El Papa y el reloj
La actualidad manda, pero no necesariamente en la Iglesia
Hace pocos a?os un familiar de una personalidad pol¨ªtica cat¨®lica y encarcelada se encaden¨® frente a la Plaza de San Pedro en la esperanza de que el Vaticano tomara una decisi¨®n pol¨ªtica respecto a su pa¨ªs. Pasaron tres d¨ªas y no hubo movimiento alguno en el Port¨®n de Bronce ¨Csituado en el lado derecho las columnas de Bernini y cuya escalinata da acceso a las dependencias oficiales pontificias¡ª mientras aumentaban las especulaciones sobre lo que har¨ªa el Vaticano. Aunque Francisco no duerme en el Palacio Apost¨®lico, desde la ventana de su despacho oficial pod¨ªa divisarse perfectamente a la persona que protestaba junto a sus simpatizantes. A bastantes kil¨®metros de all¨ª se celebraba una reuni¨®n donde se analizaba el impacto pol¨ªtico que pod¨ªa tener esta situaci¨®n y la tesitura ante la que se encontraba el Pont¨ªfice. La conclusi¨®n general era que, por el impacto medi¨¢tico, el Papa deb¨ªa hacer algo, lo que fuera, aunque resultara meramente simb¨®lico como enviar a alguien a hablar con la persona encadenada o, mejor todav¨ªa, acercarse ¨¦l mismo. ¡°Han pasado ya tres d¨ªas, ninguna empresa soportar¨ªa semejante desgaste de imagen¡±. Pero hubo quien apost¨® a que el Vaticano no har¨ªa nada porque es una de las pocas instituciones que quedan para la que el concepto de ¡°desgaste de imagen¡± en t¨¦rminos inmediatos no se puede aplicar. ¡°Esa empresa lleva 2000 a?os existiendo, para ella tres d¨ªas no son nada¡±. Pasaron 50 d¨ªas... y el familiar decidi¨® marcharse.
Hace menos a?os, el cardenal australiano George Pell fue acusado de abusos sexuales. Si en la jerarqu¨ªa cat¨®lica un cardenal es un alt¨ªsimo cargo, en el caso de Pell lo era todav¨ªa m¨¢s. Ministro de Econom¨ªa del Vaticano, era adem¨¢s miembro del llamado C-9, un organismo extraoficial creado por Francisco que, m¨¢s o menos, ten¨ªa por objeto aconsejarle en una reforma profunda de la organizaci¨®n del Vaticano y de la estructura, llam¨¦mosle, material de la Iglesia. Las acusaciones adem¨¢s llegaban en plena lluvia de investigaciones en muchos pa¨ªses sobre abusos sexuales en el interior de la Iglesia. Si la situaci¨®n de Pell se hubiera dado en el ¨¢mbito de la empresa habr¨ªa sido despedido fulminantemente, y en la pol¨ªtica habr¨ªa sido sacrificado para dar imagen de reacci¨®n r¨¢pida ante una situaci¨®n que lo demandaba. Pell, que pod¨ªa haberse quedado tranquilamente en Roma amparado por la Muralla Leonina y el pasaporte con las llaves de San Pedro, dej¨® sus cargos, volvi¨® a Australia donde fue juzgado y pas¨® tres a?os procesado, incluyendo 404 d¨ªas en la c¨¢rcel. El cardenal fue absuelto por el Tribunal Supremo con el voto un¨¢nime de sus jueces. El lunes, volvi¨® a Roma donde Francisco lo recibi¨® m¨¢s o menos con un ¡°?y de qu¨¦ est¨¢bamos hablando?¡±.
Uno de los aspectos m¨¢s dif¨ªciles de tener en cuenta en los documentos que emanan de los Papas es precisamente el de la concepci¨®n del tiempo. En un presente que a los que viven en ¨¦l les parece cada vez m¨¢s acelerado, es inevitable valorarlos desde esta perspectiva. Y esto hace que, a menudo, no se tenga tan en cuenta que el reloj no corre de la misma manera para todos. Por eso en ocasiones parece que est¨¢n ¡°alejados de la realidad¡± y en otras ¡°demasiado pegados¡± a ella. Nunca llueve a gusto de todos. Fratelli tutti habla de ahora, pero no solo. Ni tampoco es la primera vez que se abordan estos temas. Una frase como esta ¡°el fruto del trabajo es justo que pertenezca a los que trabajaron¡± no ha sido escrita por un Papa en 2020 sino por otro Papa en 1879. De igual manera, que Francisco no es original al redactar previamente una enc¨ªclica ecol¨®gica. ¡°Debe, pues, la naturaleza, haber dado algo estable y que perpetuamente dure para que de ella [el hombre], perpetuamente, pueda esperar el alivio de sus necesidades. Y esta perpetuidad nadie, sino la tierra con sus frutos puede darla¡± ya fue expresado por Le¨®n XIII casi un siglo y medio antes.
La actualidad manda, la prisa tambi¨¦n y la imagen todav¨ªa m¨¢s. Pero no para todos. Como para aquel colega de oficio que trabajaba para un medio del Vaticano que preguntado por su pasmosa tranquilidad en la, para los dem¨¢s, fren¨¦tica hora de cierra respond¨ªa con humor italiano: ¡°No pasa nada, trabajamos para la Eternidad¡±.
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