Trump contra la democracia
El mandatario ejerce la estrategia propia de los l¨ªderes autoritarios en el siglo XXI: restringe la democracia mientras dice defenderla
?Qu¨¦ pensar¨ªamos si alguien nos habla de un pa¨ªs en el que su presidente, en mitad de una campa?a por la reelecci¨®n, les pide a sus seguidores que acudan a los lugares de votaci¨®n para ¡°observar¡± y ¡°proteger¡± el proceso electoral de un riesgo de fraude contra ¨¦l? Un riesgo que no existe, seg¨²n sus propias agencias de seguridad. Algunos de estos seguidores, adem¨¢s, tienden a pertenecer a grupos extremistas m¨¢s o menos organizados, a veces van armados, y cuentan con el benepl¨¢cito del propio presidente.
Pues eso es lo que sucedi¨® en el primer debate presidencial en EE UU el martes por la noche. Trump remat¨® la narrativa que lleva meses preparando: si pierde, sugiere, ser¨¢ por fraude, y no estar¨¢ dispuesto a conceder la derrota sin otra batalla m¨¢s.
Dos particularidades del proceso electoral estadounidense le facilitar¨¢n la empresa: primero, no existe un ¨¢rbitro nacional, ni una sola entidad encargada de organizar la votaci¨®n. Cada Estado se encarga. Ante una disputa legal, resuelven las autoridades estatales salvo que adquiera rango constitucional: s¨®lo entonces llega al Tribunal Supremo.
Lo que pasa, y esta es la segunda particularidad, es que si dicha disputa adquiere un tinte constitucional nada asegura un resultado favorable al derecho a voto: una de las mayores ¨¢reas grises del ordenamiento jur¨ªdico en EE UU es que dicho derecho se suele restringir en la pr¨¢ctica mediante condiciones administrativas, pero dise?adas para que afecten a ciertos segmentos poblacionales: casi siempre latinos y afroamericanos. Estados enteros (normalmente gobernados por republicanos) ejercen as¨ª su poder para organizar elecciones: limitando su alcance. Este a?o, con una cantidad de personas dispuestas a votar por correo sin precedentes a causa de la pandemia, el procedimiento pesa m¨¢s que nunca: cada requisito para contar un sufragio como v¨¢lido, cada barrera para no hacerlo, desde marcar una casilla hasta encontrarte con una peque?a milicia informal en una oficina de correos, importa.
Trump ejerce as¨ª la estrategia propia de los l¨ªderes autoritarios en el siglo XXI: restringe la democracia mientras dice defenderla. Lo alarmante es que la estructura institucional del Estado de derecho m¨¢s antiguo y s¨®lido del mundo se lo permite; y su partido parece dispuesto a poner toda su experiencia al servicio de alguien que busca permanecer en el poder a cualquier precio. @jorgegalindo
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