El caso de los millones de votos por Dr. Jekyll
Para el votante conservador, Trump ha sido como el personaje literario: muchos apoyaron su faceta de guardi¨¢n ideol¨®gico y no se dieron por enterados de las aberraciones perpetradas por Mr. Hyde
Cuesta entender los motivos por los que m¨¢s de 70 millones de estadounidenses dieron su voto al presidente Donald Trump. Cuesta entenderlo porque, despu¨¦s de cuatro a?os de administraci¨®n, las evidencias sobre su forma ca¨®tica de gobernar, su comportamiento personal sujeto a demandas de todo tipo, su manejo ineficiente de la pandemia y en general sus pol¨ªticas tendientes a debilitar las instituciones nacionales e internacionales, deber¨ªan haber sido suficientes como para hundirlo en una derrota contundente, como para alzar con un triunfo holgado y abrumador a su competidor Joe Biden. Ese no ha sido el caso. El triunfo dem¨®crata fue muy apretado. Alrededor del 48% de los votantes estadounidenses consideraron que Donald Trump era la mejor opci¨®n para continuar al frente del Gobierno de la mayor potencia militar, econ¨®mica y tecnol¨®gica del planeta.
He vivido los ¨²ltimos nueves a?os en Iowa City, una peque?a y apacible ciudad ubicada en el coraz¨®n de lo que se denomina el Medio Oeste, un college town rodeado de plantaciones de ma¨ªz y soja, en un Estado cuyo 90% de la poblaci¨®n es blanca y donde Trump se alz¨® con el 53,2% de los votos. En Iowa City, sin embargo, y en los otros dos condados donde se ubican las ciudades m¨¢s grandes ¡ªDes Moines y Cedar Rapids¡ª ganaron los votantes de Biden.
He vivido nueve a?os en la Am¨¦rica profunda y nunca me jactar¨ªa de comprenderla. Los an¨¢lisis e interpretaciones que se repiten en la prensa y en los medios especializados dicen que Estados Unidos est¨¢ dividido en dos partes irreconciliables y que el desgarre entre estas partes es cada vez m¨¢s ancho. Por un lado, el centro del pa¨ªs: rural, conservador, blanco, aislacionista y cristiano; por el otro, la poblaci¨®n de las dos costas: urbana, liberal, racialmente variada y cosmopolita. Un vag¨®n conservador anclado en el pasado y el vag¨®n de la modernidad que empuja hacia adelante. Los estira y encoge entre estos dos vagones han marcado el ritmo de la historia de este pa¨ªs.
Pero, m¨¢s all¨¢ de esta polarizaci¨®n, ?c¨®mo explicarme que el vecino amable, honrado, generoso, fiel creyente, vote por un alguien que es la negaci¨®n de ese mundo de valores cotidianos que constituyen su moral? ?C¨®mo explicarme que la mayor¨ªa de las poderosas Iglesias evang¨¦licas hayan llamado a votar por un tipo acusado de delitos sexuales, que tergiversa y miente a mansalva, que goza con la humillaci¨®n de los m¨¢s d¨¦biles y con la siembra de la discordia, que ha vivido en un mundo distante de los valores cristianos?
El estadounidense es muy pragm¨¢tico, y tambi¨¦n extremadamente ideol¨®gico. Una mezcla peculiar, claro. Con respecto a Trump, la actitud del votante conservador ser¨ªa: yo no dejar¨ªa a mis hijas adolescentes a solas con este se?or ni un segundo, pero si ¨¦l se planta contra el aborto, el matrimonio gay y las minor¨ªas sexuales, tiene mi voto. Igual actitud tendr¨ªa con la salud p¨²blica: este presidente ha sido un desastre en la contenci¨®n de la pandemia, pero nos garantiza que profundizar¨¢ la privatizaci¨®n de la medicina y acabar¨¢ con el Obamacare. Igual con los impuestos: poco importa la rid¨ªcula cantidad que Trump haya pagado al fisco a lo largo de los a?os, si me garantiza que bajar¨¢ mis impuestos, lo voto. Y as¨ª con las minor¨ªas raciales, la inmigraci¨®n, etc¨¦tera¡ Trump defendi¨® los valores de los conservadores con firmeza, aunque ¨¦l sea la negaci¨®n de algunos de esos valores. Y al votante ideologizado lo que le importa es la defensa de sus valores, no la tesitura moral de quien se los defiende. En fin, que para moralismos est¨¢n los liberales con su pol¨ªtica de la correcci¨®n.
