El dolor de Armenia
Los ciudadanos del pa¨ªs asi¨¢tico sufrieron el primer ¡°crimen sin nombre¡± del siglo XX
Cuando hace cinco a?os tuvo lugar el centenario del genocidio armenio, intent¨¦ convencer a mis amigos turcos del absurdo que supon¨ªa mantener la posici¨®n negacionista. El argumento que yo siempre exhib¨ªa era que la denuncia rotunda de la matanza hab¨ªa sido pronunciada nada menos que por Mustaf¨¢ Kemal en 1919, con una condena expl¨ªcita del crimen cometido en 1915, causante de 800.000 muertes. ?Por qu¨¦ encerrarse en una negaci¨®n, absolviendo al arquitecto de esa masacre, el ministro del Interior otomano Talaat Pach¨¢, quien adem¨¢s hab¨ªa tenido la amabilidad de explicar su l¨®gica de exterminio al embajador norteamericano? No tuve ¨¦xito. Mi interlocutor se levant¨® de la mesa para traerme una fotograf¨ªa y a?adir: ¡°Mi abuelo fue colaborador de Talaat Pach¨¢¡±. ?Qu¨¦ decirle?
Sin embargo, la reconciliaci¨®n turco-armenia no estuvo lejos, Antes de 2008 y en 2014-2015 cuando el primer ministro de Erdogan, Ahmed Davutoglu, reconoci¨® ¡°la tragedia armenia¡± y el alcalde de Kars, en tiempos ciudad ruso-armenia, donde queda alg¨²n superviviente, coste¨® un monumento a la fraternidad de ambos pueblos. Erdogan lo hizo destruir. Todav¨ªa en tono menor, el reis rechazaba cualquier reconocimiento y esgrim¨ªa el principio de ¡°una naci¨®n, dos Estados¡± para justificar una alianza ilimitada con Azerbaiy¨¢n, culminada este a?o con la intervenci¨®n formalmente indirecta en la guerra de Nagorno-Karabaj. Drones, misiles, medios electr¨®nicos que desactivaron la defensa antia¨¦rea, contaron m¨¢s que los discutidos mercenarios sirios. La victoria total sobre Armenia ha sido su permanente consigna, por fin realizada.
Los escuetos comentarios de prensa sobre esta guerra, apenas miran a los or¨ªgenes y califican a los de Karabaj como ¡°separatistas¡±, ep¨ªteto que no utilizan para otras causas de independencia nacional. Conviene, sin embargo, atender a las causas de ese ¡°separatismo¡± y al enlace con los hechos de 1915. Ni m¨¢s ni menos, estos consistieron en un intento parcialmente logrado de aniquilaci¨®n de un pueblo, a?adir¨ªamos de una naci¨®n, dise?ado en lo esencial por anticipado.
Las ra¨ªces fueron pol¨ªticas y doctrinales, mirando al pasado. La otra cara de la tolerancia hacia las minor¨ªas religiosas en el Imperio otomano, consist¨ªa de un lado en la detentaci¨®n del poder por el componente isl¨¢mico, con su monopolio de la funci¨®n militar y el consiguiente aval para abusos sobre griegos y armenios, yavur; de otro, la represi¨®n implacable frente a toda protesta. Ambos factores se unieron, con decenas de miles de muertos como resultado, en la primera matanza de masas antiarmenia de 1894-1896, bajo la responsabilidad de Abdulhamid II, un sult¨¢n angustiado por el declive del imperio y dispuesto a aplastar las disidencias cristianas. Erdogan le considera su precursor pol¨ªtico.
Es en esa reacci¨®n al desplome otomano cuando cobra forma el mito panturco o turanio, anunciando la resurrecci¨®n de la raza turca como conquistadora, llamada a dominar el mundo bajo el estandarte del islam. Disc¨ªpulo de Nietzsche, su creador Ziya G?kalp es hoy el inspirador del imperialismo neo-otomano de Erdogan y lo fue hace m¨¢s de cien a?os de la teor¨ªa de que radical intransigencia frente a las reivindicaciones de las minor¨ªas. En la circunstancia critica de 1914-15 la eliminaci¨®n de los armenios constitu¨ªa una exigencia ineludible.
