Supremacismos
Un cierto sentido de superioridad de los m¨¢s educados es lo que ha alejado a los blancos m¨¢s humildes del partido dem¨®crata
Este complejo de superioridad aqueja a un individuo por un hecho sobre el que no tiene ninguna responsabilidad, como es el color de su piel, el lugar donde nace o la lengua que habla. Como sucede con otros mecanismos retorcidos de la mente, oculta su contrario, un complejo de inferioridad: quien se siente inferior como individuo consigue satisfacci¨®n por la superioridad que le proporciona pertenecer a un colectivo.
El supremacismo no es solo una ideolog¨ªa e incluso una sentimentalidad m¨¢s o menos oculta. Tambi¨¦n es una pol¨ªtica, pues permite reivindicar la superioridad de un colectivo por encima de los otros para dirigir la sociedad o gozar de m¨¢s derechos. La exaltaci¨®n de unos, los propios, conduce a la marginaci¨®n de los otros, los ajenos. Marca y excluye, y puede hacerlo hasta la exasperaci¨®n, como muy bien saben los negros americanos. El supremacismo m¨¢s conspicuo es racista y blanco, surgido de las relaciones esclavistas, coloniales o imperiales. El presidente de EE UU constituye un ejemplar casi perfecto de supremacista y de ah¨ª el rechazo generalizado que suscita, especialmente en sociedades como la nuestra, que rinden culto a la buena conciencia. En ellas el supremacista siempre es el otro, aunque la ¨ªntima satisfacci¨®n por la propia identidad contenga el germen de un supremacismo reprimido. As¨ª sucede entre nacionalismos antag¨®nicos y sin¨¦rgicos, es decir, que se retroalimentan mutuamente en la negaci¨®n del otro y la afirmaci¨®n propia. Tambi¨¦n entre creencias religiosas, especialmente las fundamentalistas: islamismo y cristianismo por ejemplo.
Es un equ¨ªvoco creer que estos instintos negativos solo pertenezcan a las derechas y solo las izquierdas las denuncian y combaten. O que solo los trabajadores blancos americanos tienen este tipo de prejuicios. Tambi¨¦n hay supremacismos de izquierdas, con frecuencia en forma de supremacismo moral, pero a veces tambi¨¦n pol¨ªtico, electoralmente contraproducente.
Seg¨²n el fil¨®sofo Michael Sandel, el desd¨¦n hacia las clases menos educadas por parte de las ¨¦lites progresistas universitarias ha tenido hasta ahora efectos corrosivos en la vida del pa¨ªs y perjudicado electoralmente al Partido Dem¨®crata. Solo faltar¨ªa que un supremacismo de los m¨¢s preparados impidiera la derrota del supremacismo racista y xen¨®fobo de Donald Trump. Por eso Sandel conf¨ªa en el arma secreta que Biden tiene en sus manos: es el primer candidato dem¨®crata en los ¨²ltimos 30 a?os que no tiene un t¨ªtulo de Harvard, Yale o alguna de las grandes universidades americanas.
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