Eufobia
Cuando la econom¨ªa se queda sin consumidores, quiz¨¢ aprende una lecci¨®n inolvidable, nada se sostiene sin la gente
Uno de los m¨¢s llamativos rasgos de la pol¨ªtica del oportunista consiste en su capacidad ilimitada para contradecirse. Lo hacen con un desprecio ol¨ªmpico por la inteligencia de los dem¨¢s, empe?ados en garantizarse de manera autom¨¢tica la raz¨®n en cualquier circunstancia. Lo hemos visto en los dobleces iracundos de quienes ped¨ªan aislamiento o libertad durante la pandemia en funci¨®n de su c¨¢lculo particular. El ¨²ltimo giro de guion lo ha protagonizado el presidente Trump al afirmar que llevar mascarilla es un gesto de patriotismo despu¨¦s de pasarse meses instalado en la negaci¨®n del contagio. Con las encuestas en contra, el presidente norteamericano ha cambiado a su director de campa?a porque no puede cambiarse a s¨ª mismo. Su caso ha llegado a tal extremo de patetismo que se ha convertido en un negocio editorial publicar las memorias personales de sus asesores. Despu¨¦s de acompa?ar a Trump en su escalada al poder y validar su incongruente modo de gobernar, cuando se ven expulsados de su c¨ªrculo ¨ªntimo corren a ofrecer un recuento de agravios y desmanes para calmar su culpa y llenar la bolsa.
Que la Uni¨®n Europea haya sido capaz de trazar un acuerdo econ¨®mico entre pa¨ªses no ha desatado la euforia. No es el momento. Los ciudadanos empezamos a entender que los ritmos sanitarios no son los mismos que los ritmos econ¨®micos. El verano iba a servir de paliativo antes de enfrentarnos a la magnitud de la tragedia. Pero ni esa tregua nos ha sido concedida. Por suerte, aquellos que hicieron carrera de empeque?ecer las ventajas de pertenecer a la UE, los que defienden un nacionalismo particularista, los que abominaban de la moneda ¨²nica y de las pol¨ªticas comunes, han disimulado su en¨¦rgica oposici¨®n y ahora buscan ocasi¨®n m¨¢s favorable para machacar al rival. Visto el deseo de Boris Johnson de alzar al Reino Unido a una posici¨®n de independencia gracias al Brexit, transmite cierta pena ver su doble sumisi¨®n ante el bloqueo a Huawei ordenado por Estados Unidos y la nula capacidad para enfrentarse al aplastamiento de la democracia en su antigua colonia de Hong Kong por parte de China. Si la independencia era esto, prefiero pertenecer a un bloque de pa¨ªses con intereses cruzados, afanes distintos y morales opuestas, pero capaces de llegar a acuerdos.
En el ¨²ltimo trimestre del a?o tendremos que enfrentarnos a un desajuste de enorme magnitud, con ¨¦xitos empresariales desmesurados frente a cierres locales y desempleo cr¨ªtico. La actitud del poder no puede consistir en hinchar una rueda que est¨¢ pinchada. Por m¨¢s aire que le pongas, vuelve a desinflarse nada m¨¢s empezar a rodar de nuevo. Por lo tanto, toca enfrentar la alarma social. Debemos cuidar a la gente m¨¢s desprotegida y para ello tenemos que priorizar algunas cosas sobre otras. Ese ha sido el error en la desescalada. Pretender que la econom¨ªa es un milagro que no depende de factores emocionales y sanitarios. Cuando a Trump se le empiezan a morir los votantes, reacciona de manera contradictoria. Cuando Johnson se ve en cuidados intensivos, repiensa sus prejuicios. Cuando la econom¨ªa se queda sin consumidores, quiz¨¢ aprende una lecci¨®n inolvidable, nada se sostiene sin la gente. As¨ª, la eurofobia de tantos caraduras es ahora un silencio atronador y apenas una reivindicaci¨®n tard¨ªa y tosca de la austeridad en cabeza ajena. Europa es la uni¨®n de los europeos, que no es poco.
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