El pico de la pandemia
El pr¨®ximo 3 de noviembre conoceremos si la curva del virus nacionalpopulista seguir¨¢ creciendo o si, por el contrario, a partir de ahora solo puede aplanarse e incluso empieza a declinar
Pronto sabremos si ya hemos alcanzado el pico de esta pandemia pol¨ªtica. De las urnas del 3 de noviembre saldr¨¢ el veredicto. Conoceremos entonces si la curva del virus nacionalpopulista seguir¨¢ creciendo o si, por el contrario, a partir de ahora solo puede aplanarse e incluso empieza a declinar.
Si Donald Trump pierde, como indican las encuestas y apuntan los nervios alterados del presidente, ser¨¢ una derrota mundial para el nacionalismo populista. El liderazgo de Estados Unidos se ejerce internacionalmente, incluso cuando desde Estados Unidos se quiere destruir el orden multilateral y erosionar la democracia. Washington predica siempre con el ejemplo y, en el caso de Trump, el ejemplo ha sido cualquier cosa menos ejemplar.
Esta presidencia ha sido un premio para los populistas y los tiranos. Por las simpat¨ªas expresadas por Trump, m¨¢s hacia su personalidad autoritaria que hacia sus pol¨ªticas, y sobre todo porque se han sentido autorizados por el mal ejemplo. Para Xi Jinping, la violencia policial en Estados Unidos convalida la ejercida en Hong Kong o en Xinjiang. Para Putin, la muerte de George Floyd excusa el intento de asesinato de Alex¨¦i Navalni.
Trat¨¢ndose de amigos como el pr¨ªncipe saud¨ª Mohamed Bin Salman, m¨¢s que de autorizaci¨®n hay que hablar de carta blanca: asesin¨® a Jamal Khashoggi y se ha exonerado a s¨ª mismo del crimen, sabedor de que cuenta con la plena comprensi¨®n del presidente. Todos los que han encontrado un faro en el Sal¨®n Oval saldr¨¢n perjudicados si ahora se alcanza el pico y se quedan sin tan poderoso padrino.
Benjam¨ªn Netanyahu ha sido el m¨¢s premiado. Le sigue luego Boris Johnson, que lo esperaba todo de Trump y terminar¨¢ de perder pie si se encuentra con Biden en la Casa Blanca. Para Viktor Orb¨¢n y Jaroslaw Kaczynski, ya sin la pedagog¨ªa negativa trumpista ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil proseguir su cabalgada iliberal. No habr¨¢ tantas facilidades tampoco para Recep Tayyip Erdogan, Narendra Modi o Rodrigo Duterte. Tampoco ser¨¢ de buen augurio para los meros aspirantes, como Marine Le Pen, Matteo Salvini o Santiago Abascal.
Un caso especial y solitario es el del norcoreano Kim Jong-un, peligroso tirano dotado del arma nuclear. Por el periodista Bob Woodward, gracias a su libro Rage, hemos conocido las afectuosas cartas cruzadas con Trump, aunque de las tres cumbres entre tan enormes l¨ªderes (celebradas en Singapur, en Hanoi y en la Zona Desmilitarizada de la frontera entre las dos Coreas) no se haya deducido otro resultado que unas fotos pretendidamente hist¨®ricas. Advertido por Obama de que Corea del Norte ser¨ªa el principal dolor de cabeza de esta presidencia, ahora si pierde Trump ser¨¢ parte de su legado m¨¢s envenenado.
Xi Jinping es otro caso aparte y el mayor de todos. A pesar de la guerra comercial en marcha y de la nueva guerra fr¨ªa que amenaza, solo puede estar agradecido a quien tantas facilidades le ha regalado para que China, y no Am¨¦rica, sea otra vez grande.
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