Apoteosis de la incertidumbre
Contagiado y hospitalizado, que es como decir tocado y hundido, Trump entra en la recta final de la campa?a en las peores condiciones
La suerte le dio el poder y la suerte amenaza con quit¨¢rselo. Nadie cre¨ªa en su victoria en 2016, pero hasta enero casi nadie ten¨ªa dudas de que ahora en 2020 tendr¨ªa la reelecci¨®n presidencial al alcance de la mano.
Soplaban a favor los vientos de la econom¨ªa. Hab¨ªa superado la investigaci¨®n de un fiscal especial, Robert Mueller, sobre la colusi¨®n con Rusia para evitar que Hillary Clinton fuera presidenta. Tambi¨¦n el juicio parlamentario de destituci¨®n o impeachment por abuso de poder. Hab¨ªan regresado muchos soldados a casa y no hab¨ªa declarado ninguna nueva guerra. Era la presidencia del caos, pero nada hac¨ªa palidecer su buena estrella.
Hasta que todo se torci¨®. Primero el virus. Luego los confinamientos y el hundimiento de la econom¨ªa. Apel¨® a los laboratorios para que le dieran la vacuna antes de las elecciones, como antes se rogaba a los cielos para obtener la lluvia. Tante¨® el negacionismo del virus, el rechazo de las mascarillas, las virtudes curativas de la lej¨ªa, la terapia de la hidroxicloroquina e incluso la inmediata reapertura de la econom¨ªa para llegar al 3 de noviembre con buenas cifras de crecimiento y empleo.
Solo faltaba la muerte de George Floyd bajo la rodilla de un polic¨ªa. Era obligado el volantazo. En vez del presidente de la prosperidad ser¨ªa el presidente de la ley y el orden.
Vino a auxiliarle la fortuna con la oportunidad de nombrar para el Tribunal Supremo a una jueza conservadora en sustituci¨®n de la fallecida jueza progresista, Ruth Bader Ginsburg. De cara a sus votantes antiabortistas, fue una victoria antes de la victoria, que encaraba la posibilidad de anular la jurisprudencia feminista fraguada en 50 a?os y le aseguraba un ¨¢rbitro favorable en caso de litigios electorales.
A 30 d¨ªas de las elecciones, otro giro de la fortuna le ha cambiado el paso. Contagiado y hospitalizado, que es como decir tocado y hundido. Por edad y peso, es poblaci¨®n de riesgo. El virus ha penetrado en la Casa Blanca por su imprudencia. Su campa?a electoral ha quedado interrumpida. Ha perdido todo control sobre la agenda pol¨ªtica. Entra en la recta final en las peores condiciones. De poco le sirve la bandera de la ley y el orden ante el ataque de una pandemia mort¨ªfera, que afecta a la seguridad del Estado.
Es la sorpresa de octubre, episodio tradicional en todas las campa?as, que suelen aprovechar los enemigos exteriores. En la apoteosis de la incertidumbre, ser¨ªa una temeridad considerar que esta ser¨¢ la ¨²ltima.
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