuerzo del partido hegem¨®nico, fuerte bajada de Unidas Podemos, coalici¨®n nacionalista de izquierdas absorbiendo esa p¨¦rdida y un PSOE con un crecimiento menor), es arriesgado aventurar una traslaci¨®n al panorama nacional. Pero no todo es viejo conocido en esta renovaci¨®n gallega del pasado. Aunque los ¡°nuevos¡± ya no est¨¦n, permanece el espacio pol¨ªtico donde convergen votantes nacionalistas, votantes de una izquierda m¨¢s all¨¢ del PSOE y partidarios del cambio. Un flujo de voto transversal a la par que vol¨¢til absorbido en esta ocasi¨®n por el BNG, con Ana Pont¨®n como gran triunfadora. Tras salvar los muebles en 2016, ha pilotado con energ¨ªa y capacidad de enganche el renacimiento del BNG. El arrastre ha ido m¨¢s all¨¢ de la vuelta a casa del voto perdido, atrayendo a votantes de izquierda no nacionalistas que lo han preferido al PSdG. El liderazgo, la capilaridad del partido y la capacidad de transmitir que tienen un proyecto de pa¨ªs lo han convertido en la opci¨®n preferida para los que no quer¨ªan a Feij¨®o.
El gran cambio respecto al pasado y la gran pregunta es por qu¨¦ el PSdG no consigue captar el voto que pierde Podemos ni mantener parte de sus votantes de otros comicios. El PSdG gobierna tres de cuatro diputaciones, cinco de siete grandes ciudades y tiene diez de veintitr¨¦s diputados nacionales. Pero, por segunda vez consecutiva, es tercera fuerza en las auton¨®micas. Al margen de que cada nivel electoral tiene sus propias caracter¨ªsticas, y la ciudadan¨ªa, la capacidad de darles respuestas diferentes, los resultados muestran una creciente tendencia a la baja desde los 25 diputados que obtuvo Touri?o en 2005 y 2009. Problemas de liderazgo, candidatos grises, peleas internas o la dimisi¨®n del aspirante con mejores perspectivas, Xos¨¦ Ram¨®n G¨®mez Besteiro, por su imputaci¨®n en la Operaci¨®n Pulpo meses antes de las elecciones de 2016 han sido un lastre pesado, pero se antojan una explicaci¨®n insuficiente.
El exceso de confianza en las din¨¢micas nacionales y el impulso del sanchismo, la inercia de ser la primera opci¨®n de izquierdas o la incapacidad de transmitir un proyecto definido atractivo para menores de 40 a?os minan sus posibilidades. Crecer un esca?o no es consuelo para un partido que aspire a gobernar, en el que el votante debe percibir la utilidad de elegirlo para convertirlo en alternativa. El 12X, el BNG gan¨® esa partida. La cuesti¨®n es si esa impresi¨®n se consolidar¨¢ o los socialistas lograr¨¢n reconstruirse, aprovechando sus espacios de gobierno para tejer liderazgos y asentar un proyecto que seduzca a los electores. De lo contrario, Ana Pont¨®n tendr¨¢ todas las de ganar si el pasado revisitado trae en su mochila un nuevo bipartito.
Pilar Mera Costas es profesora de Historia Social y del Pensamiento Pol¨ªtico en la UNED.
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