La indecencia

No siendo historiador ignoro si en los tiempos modernos ha habido un periodo en el que coincidieran, como ahora, tantos jefes de Estado odiosos, y me refiero aqu¨ª a un odio universal, no partidista ni solo ideol¨®gico, sino fundamentalmente estil¨ªstico. Porque una cosa es tenerle man¨ªa a tu alcalde ped¨¢neo y discrepar radicalmente de una presidenta territorial, y otra muy distinta verse afectado por un diluvio lejano que a todos nos arrastra o nos salpica. Mi lista actual de bestias negras blancas de rasgos humanos se extiende por varias latitudes, y ustedes tendr¨¢n las suyas, coincidentes o no, pero es imposible, incluso para los memoriosos de la segunda parte del siglo XX, recordar una explosi¨®n de j¨²bilo como la causada en el mundo por la ca¨ªda de Trump.

Pens¨¦ en lo que dijo Paul Auster respecto al contrincante al que iba a votar, sin que le entusiasmara: ¡°Biden is a decent man¡±. El adjetivo ingl¨¦s tiene un significado muy amplio, pues tanto abarca la falta de obscenidad como el car¨¢cter amable. De las 11 acepciones que el Diccionario Oxford conciso da de decent, ninguna de ellas le cuadra a Trump, y casi todas a Biden. Lo que significa que, m¨¢s all¨¢ de otros razonamientos, 70 millones de norteamericanos votaron el pasado mi¨¦rcoles a sabiendas a alguien de tan exhibida indecencia como Trump. ?Desea tanta gente, y en pa¨ªses civilizados, ser regida por el fanfarr¨®n, por el sexista, por el hazmerre¨ªr, por el que habla de todo sin saber de nada, por el que aferra la carne involuntaria de una mujer por la costumbre que tiene de agarrarlo as¨ª todo? ?Son sus votantes iguales que el votado, le envidian, o s¨®lo se aprovechan del fantasma para fastidiar y dar miedo? ?D¨®nde saldr¨¢ el pr¨®ximo fantoche de la pol¨ªtica?

Una alegr¨ªa a?adida a la celebraci¨®n: saber que es posible cortarle el rollo en directo, urbi et orbi, al presidente de EE UU.