Entre el apa?o y la reforma
Mientras llegan los fondos europeos, urge proteger a la ciencia de normativas que impiden su eficiencia
La ciencia parece ser en estos momentos de emergencia sanitaria el criterio para la toma de las decisiones que est¨¢n en el centro de la pol¨ªtica espa?ola. Y, efectivamente, los ciudadanos han colocado siempre a cient¨ªficos y m¨¦dicos entre los profesionales en quienes conf¨ªan en mayor medida. Sin embargo, en Espa?a no ¨²nicamente se ha dedicado a la ciencia un presupuesto inferior al de nuestros pa¨ªses vecinos, sino que las estructuras administrativas del Estado impiden un gasto eficiente de estos recursos. Se espera que pronto van a llegar de Europa fondos generosos que incluyen la investigaci¨®n como prioridad y puede llegar a ocurrir que sea imposible utilizarlos. En estos momentos de crisis aparecen d¨¦ficits en la gesti¨®n de la ciencia que son un reflejo de la necesidad de reformas en la Administraci¨®n p¨²blica espa?ola que habr¨¢ que afrontar m¨¢s pronto que tarde.
Las acciones de apoyo a la investigaci¨®n cient¨ªfica de la Administraci¨®n del Estado espa?ol se fundamentan en dos grandes pilares: los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n (OPI), que gestionan centros de investigaci¨®n, y la Agencia Estatal de Investigaci¨®n (AEI), que financia proyectos. Ambas gestionan personal, ya sea fijo como programas de contrataci¨®n personal a diferentes niveles. Tanto en un caso como en el otro se necesitan acciones para su buen gobierno. Que los OPI han llegado a una situaci¨®n extrema nos lo demuestra el hecho de que hace pocas semanas dimiti¨® el director del Instituto Oceanogr¨¢fico Nacional porque las reglas administrativas existentes hac¨ªan imposible un funcionamiento normal del instituto que dirig¨ªa. De hecho, algunos OPI han tenido que rechazar fondos de proyectos europeos porque son incapaces de administrarlos. El Gobierno ha respondido fusionando el ION y otros OPI con el CSIC, el mayor organismo de investigaci¨®n del pa¨ªs. La fusi¨®n ser¨¢ dif¨ªcil de gestionar y aparece como una soluci¨®n provisional. El CSIC ten¨ªa desde 2006 el estatus de agencia estatal, y seg¨²n la ley de la ciencia de 2011 las acciones de promoci¨®n de la investigaci¨®n deber¨ªan estar gestionadas por una agencia. Ni uno ni otra lograron aprobar nunca un contrato de gesti¨®n previsto en la ley que definir¨ªa los t¨¦rminos de su misi¨®n y su presupuesto con perspectiva plurianual. Por una ley del a?o 2015 se abolieron las agencias y el futuro del CSIC y la AEI qued¨® en el aire. Sus dirigentes bastante hacen con gestionar el d¨ªa a d¨ªa.
Uno de los aspectos sorprendentes de la situaci¨®n actual es que algunas de las normas que entorpecen el trabajo de los centros de investigaci¨®n en contrataci¨®n de personal, compras, etc¨¦tera, se han aprobado en tiempos recientes y parecer¨ªa que se han aprobado normativas cuya finalidad ser¨ªa que la gesti¨®n de la ciencia fuera m¨¢s ineficiente. Hacer un contrato con personal eventual puede tardar meses, y hacer un convenio con una empresa u otra instituci¨®n, lo mismo. Las oposiciones a personal cient¨ªfico y t¨¦cnico (cuando hay) siguen los patrones generales de la Administraci¨®n. Ello no es una fatalidad legal. Hay ejemplos en Espa?a que demuestran que es posible gestionar la ciencia de otra forma. En Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco se han puesto en marcha sistemas de contrataci¨®n de investigadores y de centros de investigaci¨®n con procedimientos aut¨®nomos de gesti¨®n. Seg¨²n la evaluaci¨®n realizada por el programa Severo Ochoa del Ministerio de Ciencia, m¨¢s de la mitad de los centros considerados de excelencia est¨¢n localizados en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, y dos de los centros radicados en Madrid, el CNIO y el CNIC, tienen tambi¨¦n estructuras aut¨®nomas. Sin embargo, de los 120 centros del CSIC solo una decena han podido acceder a esta calificaci¨®n. Sobran ejemplos en Espa?a y en Europa de c¨®mo se puede conseguir una ciencia din¨¢mica, abierta y que rinda cuentas de los fondos que reciba mediante procesos de evaluaci¨®n continuados.
La emergencia sanitaria ha puesto de manifiesto una vez m¨¢s la necesidad de disponer de una comunidad cient¨ªfica bien informada e independiente. En nuestro pa¨ªs la debilidad de las estructuras cient¨ªficas (como las sanitarias) ha dificultado que el capital de confianza que la sociedad espa?ola tiene en la ciencia fuera utilizado para encontrar soluciones aceptables para nuestra sociedad. Los fondos de recuperaci¨®n que van a llegar de Europa podr¨ªan ser utilizados para fortalecer la base cient¨ªfica y tecnol¨®gica de nuestro pa¨ªs. Sin embargo, una combinaci¨®n de un cumplimiento parcial de la legislaci¨®n existente y de nuevas normas administrativas que son incompatibles con el funcionamiento normal de la investigaci¨®n pueden dificultar el uso eficiente de estos y otros fondos. Todo ello es un s¨ªntoma m¨¢s de la necesidad de reformas en la Administraci¨®n p¨²blica en Espa?a. Mientras llegan, ser¨ªa urgente buscar f¨®rmulas que permitieran aislar a un sector marginal, pero esencial, como es la ciencia, de normativas administrativas que impiden llevar a cabo su funci¨®n de forma eficiente.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de Investigaci¨®n del CSIC.
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