La conspiraci¨®n de los conspiranoicos
La instrumentalizaci¨®n laboral de la educaci¨®n, el dinero como criterio de ¨¦xito, y el desprestigio del pensamiento y de la creaci¨®n ha llevado a la construcci¨®n de un tipo de ciudadano que entiende la experiencia como algo pegado al cuerpo individual, m¨¢s concretamente al suyo

Es verdad que se ven poco por los medios de comunicaci¨®n, pero est¨¢n por todas partes este verano. Es imposible superar una sobremesa familiar o abrir Twitter sin encontrarse con uno de ellos. Desde los tuits de Miguel Bos¨¦ explicando que la vacuna de la covid-19 incrustar¨¢ a la humanidad microchips para controlarla, hasta los colegas que denuncian en redes sociales que en Espa?a sea obligatorio usar mascarilla cuando en otros pa¨ªses de Europa a¨²n no lo es. Est¨¢n tambi¨¦n los que aseguran junto a Trump que toda la pandemia es una estrategia farmacol¨®gica organizada por China y los que piensan que estamos en el ¨²ltimo pelda?o de la biopol¨ªtica y el control del cuerpo por parte del Estado. Son la resistencia, los que dicen saber que la verdad sobre el virus no es la que nos cuentan los peri¨®dicos o quienes hemos elegido para que nos gobiernen. Y todos ellos tienen tres cosas en com¨²n: creen que una fuerza interesada ¡ªy superior¡ª intenta dominar el mundo. Est¨¢n seguros de que ellos ser¨¢n los ¨²ltimos ciudadanos libres de la tierra. Y son peligrosos.
Pero ?qu¨¦ les pasa a todas estas personas en (o por) la cabeza? Es evidente que tienen un problema (grave) de reflexividad. Es decir, tienen problemas para elaborar la realidad que no experimentan directamente. Esto quiere decir que si no se sienten enfermos, creen que no hay enfermedad. Y si no est¨¢n cerca de la muerte, no creen que la muerte los aceche. Esto ¨²ltimo tiene mucho que ver con el hecho de que la mayor¨ªa de conspiranoicos desprecie el uso de mascarillas. Si tiene alguno cerca, ya habr¨¢ notado que se sienten invulnerables adem¨¢s de m¨¢s listos que la mayor¨ªa. A estos sujetos se les hace absolutamente inveros¨ªmil que pueda existir una pandemia que ellos mismos no han experimentado. Esto se debe al problema de origen, su falta absoluta de capacidad reflexiva y de objetivaci¨®n del mundo. Que es en realidad un problema de todos.
Porque la base de la educaci¨®n y de la cultura es siempre la reflexividad, la toma de conciencia de las cosas, de un mundo de existencias objetivas. Y para tener un trato reflexivo con la realidad hay que meditar, leer libros, debatir, amar el conocimiento. Y hay que asumir que el dinero no es la espuma de la inteligencia sino de la injusticia social. Hay que comprender que no se puede llevar a un pa¨ªs ¡ªo un universo¡ª a la bancarrota cultural sin que haya graves consecuencias pol¨ªticas. ?Y qu¨¦ ha pasado culturalmente en nuestro pa¨ªs? Pues, entre otras cosas, que la filosof¨ªa ya no es una materia obligatoria, que el ingl¨¦s es un objetivo prioritario de la educaci¨®n primaria ¡ªque a menudo es biling¨¹e antes que primaria¡ª y que hay un desprecio manifiesto por el pensamiento en beneficio de la acci¨®n espont¨¢nea, de la impulsividad. La instrumentalizaci¨®n laboral de la educaci¨®n, el dinero como criterio de ¨¦xito, y el desprestigio del pensamiento y de la creaci¨®n en la forma de abordar la comunicaci¨®n y las relaciones sociales, ha llevado a la construcci¨®n de un tipo de ciudadano que entiende la experiencia como algo pegado al cuerpo individual, m¨¢s concretamente al suyo. Y cuanto m¨¢s se pega la experiencia al cuerpo individual, con mucha mayor facilidad aparecen los totalitarismos, que se nutren del desprecio del conocimiento objetivo.
Pero ?por qu¨¦ la pandemia ha desatado a los conspiranoicos? ?D¨®nde estaban antes? Me refiero a cuando parec¨ªan personas normales, a menudo con estudios superiores, personas que se ganan bien la vida, personas supuestamente bien informadas ¡ªtipo Miguel Bos¨¦¡ª a quienes extra?amente se les ha ido la olla con la covid. El hecho es que estaban ah¨ª antes de la pandemia, solo que ahora podemos verlos porque su estupidez flota como la espuma en la Coca-Cola. el motivo es que la l¨®gica de la pandemia es la ant¨ªtesis de su visi¨®n del mundo. Requiere empat¨ªa, reflexividad, la experiencia de un mundo interconectado, implica asumir que la fuerza de cada individuo descansa en otros antes que en uno mismo. Y quiere decir que la libertad ¡ªy hasta la dignidad¡ª est¨¢ limitada por las experiencias y el dolor de otras personas. Quiere decir que cada uno es responsable de los dem¨¢s y no solo de uno mismo y que el pensamiento es m¨¢s importante que el dinero o la tecnolog¨ªa a la hora de tratar con escenarios nuevos y complejos. La pandemia as¨ª entendida significa el fin de su mundo. De modo que reaccionan furiosamente.
Porque los conspiranoicos son en realidad los conspiradores. Ellos son m¨¢s cada d¨ªa. Ellos son los que desprecian los libros y el pensamiento. Son quienes manejan una sola ¨¦tica: ¡°si es bueno para m¨ª, entonces es bueno¡±. Son quienes se sienten a gusto con sus privilegios, quienes sienten cuando piensan que el mundo est¨¢ pensando por primera vez. Porque ellos nunca han le¨ªdo a quienes pensaron primero. Son m¨¢s de WhatsApp que de filosof¨ªa. Ignorantes en el sentido ¨ªntimo de la expresi¨®n. Detestan cualquier pensamiento elaborado y por eso prefieren informarse en las redes sociales que en los peri¨®dicos. Valoran m¨¢s su dinero que su informaci¨®n y no pagar¨ªan ni un c¨¦ntimo por leer este texto ¡ªni cualquier otro¡ª. Y nunca invierten en educaci¨®n aunque a menudo manden a sus hijos a colegios privados. Pero no se confundan. No creen estas personas que invierten en educaci¨®n sino en el empleo de sus v¨¢stagos. Toda esa gente que cree que la educaci¨®n no sirve para nada es la misma que no es capaz de entender ni afrontar esta situaci¨®n. Todos ellos son los conspiradores. Si se encuentran con uno, no lo duden, act¨²en. L¨¦ale un libro. Lean en alto El banquete una y otra vez. No se detengan, hagan gritar a Diotima. Denles su medicina hasta que aflore en ellos, por primera vez, un pensamiento para el todo.
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