La f¨®rmula de responder con aniquilamiento a las protestas armenias, fue empleada en reiteradas ocasiones, culminando en los sucesos de Adana en 1909, siempre con el balance de asesinatos de masas. Volver¨¢ a suceder en 1920, con el pogromo de Shushi, la ciudad donde ahora fue resuelta la guerra, que pierde entonces la mayor¨ªa de su poblaci¨®n armenia. Los futuros ¡°azerbaiyanos¡± son a¨²n ¡°los tartaros del Caucaso¡±. Y el esquema se reproduce en 1988 y 1990 con los pogromos de Sumga?t y Bak¨², respuesta a la petici¨®n por la regi¨®n aut¨®noma de Nagorno-Karabaj de separarse de Azerbaiy¨¢n, cuando los tres cuartos de su poblaci¨®n son armenios. La URSS todav¨ªa existe. El informe de ¡°los horribles detalles¡± del primero, fue presentado al insensible y neutral politbur¨® del PC sovi¨¦tico. Algunos de los soldados rusos enviados all¨ª, dada la pasividad policial azer¨ª, se hab¨ªan desmayado al contemplarlos.
Hab¨ªa razones, pues, para que los armenios del enclave rechazaran de plano la aceptaci¨®n de una soberan¨ªa que les condenaba al silencio de los corderos. Luego la guerra victoriosa de 1992-94 fue de extrema violencia, con episodios como la matanza de civiles azer¨ªes en J¨®yali, grav¨ªsimo crimen de guerra. La limpieza ¨¦tnica fue total en ambos casos, con cientos de miles de desplazados. Azerbaiy¨¢n exhibe la cifra propia de seiscientos mil expulsados por la contienda, una cifra imposible, ya que no hab¨ªa tantos azer¨ªes en Karabaj y los distritos conquistados por los armenios, seg¨²n el censo de 1989. En cualquier caso, una tragedia, evitable de haberse reconocido la decisi¨®n democr¨¢tica de los ¡°karabaj¨ªes¡± en 1991.
En el cuarto de siglo transcurrido desde entonces, las relaciones de poder cambiaron radicalmente a favor de Azerbaiy¨¢n. Armenia se neg¨® a devolver territorios azer¨ªes ocupados, seg¨²n propon¨ªa el grupo mediador de Minsk, porque nunca era reconocida una independencia de Nagorno-Karabaj. Sorprende, sin embargo, su ausencia de iniciativas ante el ataque azer¨ª del 27-S, pr¨¢cticamente anunciado por las maniobras y las declaraciones conjuntas de Bak¨² y Ankara entre julio y agosto. A Putin, amigo de la dinast¨ªa KGB que rige Afganist¨¢n, no debi¨® gustarle nada el giro democr¨¢tico y proeuropeo de Armenia en 2018, y en contra de lo esperado por Erev¨¢n, dejo hacer, hasta que el aplastamiento militar armenio fue casi total.
Ahora el futuro de lo que queda de Karabaj es sombr¨ªo. Ni siquiera vale prolongar la perspectiva de una autonom¨ªa transitoria protegida por Putin, puesto que el cerco de los vencedores ser¨¢ total. An¨¢logo porvenir aguarda a sus espl¨¦ndidos monasterios, testimonio de la grandeza de una civilizaci¨®n milenaria, que bajo sucesivas dominaciones, y gracias a su cultura y a su religi¨®n supo conservar la identidad nacional y sobrevivir a terribles desgracias.
Los armenios sufrieron el primer ¡°crimen sin nombre¡± del siglo XX, que llev¨® a Raph?el Lemkin a ocuparse del tema, y luego ante la sho¨¢ a elaborar la denuncia y la teor¨ªa del genocidio. A pesar de lo cual, la reacci¨®n jud¨ªa ha sido siempre de claro ego¨ªsmo. Entre nosotros, lo ocurrido en 1915 y ahora pas¨® desapercibido. Nadie ha escuchado la canci¨®n de Charles Aznavour, donde evoca como los armenios cayeron en silencio, ante la indiferencia del mundo, ¡°convertidos en min¨²sculas flores rojas, cubiertas por un viento de arena, y despu¨¦s por el olvido¡±.
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.