El voto como terapia
Chile ha elegido un camino institucional en un desenlace que nadie habr¨ªa imaginado hace un a?o
Chile ha optado otra vez por un camino institucional. Se puede decir que todas las revoluciones concluyen, al anochecer, con alguna forma de institucionalizaci¨®n, ya por la ¡°vanguardia organizada¡± o por el golpe militar. Pero en Chile no ha ocurrido ni una ni otra cosa; en vez de eso, el pasado domingo se someti¨® a plebiscito la idea de redactar una nueva Constituci¨®n. Un nuevo trato. Una nueva partida con la misma baraja.
Nadie habr¨ªa imaginado este desenlace provisorio hace justo un a?o, cuando las im¨¢genes de un Santiago en llamas recorr¨ªan el mundo. En octubre de 2019, un aumento del precio del pasaje de Metro desat¨® una retah¨ªla de protestas que el d¨ªa 18 escal¨® hasta el nivel de una revuelta popular, con grados de violencia hasta entonces in¨¦ditos.
La conmoci¨®n expresaba un sinn¨²mero de frustraciones en una sociedad cuya prosperidad aument¨® con aguda desigualdad, y que parec¨ªa estancada a partes similares en su crecimiento y en su sistema pol¨ªtico. Durante 30 a?os, eso mismo hab¨ªa convertido a Chile en el pa¨ªs de mayor expansi¨®n y estabilidad de Am¨¦rica Latina. Pero ¡ªpareci¨® decir la movilizaci¨®n¡ª ya no era suficiente. Los mismos de siempre, lo mismo de siempre.
Un mes m¨¢s tarde, cuando la agitaci¨®n y el vandalismo no cejaban, los dirigentes de los partidos de Gobierno y oposici¨®n acordaron proponer el cambio de la Constituci¨®n, una demanda que no ten¨ªa relaci¨®n directa con la insurrecci¨®n, pero que constitu¨ªa la mayor oferta posible que pod¨ªa hacerse desde el sistema pol¨ªtico. El confinamiento puso un par¨¦ntesis en las movilizaciones, hasta que el domingo los chilenos aprobaron con una mayor¨ªa de 78,27% el inicio de una nueva Constituci¨®n. La votaci¨®n se celebr¨® con una pandemia vigente, medidas de confinamiento parcial, voto voluntario, estado de emergencia y toque de queda. Y aun as¨ª obtuvo la participaci¨®n m¨¢s alta de los ¨²ltimos 10 a?os, algo m¨¢s de la mitad de los llamados a votar.
Porcentualmente, el voto por el cambio constitucional obtuvo 23,7 puntos m¨¢s de los que recibi¨® el presidente Sebasti¨¢n Pi?era en la segunda vuelta de 2017, un porcentaje envidiable en un mapa donde ning¨²n partido alcanza el 20%. Queda pendiente el problema del 49% que no vot¨®. ?D¨®nde se encuentra? Seguramente, en una gama que va desde los temerosos de contagiarse hasta los ¨¢cratas y antisistema, pasando por los indiferentes cr¨®nicos y los grupos de izquierda que no participaron del acuerdo. La mecha incendiaria sufre un significativo recorte.
El caso es que, en medio de una aguda crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, una mayor¨ªa de los chilenos ha aceptado iniciar una revisi¨®n profunda de su estructura institucional, mientras siguen vigentes los poderes que fueron puestos en jaque. Por a?adidura, la convergencia entre la pandemia y los t¨¦rminos de mandatos har¨¢n que Chile tenga que renovar a lo largo de 2021 la totalidad de sus autoridades de elecci¨®n popular, desde los concejos municipales hasta la presidencia de la Rep¨²blica. El presidente Pi?era ¡ªque en alguna de las noches del a?o pasado estuvo a punto de ser evacuado del palacio de gobierno¡ª terminar¨¢ su periodo en marzo de 2022, un poco antes de que est¨¦ redactada la nueva Constituci¨®n, que ser¨¢ promulgada por un nuevo jefe de Estado. ¡°Nuevo¡± no es una expresi¨®n figurada: en los ¨²ltimos 16 a?os, las mismas dos personas, Pi?era y Michelle Bachelet, se han alternado el sill¨®n presidencial.
El tren electoral que se prolongar¨¢ por 12 meses aparece ahora como un instrumento que, por coincidencia absoluta, podr¨ªa profundizar el insospechado cauce institucional de soluci¨®n a una crisis todav¨ªa hu¨¦rfana de respuestas y de explicaciones. La coincidencia tiene ciertas resonancias con esa frase que se atribuye a Augusto Pinochet: ¡°Est¨¢bamos al borde del abismo y dimos un paso adelante¡±.
Las causas del llamado ¡°estallido social¡± son tan variopintas como sus protagonistas, ya han producido una veintena de libros y nadie est¨¢ en condiciones de imaginar siquiera en qu¨¦ hubiese terminado de prolongarse por m¨¢s tiempo. Las interpretaciones durar¨¢n a?os, cubriendo el rango m¨¢s o menos usual que va desde las condiciones sociales estructurales, hasta la operaci¨®n de grupos conspirativos. Cuesti¨®n de ¨¦nfasis. O de ideolog¨ªa. Los da?os que produjeron la revuelta y su represi¨®n no refrendan todas las versiones, pero no eliminan ninguna.
Tampoco existe ninguna certeza de que los agentes que encabezaron las acciones m¨¢s violentas en el ¨²ltimo a?o no vuelvan a tratar de resoplar el esp¨ªritu flam¨ªgero, como lo hicieron una semana antes del plebiscito. Pero es bastante probable que ya no susciten ni el entusiasmo que los exalt¨® ni la indiferencia que los ampar¨®, y que se vean subsumidos por la tarea algo m¨¢s ¨¦pica y abstracta de recrear las instituciones democr¨¢ticas. Ser¨ªa un triunfo de la pol¨ªtica sobre la anomia. O de la imaginaci¨®n sobre el instinto.
Ascanio Cavallo es periodista y analista pol¨ªtico chileno.
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