El tambor de hojalata
Crecer para ERC es ganar. Con su personalidad y sus ideas pero sin los redobles de la confrontaci¨®n permanente, de las elecciones plebiscitarias, del legado del 1-O o de la enigm¨¢tica rep¨²blica por hacer
?Querr¨¢? ?Podr¨¢? Esquerra Republicana tiene cuatro meses para superar su eterna adolescencia. Tiene las encuestas a favor. Goza de una oportunidad ¨²nica desde la presidencia del Gobierno catal¨¢n para marcar la diferencia. La fuerza de la palabra no admite l¨ªmites. Por min¨²sculo que sea el margen, quien tiene en pol¨ªtica el poder de la palabra, aun sin tener el poder, lo tiene todo.
Pere Aragon¨¦s es el vicepresidente ¡°con atribuciones de direcci¨®n del Govern¡± seg¨²n la neolengua procesista todav¨ªa vigente. Es decir, es el actual presidente de Catalu?a, no hay otro, y nadie puede sellar sus labios o atarle las manos. No hace falta pronunciar discursos de fin de a?o ni someterse a una votaci¨®n de confianza para hacerse escuchar por sus conciudadanos, para aprovechar la leg¨ªtima ventaja de su voz y de su protagonismo.
Para poder, antes debe querer, algo que nunca es seguro en una Esquerra siempre inmadura. Lo probar¨¢ en los Presupuestos del Estado, donde sus votos la reforzar¨¢n como partido de gobierno tanto como reforzar¨¢n al Gobierno de S¨¢nchez que pide su apoyo. Liberados del liderazgo t¨®xico de Torra y distanciados del liderazgo perturbador de Puigdemont, su banco de pruebas estar¨¢ en las relaciones con el Gobierno de coalici¨®n de progreso en su conjunto, de donde puede extraer petr¨®leo si se emancipa de la vigilancia ejercida desde Waterloo.
Esquerra Republicana de Catalunya se parece a Oscar Matzerath, el protagonista de El tambor de hojalata, genial antih¨¦roe de las rabietas creado por G¨¹nther Grass, capaz de romper cristales con el redoblar del tambor y con sus chillidos estridentes, que no quiso crecer y se qued¨® en su diminuta infancia hasta los 30 a?os. Mantener a Esquerra sometida a los mitos, las mentiras y las imprecaciones de su juventud procesista, que tal es el prop¨®sito buscado por su socio y sin embargo enemigo puigdemontista, es lo que la impide crecer.
Crecer para Esquerra es ganar. Y ganar sin tambor. Con su personalidad y sus ideas pero sin los redobles de la confrontaci¨®n permanente, de las elecciones plebiscitarias, del legado del 1 de octubre, de la enigm¨¢tica rep¨²blica por hacer, de las deudas ideol¨®gicas y materiales con Waterloo. Si gana con tambor y con estridencias, no va a crecer, y seguiremos empantanados en la esterilidad procesista, con la cansina gesticulaci¨®n de un Quim Torra repetido.
La independencia es una idea, leg¨ªtima pero sin traducci¨®n pr¨¢ctica a la vista. Muchos de los que la idolatran ya se han dado cuenta de que no hay automatismos que conduzcan a ella. Saben que no habr¨¢ nada parecido a un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n ni tampoco habr¨¢ amnist¨ªa. Cualquiera de los dos objetivos equivaldr¨ªa a saltar a la casilla de una ruptura desprovista de todo: de suficiente fuerza propia, de aliados exteriores, de condiciones objetivas, por supuesto de legitimidad.
Ninguna de estas cansinas y gastadas consignas tiene utilidad en los inquietantes tiempos de pandemia. Como tampoco tiene viabilidad, de nada sirven a la ciudadan¨ªa, es decir, a los electores, m¨¢s bien al contrario, son un estorbo e incluso un agravio. Distinto es el objetivo m¨¢s pr¨¢ctico de cerrar el cap¨ªtulo del oto?o rupturista, sin pol¨ªticos presos en las c¨¢rceles ni huidos m¨¢s all¨¢ de las fronteras. El aire se har¨ªa m¨¢s respirable con unas elecciones en febrero sin la dramatizaci¨®n permanente en las instituciones y en los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, TV3 especialmente.
A Oriol Junqueras y a Marta Rovira se debe el ¨²ltimo redoble. Es su libro Volveremos a vencer. Y c¨®mo lo haremos, donde piden tiempo y pactos. No es poco y, en todo caso, mucho m¨¢s que la contradictoria e inexistente confrontaci¨®n inteligente con el Estado propugnada por Puigdemont. La confrontaci¨®n ahora, y especialmente en ¨¦poca pand¨¦mica, es una estupidez propia de quienes no quieren abandonar la adolescencia y prefieren seguir d¨¢ndole al tambor.
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