Para el votante conservador, Trump ha sido como el personaje Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que le da t¨ªtulo a la obra de Stevenson: vot¨® por Dr. Jekyll, su guardi¨¢n ideol¨®gico, y no se dio por enterado de las iniquidades y aberraciones perpetradas por Mr. Hyde, aunque en otras circunstancias aplaudir¨ªa que fuera enviado a la c¨¢rcel. Est¨¢n por supuesto los que votaron directamente por Mr. Hyde ¡ªun grupo nada desde?able de supremacistas blancos, racistas y otras especies extremistas¡ª, pero para explicar su l¨®gica se necesita de la psicopatolog¨ªa.
Trump representaba tambi¨¦n valores culturales que la sociedad estadounidense comparte en su conjunto, m¨¢s all¨¢ de sus diferencias pol¨ªticas. Para un extranjero, no es f¨¢cil adaptarse a la cultura del autoelogio que permea a todos los sectores de este pa¨ªs. Uno debe saber venderse como ¡°lo ¨®ptimo¡±, sin escr¨²pulos, no importa lo que uno sea, y ¡°lo ¨®ptimo¡± es el ¨¦xito (success). La modestia es una virtud inexistente en estas latitudes y quien la practica es considerado un ¡°perdedor¡± (loser), lo peor. Success es la palabra clave en cualquier empresa e instituci¨®n. El fin ¨²ltimo de la sociedad es lograr success, que no es m¨¢s que dinero, fama y poder. Trump supo vender su imagen de hombre de ¨¦xito a millones de televidentes desde que lanz¨® su programa The Apprentice (El aprendiz) en 2004. Su misma llegada a la Casa Blanca ¡ªen contra de todos los pron¨®sticos y arrebat¨¢ndole la candidatura al stablishment republicano¡ª fue una muestra de ese success que la cultura estadounidense idolatra.
Y esto enlaza con otro aspecto del imaginario nacional que Trump supo explotar: su calidad de maverick, el individualista que se abre su propio camino en contra de lo establecido, que desaf¨ªa y se impone a los poderes tradicionales. Quiz¨¢ no sea parad¨®jico que estas expresiones del individualismo estadounidense, la del hombre exitoso y maverick, hayan jugado tambi¨¦n a favor de Obama en las elecciones de 2008.
No menos importante resulta el hecho de que Trump se subiera en la ola de victimismo que recorre el mundo, que haya despertado el victimismo blanco, desnaturalizando banderas propias de las minor¨ªas y los grupos identitarios. Ya lo hab¨ªa utilizado en 2016, con los mineros del carb¨®n y los obreros en paro, culpando de su situaci¨®n a la competencia internacional y a la pol¨ªtica dem¨®crata. Y su misma consigna Make America Great Again es una apelaci¨®n al victimismo. Pero ahora azuz¨® el fantasma del miedo a nivel nacional y trat¨® de convertir al movimiento Black Lives Matter en una conspiraci¨®n extremista que atentaba contra los valores primordiales de la sociedad estadounidense: la propiedad privada y el orden.
Nada de esto, empero, fue suficiente para el triunfo de Trump. Cay¨® en la categor¨ªa de loser. Pero ese 48% de los votos, esos 78 millones de hombres y mujeres que lo apoyaron, no son una bicoca.
Horacio Castellanos Moya es un escritor salvadore?o radicado en Estados Unidos. Autor de 12 novelas, acaba de publicar La diabla en el espejo (Literaturas Random House).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.