El proyecto truncado de Allende
El pueblo chileno que eligi¨® hace 50 a?os a un presidente socialista vive hoy una ¨¦poca decisiva
¡°A la lealtad de ustedes responder¨¦ con la lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del compa?ero presidente¡±.
Salvador Allende, madrugada del 5 de septiembre de 1970.
Chile evoca estos d¨ªas, con la intensidad de los recuerdos que estremecen el coraz¨®n, el triunfo de Salvador Allende en la elecci¨®n del 4 de septiembre de 1970. En su cuarto intento por llegar a La Moneda, aquel m¨¦dico formado en la universidad p¨²blica, de 62 a?os, con una larga trayectoria pol¨ªtica (fundador del Partido Socialista en 1933, diputado en 1937, ministro de Salubridad del Frente Popular en 1939, senador desde 1945), logr¨® por fin la victoria, frente al derechista Jorge Alessandri y el democratacristiano Radomiro Tomic. Al no haber alcanzado la mayor¨ªa absoluta en las urnas, en las semanas siguientes Allende y su coalici¨®n, la Unidad Popular (UP), negociaron un acuerdo con la Democracia Cristiana (DC) que propici¨® el respaldo de sus parlamentarios en la sesi¨®n conjunta del Senado y la C¨¢mara de Diputados que el 24 de octubre design¨® al nuevo jefe del Estado. El 3 de noviembre de 1970 inici¨® su mandato de seis a?os como presidente de la Rep¨²blica.
En un mundo sacudido por la guerra en Vietnam y en el que a¨²n resonaban los ecos del 68 en Par¨ªs, Ciudad de M¨¦xico o Praga, la v¨ªa chilena al socialismo renov¨® las esperanzas de la izquierda en la transformaci¨®n de la sociedad. Con errores, por supuesto, no sin discrepancias estrat¨¦gicas en la Unidad Popular y, sobre todo, enfrentando graves y crecientes dificultades (la agresi¨®n encubierta de Estados Unidos, la insurrecci¨®n de la burgues¨ªa como clase social, el desplazamiento progresivo de la DC hacia el golpismo), el Gobierno de Salvador Allende recuper¨® para Chile las grandes minas de cobre y profundiz¨® la reforma agraria hasta erradicar los latifundios. Nacionaliz¨® la banca y los principales monopolios industriales. Abri¨® paso a la participaci¨®n de los trabajadores en la direcci¨®n de la econom¨ªa. Desarroll¨® una pol¨ªtica integral en ¨¢reas como la salud, la alimentaci¨®n y la educaci¨®n. Alumbr¨® una gigantesca obra cultural, con la editorial Quimant¨² y la Nueva Canci¨®n Chilena como mascarones de proa. Y despleg¨® una pol¨ªtica internacional, con la adscripci¨®n al Movimiento de Pa¨ªses No Alineados, que lo convirti¨® en una referencia universal. As¨ª lo prob¨® la memorable ovaci¨®n que los representantes ante Naciones Unidas tributaron al presidente chileno tras su discurso en diciembre de 1972, cuando se dirigi¨® tanto ¡°al pescador de Java¡± como ¡°al trabajador que cultiva el cacao en Ghana¡± o ¡°al minero de Cardiff¡±.
El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 trunc¨® la evoluci¨®n democr¨¢tica de Chile e instal¨®, con el apoyo de la trama civil que contribuy¨® a hacerlo posible, la dictadura del general Augusto Pinochet, que masacr¨® al movimiento popular que acompa?¨® a Allende en su largo camino hacia La Moneda. Y desde abril de 1975 impuso, con la batuta de los Chicago Boys en un pa¨ªs bajo estado de sitio, el modelo neoliberal en su versi¨®n m¨¢s extrema. En octubre del a?o pasado millones de chilenos se rebelaron pac¨ªficamente frente a sus consecuencias: la injusticia social y una desigualdad lacerante.
Hoy Chile enfrenta un horizonte pol¨ªtico decisivo, una verdadera encrucijada, el plebiscito del 25 de octubre, que puede franquear el camino hacia su primera Constituci¨®n debatida y aprobada democr¨¢ticamente en 210 a?os de historia republicana. Posteriormente, en 2021 llegar¨¢ la sucesi¨®n de las elecciones locales, regionales y, ya en noviembre, las parlamentarias y presidenciales. Frente a este escenario, la derecha se ha atrincherado en La Moneda. A fines de julio, el presidente, Sebasti¨¢n Pi?era, debilitado por una baj¨ªsima adhesi¨®n ciudadana ya irreversible y por una reciente derrota de calado en el Parlamento, incorpor¨® al n¨²cleo duro de su Gobierno a varios dirigentes abiertamente comprometidos con el rechazo al proceso constituyente. Los sectores conservadores se resisten a perder la principal garant¨ªa de sus privilegios, la Constituci¨®n impuesta por Pinochet en septiembre de 1980, una aut¨¦ntica camisa de fuerza autoritaria y neoliberal.
Mientras tanto, la oposici¨®n, que desde la DC al Partido Comunista y el Frente Amplio pide el voto favorable, adolece a¨²n de una falta evidente de cohesi¨®n. La energ¨ªa democr¨¢tica nacida en el ¨²ltimo trimestre del a?o pasado, con las movilizaciones m¨¢s multitudinarias de la historia nacional, debiera concretarse en un acuerdo para enfrentar con la mayor unidad pol¨ªtica y social el desaf¨ªo de superar definitivamente la herencia de la dictadura, primero en su vertiente constitucional, despu¨¦s en su dimensi¨®n econ¨®mica.
Si en la primavera austral de 2019 millones de chilenos cantaron en las calles, unidos, El derecho de vivir en paz, de V¨ªctor Jara, para exigir el cese de la represi¨®n feroz desplegada por el Gobierno, la memoria de la Unidad Popular y sus valores profundamente democr¨¢ticos, representados universalmente por la figura del presidente Salvador Allende, nos recuerdan que ya hubo un d¨ªa, hace 50 a?os, en que el pueblo chileno abri¨® de par en par las puertas de la Historia.
Mario Amor¨®s es doctor en Historia y periodista. Su ¨²ltimo libro es Entre la ara?a y la flecha. La trama civil contra la Unidad Popular (Ediciones B-Chile).
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