Masacres en Colombia
La tard¨ªa reacci¨®n del presidente Duque pone en evidencia la ausencia de una s¨®lida estrategia de seguridad
Las matanzas perpetradas durante las dos ¨²ltimas semanas en Colombia, que han dejado m¨¢s de una treintena de muertos en diferentes puntos de su geograf¨ªa, retrotraen al pa¨ªs sudamericano a los recuerdos m¨¢s siniestros de un pasado que cre¨ªa haber dejado atr¨¢s, pero que, a tenor de lo ocurrido, se encontraba simplemente oculto por otros asuntos. La tard¨ªa reacci¨®n del Gobierno de Iv¨¢n Duque, inmerso en la gesti¨®n de la pandemia, pero tambi¨¦n en salir a defender al expresidente ?lvaro Uribe, mentor del actual mandatario y actualmente en prisi¨®n domiciliaria, ha puesto de evidencia la carencia de una s¨®lida estrategia de seguridad.
Los organismos internacionales, la Defensor¨ªa del Pueblo, as¨ª como m¨²ltiples analistas han venido alertando desde hace tiempo de la tendencia al alza de las matanzas en los ¨²ltimos a?os, que se han ido desvaneciendo en la agenda medi¨¢tica frente a otros asuntos, como las marchas que sacudieron al pa¨ªs a finales del a?o pasado o, evidentemente, la pandemia del coronavirus. No obstante, las se?ales de que la crisis de seguridad se iba agravando eran bastante evidentes.
Tras la firma de los acuerdos de paz entre las FARC y el Gobierno se han sucedido decenas de asesinatos de l¨ªderes sociales ante la inacci¨®n del Ejecutivo colombiano, que no ha logrado poner freno a esta terrible deriva. La desaparici¨®n de la guerrilla de las FARC, una vez que se llev¨® a t¨¦rmino el proceso de paz, provoc¨® que muchos de los territorios que estaban bajo su control quedaran sujetos a la disputa entre distintos grupos criminales, como facciones de la extinta formaci¨®n armada, el ELN o grupos armados organizados. Uno de los errores que se le achaca al Gobierno es haber abordado este asunto como si se tratara de un problema vinculado exclusivamente al narcotr¨¢fico, cuando est¨¢ de sobra constatado que han surgido, y en muchos casos se han consolidado ya, otras econom¨ªas ilegales, como las vinculadas a la miner¨ªa o la trata de personas.
El presidente Duque no deja de culpar de los problemas de seguridad a su antecesor, Juan Manuel Santos, que termin¨® su gesti¨®n hace dos a?os o al proceso de paz con las FARC, una narrativa que le aup¨® al poder. El mandatario ha dado m¨¢s importancia a defender a su mentor, ?lvaro Uribe, del proceso judicial que encara que a las ¨²ltimas matanzas, a las que ha respondido con m¨¢s de una semana de retraso. Bien har¨ªa Duque en abandonar estos an¨¢lisis apresurados y sin fundamento, fijar sus prioridades como presidente de todos los colombianos y clarificar cu¨¢l es la estrategia de seguridad con la que pretende poner freno a las masacres.
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