Vacunada
La falta de respeto a v¨ªctimas, profesionales de la salud, personal investigador, celadoras, celadores y personas dedicadas a la limpieza hospitalaria es tremebunda
?Recuerdan a una presentadora que puso en duda la conveniencia de trasplantar el h¨ªgado de, por ejemplo, un destripador muerto a una persona viva sin historial delictivo, pero con un problema hep¨¢tico grave? La presentadora sospechaba que, m¨¢s all¨¢ de los poderes filtrantes de la v¨ªscera, pod¨ªan trasplantarle la maldad a un enfermo inocente. No s¨¦ si aquella presentadora hab¨ªa visto El ojo, puro terror coreano. En tiempos de incertidumbre, miedo y pandemias gal¨¢cticas, surge un impulso racional de renovada confianza en el discurso cient¨ªfico, pero a la vez vuelven a prenderse hogueras para quemar a Miguel Servet y a aquellas brujas expertas en hierbas sanadoras m¨¢s que en aquelarres. Cuando vamos a Roma nuestra plaza preferida es Campo di Fiori, no tanto por las enotecas pijis como por la estatua de Giordano Bruno. Rezamos al santoral cient¨ªfico, sacerdotisas de los retrovirales y epidemi¨®logos, practicamos la seriefilia con el Doctor House, nuestro hito hist¨®rico preferido es el descubrimiento de la penicilina y aprendemos conceptos como ¡°inmunidad de reba?o¡±. Por eso, nos cabreamos cuando un testigo de Jehov¨¢ se niega a que transfundan sangre a sus menores, alguien rechaza vacunas y medidas profil¨¢cticas, o te dice que el coronavirus es una ficci¨®n estrat¨¦gica para robarte esa libertad de elegir si te compras un chuchuflo de marca X o uno de marca Y; elegir qu¨¦ especialista de ri?¨®n te va a desintegrar la piedra y en qu¨¦ hospital privado vas a ingresar porque t¨² lo vales y tienes una pasta gansa; te roban la libertad de pagar los servicios de una profesional del amor que, en tu id¨ªlico imaginario liberal, ha elegido libremente la actividad remunerada que desempe?a y no es una esclava sexual a la que le han roto el pasaporte, le han dado seis hostias como panes y la amenazan con matar a su familia.
En la manifestaci¨®n negacionista de Col¨®n una se?ora escupi¨® a un c¨¢mara: era un escupitajo sin riesgo. Individuos libres, que escupen libremente, no quieren ser controlados en asuntos de vigilancia intravenosa por capitalistas fil¨¢ntropos, pero no le ponen objeciones a la c¨¢mara del portero autom¨¢tico de su urbanizaci¨®n, ni a las galas de beneficencia que cronifican el funcionamiento perverso de un capitalismo edulcorado con caridades, ni a las empresas farmac¨¦uticas que dificultan a trav¨¦s de organismos de comercio internacional, en aras de la competencia libre, la distribuci¨®n de gen¨¦ricos en ?frica. Habr¨ªa que organizar manifestaciones por un acceso universal a las medicinas. Pero eso los manifestantes de Col¨®n no se lo plantean: ser¨ªa ir contra la libertad del libre mercado. La libertad del libre mercado de pulgas. La incredulidad respecto a la covid y sus luctuosas consecuencias genera memes: si los y las negacionistas contraen la enfermedad, lo mejor ser¨ªa cantarles ¡°Sana, sana, culito de rana¡±. La falta de respeto a v¨ªctimas, profesionales de la salud, personal investigador, celadoras, celadores y personas dedicadas a la limpieza hospitalaria es tremebunda. Yo doy gracias por que hubiese sangre para llevar a cabo una transfusi¨®n en las operaciones practicadas a mis seres queridos. Y me siento afortunada de no ser una ni?a somal¨ª que posiblemente morir¨¢ de malaria o difteria: mi madre y mi padre me pusieron la trivalente y todos sus recordatorios.
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