El ¡®major¡¯ Trapero
Nadie sabr¨¢ nunca las cicatrices que esos acontecimientos dejaron en su esp¨ªritu, pero cada vez que ha acudido a declarar conserv¨® la honestidad profesional, incluso zarandeado en la tormenta
No hay precedentes cercanos de una industria editorial tan potente como la que se dispar¨® a cuenta del proc¨¦s catal¨¢n. Libros desde casi todos los puntos de vista inundaron las librer¨ªas, al tiempo que se compet¨ªa en ingenio para calificar el asunto. Y, sin embargo, el jefe de los Mossos d¡¯Esquadra, el major Josep Llu¨ªs Trapero, ha sido durante todo este tiempo una pieza dif¨ªcil de cobrarse. En un pa¨ªs aficionado al coleccionismo, donde a las personas se las trata en demasiadas ocasiones como a mariposas a las que sujetar al ¨¢lbum con un alfiler ba?ado en formol, agrada mucho encontrar a quien pugna por escaparse del archivo, del arquetipo, de la adscripci¨®n obligatoria. La sentencia de la Audiencia Nacional que ha absuelto al major Trapero y sus colaboradores de los delitos graves de los que se les acusaba pone un poco de claridad en el agua turbia. Para la opini¨®n p¨²blica, Trapero fue alguien que salt¨® a la relevancia en los d¨ªas tristes del atentado integrista en las Ramblas de Barcelona. Como sucede en tiempos de des¨¢nimo y confusi¨®n, los ciudadanos precisaban entonces de portavoces resueltos, capaces y con virtudes s¨®lidas como la transparencia.
Pero al agosto de la solidaridad le sigui¨® el septiembre de la desuni¨®n y finalmente se alcanz¨® el primero de octubre en un estado de encono y agresividad nunca antes visto. El papel de los Mossos d¡¯Esquadra se puso en entredicho y su plana mayor poco menos que qued¨® adscrita a los movimientos secesionistas sin que nadie tuviera a bien conceder a los profesionales el beneficio de la duda. La sentencia judicial dictada por dos de los magistrados de la Audiencia Nacional deja en un mal lugar los informes de la Guardia Civil, redactados, como ha sucedido en otras preocupantes ocasiones, y esto incluye a la trama policial bajo el Gobierno de Rajoy, al dictado de una superioridad cautiva pol¨ªticamente. El prestigio de los cuerpos y fuerzas de seguridad sale siempre malparado cuando se ve forzado por la agenda partidista. De hecho, el major Trapero es otra v¨ªctima de esa trituradora de picar carne que es la pol¨ªtica para quienes sucumben, desde otros ¨¢mbitos de la sociedad, a los encantos de este oficio.
La absoluci¨®n devuelve al major Trapero al espacio que ocupaba antes de enmara?arse en los penosos sucesos alrededor del refer¨¦ndum ilegal de octubre de 2017. En esos d¨ªas, la pasividad de los mossos pudo ser sospechosa, pero sin duda m¨¢s acorde a la prudencia y el buen criterio que la penosa gesti¨®n de Rajoy y S¨¢enz de Santamar¨ªa. Aquello termin¨® en un d¨ªa aciago para la imagen de Espa?a. La violencia policial fue un desastre que forz¨® a comprometer todas las instituciones del Estado. El gran farol de los dirigentes secesionistas alcanz¨® gracias a ello un r¨¦dito de martirio civil que a¨²n capitaliza y lo har¨¢ mientras dure un vaiv¨¦n carcelario insostenible. En medio de todo ello, Trapero fue vapuleado por el tsunami. Nadie sabr¨¢ nunca las cicatrices que esos acontecimientos dejaron en su esp¨ªritu, pero cada vez que ha acudido a declarar, en contraste con otros dirigentes pol¨ªticos de mala memoria y escapismos vergonzantes, quienes le escucharan sent¨ªan que el major, como un buen capit¨¢n de barco, conserv¨® la honestidad profesional, incluso zarandeado en la tormenta.
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