Los gui?os peligrosos de la extrema derecha
Vox procura tocar, en la moci¨®n de censura, las fibras emocionales del pueblo al que se dirige
Vox tiene en su punto de mira al pueblo. As¨ª que en la puesta en escena que hizo ayer de sus ideas durante la moci¨®n de censura que ha dirigido al Gobierno procur¨® tocar todas las teclas emocionales que puedan darle a la larga alg¨²n rendimiento electoral. Su prop¨®sito es crear una atm¨®sfera de descontento, de ira, de indignaci¨®n, y lo que toca ahora es construir la charca y llenarla de fango ¡ªde odio, de resentimiento¡ª, ya habr¨¢ tiempo m¨¢s adelante para tirar el anzuelo y contar cu¨¢ntos han picado.
Santiago Abascal y los suyos se afanaron por levantar sus grandes banderas: convertir al Gobierno de S¨¢nchez en el peor de los ¨²ltimos 80 a?os, acabar con los otros nacionalismos, expulsar a los inmigrantes, devolverle a este pa¨ªs el orgullo propio de los patriotas. Nadie va a venir a salvar a Espa?a, explic¨®, a Espa?a solo la pueden rescatar los espa?oles. Ese tono ¨¦pico le encanta a la extrema derecha, pero Vox aprovech¨® tambi¨¦n la ocasi¨®n para cultivar otros registros e ir sembrando otros mensajes. Buscaba as¨ª tocar las fibras sensibles de aquellos que est¨¢n estos d¨ªas especialmente tocados y lo est¨¢n pasando mal.
No hay causa sin una v¨ªctima que pueda mostrar sus heridas, as¨ª que Abascal quiso explorar tambi¨¦n esta senda y se?al¨® cu¨¢n dif¨ªcil le hab¨ªa resultado a su formaci¨®n defender sus ideas durante la ¨²ltima campa?a electoral. Fuimos acosados por bandas organizadas, coment¨®, y se refiri¨® a un episodio en Sestao que protagonizaron fuerzas abertzales y habl¨® de los aliados de la narcodictadura de Venezuela. La maniobra, aunque tosca y previsible y ya recurrente, solo pretend¨ªa colocar de nuevo sobre la mesa una imagen, la de un partido nuevo que es atacado por enemigos m¨¢s experimentados.
Esa ret¨®rica b¨¦lica, y el prop¨®sito de presentarse en la guerra como la fuerza d¨¦bil que va a enfrentarse a unos gigantes armados hasta los dientes, fue otro de los recursos de los que tir¨® ayer Vox en su moci¨®n de censura. As¨ª que se?al¨® que en el Gobierno estaban los ¡°mismos escombros del pasado¡±, para referirse a los comunistas que levantaron muros, y sostuvo que Pedro S¨¢nchez recibi¨® nada m¨¢s llegar a la Moncloa a George Soros, el especulador multimillonario que opera en la sombra como sost¨¦n de los proyectos progresistas. Tambi¨¦n carg¨®, a la manera de Trump, contra China y contra los organismos multilaterales (ONU, OMS, Unesco) y atac¨® con sa?a a la Uni¨®n Europea, a la que present¨® como una burocracia avejentada y embarullada en sus normas, incapaz de ajustarse a los nuevos tiempos y rendida a los caprichos de unas elites privilegiadas.
La extrema derecha espa?ola se ha enganchado ya, por lo que se vio ayer, a ese tipo de t¨¢cticas que tan bien han funcionado en otros sitios. Es la v¨ªctima incomprendida que se bate contra un orden caduco para devolverle la grandeza a su patria. Abascal incluso se atrevi¨® con las normas de etiqueta, y critic¨® la forma de vestir con que los ¡°se?oritos¡± de Podemos acuden al Parlamento; el gui?o iba dirigido a todos los trabajadores que tienen que ir uniformados. Y no es un gui?o inocente. Como no lo fueron todos los dem¨¢s que quiso dirigir a cuantos, por lo que sea, pueden sentirse hoy fr¨¢giles o humillados. Vox explor¨® las vetas emocionales y ese es su peligro, porque frente a esa deriva, cuando prende, no hay razones ni argumentos que valgan.
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