La pol¨ªtica de la vacuna
No s¨®lo hay que desarrollar una vacuna segura y efectiva: hay que hacerla cre¨ªble y accesible. Aqu¨ª, los Gobiernos desempe?an un papel primordial
La noticia de que un proyecto de vacuna contra el SARS-CoV-2 en la Universidad de Oxford avanza a la fase de experimentaci¨®n masiva para comprobar su efectividad ha llenado de esperanza los titulares y las redes. El (cauto) optimismo se abre paso en el campo cient¨ªfico, por este y otros proyectos en los cuales investigadoras e investigadores est¨¢n haciendo un esfuerzo jam¨¢s visto en un campo en el que los ¨¦xitos normalmente se miden en a?os, no en meses. Es el aspecto pol¨ªtico el que m¨¢s preocupa.
Porque no s¨®lo hay que desarrollar una vacuna segura y efectiva: hay que hacerla cre¨ªble y accesible. Aqu¨ª, los Gobiernos desempe?an un papel primordial. En EE UU, el abismo que dibuja la polarizaci¨®n partidista se est¨¢ trasladando poco a poco a la cuesti¨®n de la vacuna. Jan Hoffman, especialista en salud y comportamiento de The New York Times, advert¨ªa esta semana de la creciente presencia en redes de mensajes del estilo ¡°usar¨¦ la vacuna aprobada por el presidente Biden¡±, o de la capacidad de Trump de diseminar mensajes de desconfianza entre sus votantes. Si una vacuna se vuelve una cuesti¨®n partidista no dispondr¨¢ de la credibilidad necesaria.
Adem¨¢s, los pa¨ªses se est¨¢n moviendo para disponer de acceso privilegiado a un eventual desarrollo exitoso. Estos acercamientos no siguen un criterio de necesidad o de urgencia, sino de poder, obviando que en un mundo tan interconectado cualquier pa¨ªs estar¨¢ seguro solo cuando todos lo est¨¦n.
Las vacunas, en definitiva, no encajan bien en las din¨¢micas pol¨ªticas de suma cero: ni entre partidos, ni entre naciones. Porque su efectividad depende de una implementaci¨®n masiva: vacunaciones de m¨¢s de dos tercios de la poblaci¨®n son imprescindibles si queremos que funcione a pleno rendimiento protegiendo a los m¨¢s vulnerables; y lo mismo puede decirse de los pa¨ªses que de las personas si queremos que las fronteras no sigan cerradas para siempre.
De hecho, todas las pr¨¢cticas de cuidado solidario necesarias para frenar un virus contagioso se da?an con una l¨®gica divisiva, en la que un lado tiene toda la raz¨®n, el poder o la capacidad para aglutinar recursos. Si no lo aprendemos ante la mayor pandemia en 100 a?os, y si no lo incorporamos en nuestros comportamientos e instituciones, estaremos poniendo en riesgo la ¨²nica manera m¨¢s o menos esperanzadora de comenzar a recuperar algo que se parezca a normalidad de verdad. @jorgegalindo
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