Abraham en Washington
El hist¨®rico acuerdo de normalizaci¨®n de relaciones entre Israel, Emiratos ?rabes y Bar¨¦in abre un nuevo escenario en Oriente Pr¨®ximo
La firma ayer en Washington del hist¨®rico acuerdo de normalizaci¨®n de relaciones entre Israel de un lado y Emiratos ?rabes y Bar¨¦in de otro abre un nuevo escenario en Oriente Pr¨®ximo tanto en el equilibrio de fuerzas en la regi¨®n como en la situaci¨®n en el conflicto entre Israel y Palestina.
La resoluci¨®n pac¨ªfica de cualquier desavenencia o conflicto por la v¨ªa diplom¨¢tica es el marco en el que siempre deber¨ªan arreglarse estas cuestiones en la comunidad internacional. En este sentido el acuerdo alcanzado por los Gobiernos de los tres pa¨ªses y auspiciado por Washington es, sin duda, una buena noticia. Tiene importantes precedentes ¡ªsiempre en el mismo escenario¡ª en los tratados de paz firmados por Israel primero con Egipto y luego con Jordania en el pasado y mantenidos hasta ahora con ¨¦xito. Desgraciadamente, no sucedi¨® lo mismo con los acuerdos de Oslo, ratificados tambi¨¦n en la Casa Blanca por el asesinado primer ministro israel¨ª Isaac Rabin y el desaparecido l¨ªder palestino Yasir Arafat, cuya implementaci¨®n qued¨® truncada prolongando hasta hoy un conflicto convertido en la piedra de toque de las relaciones entre Israel y el mundo ¨¢rabe. En cualquier caso, la firma de los bautizados por la Administraci¨®n de Trump como Acuerdos de Abraham puede suponer un paso importante para que Israel alcance la paz con los pa¨ªses ¨¢rabes.
No obstante, este avance en principio positivo plantea dos cuestiones importantes de alcance regional y global que no pueden ser pasadas por alto. En primer lugar, en el enfrentamiento de car¨¢cter estrat¨¦gico y religioso que libran Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n. Riad ha decidido unir a su campo a Israel, un poderoso enemigo irreconciliable del r¨¦gimen de los ayatol¨¢s. Y lo hace aun a riesgo de abrir fisuras en las sociedades ¨¢rabes que durante d¨¦cadas han recibido un mensaje antiisrael¨ª. A nadie se le escapa que estos acuerdos no hubieran sido posibles sin, al menos, la luz verde de los saud¨ªes y no resulta descabellado pensar que son la antesala de una normalizaci¨®n entre Arabia Saud¨ª e Israel. Un escenario en el que los dos aliados m¨¢s pr¨®ximos de Washington en la zona estar¨ªan alineados y coordinados contra el enemigo com¨²n de los tres: Ir¨¢n.
La segunda cuesti¨®n es que la soluci¨®n a la ocupaci¨®n israel¨ª de Palestina no puede ser considerada un asunto de importancia secundaria o simplemente un problema irresoluble y agotador. Al contrario, el acercamiento entre Israel y el mundo ¨¢rabe que se est¨¢ produciendo resta excusas para disminuir cualquier esfuerzo o iniciativa para lograr una paz justa entre israel¨ªes y palestinos. Y eso s¨ª que ser¨ªa un hito verdaderamente hist¨®rico.
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