La vida despu¨¦s de Trump
Para curar la divisi¨®n de Estados Unidos, Joe Biden tendr¨¢ que hacer frente a numerosos desaf¨ªos en los que necesitar¨¢ el apoyo republicano
Por fin, tras un tenso fin de semana de espera, ha llegado el anuncio de que Joe Biden es el presidente electo de Estados Unidos. La cautela inicial de los canales de televisi¨®n a la hora de anunciar el resultado de las elecciones ha mutado en un seguimiento las 24 horas del d¨ªa de la campa?a de desinformaci¨®n que los asesores del presidente Trump est¨¢n llevando a cabo en todo el pa¨ªs. Este ciclo informativo sin fin manifiesta la naturaleza polarizada de la pol¨ªtica estadounidense, prolonga su exacerbaci¨®n, y muy bien podr¨ªa ser la siguiente batalla pol¨ªtica a la que nos enfrentemos.
Trump ha sido derrotado. Todos podemos lanzar un suspiro de alivio. Es una victoria importante. Pero la batalla para derrotar al trumpismo no ha hecho m¨¢s que empezar.
Tradicionalmente, despu¨¦s de unas elecciones, el perdedor reconoce elegantemente a su oponente, hace un intento de unir al pa¨ªs y, ahora que la competici¨®n ha concluido, trata de persuadir a sus partidarios de que el adversario es alguien que se ha ganado el derecho a gobernar con el apoyo de la naci¨®n. As¨ª fue cuando Bill Clinton derrot¨® al entonces presidente George H.W. Bush en 1992, y ¡ªun caso quiz¨¢ m¨¢s memorable¡ª cuando John McCain reconoci¨® a Barack Obama en 2008. Creo que es justo decir que la probabilidad de que Donald Trump lo haga en un futuro pr¨®ximo, si es que lo hace alguna vez, es menor que cero.
Por desgracia, no se trata solo de que Trump intente controlar la realidad. Aqu¨ª hay algo m¨¢s profundo en juego. Mientras Trump trataba de desacreditar los resultados de las elecciones pidiendo que se detuviese el recuento y haciendo afirmaciones espurias y sin fundamento de fraude electoral, la c¨²pula del Partido Republicano guardaba un inquietante silencio. Salvo el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie y el senador Mitt Romney, los que est¨¢n dispuestos a plantar cara a este intento de seguir profanando las instituciones y las normas de la democracia estadounidense se cuentan con los dedos.
A corto plazo, es probable que esta pol¨ªtica de negaci¨®n forme parte de la estrategia del Partido Republicano para movilizar a sus partidarios y a sus donantes para la pr¨®xima batalla por el control del Senado. Dado que, en Georgia, ninguna de las dos candidaturas a la c¨¢mara alta ha obtenido una victoria clara, a principios de enero se celebrar¨¢n dos segundas vueltas que determinar¨¢n el equilibrio de poder. El Proyecto Lincoln, un grupo de republicanos moderados que ha hecho campa?a para recuperar el alma del partido de manos de Trump, ya ha calificado las elecciones de Georgia como el comienzo de la batalla para derrotar al trumpismo. Del mismo modo, el Partido Republicano de Georgia ha dejado claro que competir¨¢ como si fuese una campa?a nacional para asegurarse de que se comprueba la hipot¨¦tica presidencia de Biden.
La gran pregunta es qu¨¦ significa para el futuro del Partido Republicano el cuestionamiento del resultado de las elecciones. ?Es posible que las denuncias infundadas de fraude electoral se conviertan en parte de un esfuerzo concertado a largo plazo para socavar la legitimidad de la presidencia de Biden? No olvidemos que Trump adquiri¨® prominencia pol¨ªtica como un birther, cuestionando la nacionalidad de Obama. Deslegitimar el derecho del adversario a gobernar es, por supuesto, uno de los pilares del populismo. Est¨¢ por ver si seguir¨¢ si¨¦ndolo de la pol¨ªtica republicana. Asimismo, la ret¨®rica pol¨ªtica nacionalista y culturalmente conservadora del trumpismo, centrada en los agravios de los perdedores del capitalismo as¨ª como en sus triunfadores, tambi¨¦n podr¨ªa estar demasiado arraigada en la psique del partido para cambiar.
Para curar al pa¨ªs, Joe Biden tendr¨¢ que enfrentarse a las divisiones econ¨®micas, sociales, culturales y raciales que caracterizan a los Estados Unidos del siglo XXI, al tiempo que corrige la respuesta fallida de Trump a la pandemia. Su instinto para superar las divisiones pol¨ªticas y su capacidad de lograr una coalici¨®n m¨¢s amplia entre estadounidenses, de intentar unir en vez de atizar la divisi¨®n, le ser¨¢n muy ¨²tiles para ello, aunque tambi¨¦n podr¨ªan enardecer a¨²n m¨¢s a los elementos m¨¢s extremistas de las bases de Trump. Pero, adem¨¢s de ret¨®rica, tambi¨¦n va a tener que poner en pr¨¢ctica un programa pol¨ªtico que reconstruya una econom¨ªa que ha sido incapaz de proporcionar a muchos estadounidenses un aumento de sueldo en d¨¦cadas, encamine al pa¨ªs hacia un futuro sostenible, y ayude a su ciudadan¨ªa a acomodarse mejor a los cambios que el mundo est¨¢ experimentando. Y este programa no podr¨¢ llevarlo a cabo solo.
Cuando el recuento haya terminado, Joe Biden probablemente habr¨¢ ganado m¨¢s de 300 votos en los colegios electorales y el mayor n¨²mero de sufragios populares en la historia de la pol¨ªtica estadounidense con m¨¢s de 80 millones. Sin embargo, esto solo proporciona un mandato te¨®rico para gobernar. No dudo que Biden tenga soluciones reales a los desaf¨ªos a los que se enfrenta Estados Unidos. El que pueda aplicarse a implementarlas depender¨¢ del resultado de las votaciones en Georgia, pero, sobre todo, de qui¨¦n salga victorioso de la batalla por el alma del Partido Republicano. Para dejar atr¨¢s a Trump, los republicanos tendr¨¢n que demostrar que est¨¢n dispuestos a plantar cara a los verdaderos desaf¨ªos que esperan a Estados Unidos y dejar atr¨¢s a Trump.
La batalla para derrotar al trumpismo no ha hecho m¨¢s que empezar.
Matt Browne es investigador principal de American Progress y fundador del Global Progress Summit.
Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.