Por una transformaci¨®n democr¨¢tica ¡®verde¡¯
Lo que est¨¢ en juego es una transici¨®n ecol¨®gica que conecte las exigencias de la emergencia clim¨¢tica con la diversidad de demandas democr¨¢ticas; socio-econ¨®micas, feministas, antirracistas y LGTBI
Al examinar las diferentes estrategias para abordar los problemas ecol¨®gicos y sociales que se han puesto sobre el tapete con la pandemia, podemos discernir diversos escenarios. En varios pa¨ªses, los Gobiernos neoliberales est¨¢n implementando pol¨ªticas que utilizan al Estado para reafirmar la supremac¨ªa del capital. Este ¡°neoliberalismo de Estado¡± se ve reforzado en muchos casos por medidas autoritarias, confirmando la tesis de Wolfgang Streeck de que la democracia y el capitalismo se han vuelto incompatibles. Con frecuencia esto viene de la mano de un fomento de soluciones digitales inspiradas por el solucionismo tecnol¨®gico de Silicon Valley que ha analizado Evgeny Morozov. El solucionismo afirma que todos los problemas, incluso los pol¨ªticos, tienen una soluci¨®n tecnol¨®gica, lo que propicia la aceptaci¨®n de formas posdemocr¨¢ticas de tecnoautoritarismo que permanecen inmunes al control democr¨¢tico. Es una nueva versi¨®n de la concepci¨®n pospol¨ªtica que se volvi¨® dominante durante la d¨¦cada de 1990. La creencia de que las plataformas digitales podr¨ªan servir de fundamento para el orden pol¨ªtico se corresponde con la idea de los te¨®ricos de la ¡°tercera v¨ªa¡± de que los antagonismos pol¨ªticos han sido superados y que las nociones de derecha e izquierda son categor¨ªas zombies.
Los partidos populistas de derecha promueven una estrategia diferente. Present¨¢ndose como la voz del pueblo, le atribuyen la responsabilidad de la crisis a la pol¨ªtica globalizadora de las ¨¦lites neoliberales. Su discurso antiestablishment, que exalta la soberan¨ªa nacional y exige medidas proteccionistas, es bien acogido en varios medios y encuentra un cierto eco en los sectores populares. Un discurso de esa naturaleza puede, en ciertos contextos, constituir una fuerza de resistencia contra la dominaci¨®n pospol¨ªtica del autoritarismo high-tech, pero a costa de la imposici¨®n de un autoritarismo nacionalista de factura conservadora.
A fin de impedir que la pandemia lleve a la gente a refugiarse en un nacionalismo exclusivo o en aceptar pasivamente soluciones tecnol¨®gicas, es menester que la izquierda adopte una estrategia para afrontar la crisis que despierte un real entusiasmo para defender y profundizar la democracia. Eso requiere reconocer el papel crucial que juegan los afectos en la pol¨ªtica y responder a la demanda de protecci¨®n que suscita la covid-19. De otro modo, esa demanda de protecci¨®n va a ser explotada para justificar proyectos antidemocr¨¢ticos. Como bien ha se?alado Karl Polanyi en La gran transformaci¨®n, cuando las sociedades experimentan disturbios profundos en sus condiciones de vida, la necesidad de protecci¨®n se convierte en la demanda central y la gente est¨¢ dispuesta a seguir a aquellos que creen que van a satisfacerla mejor. Es precisamente ese deseo de protecci¨®n que explica por qu¨¦ actualmente mucha gente est¨¢ asintiendo a formas de control digital que antes rechazaba. O a seguir a los populistas de derecha en reclamar una forma de soberan¨ªa basada sobre un nacionalismo inmunitario.
Frente a la amenaza de soluciones autoritarias a la crisis, es absolutamente vital que la izquierda encare el desaf¨ªo que enfrentan nuestras sociedades de una forma que movilice afectos comunes que empoderen a la gente y orienten su deseo de protecci¨®n en una direcci¨®n solidaria e igualitaria. Por desgracia, el marco te¨®rico racionalista que muy a menudo domina en el pensamiento de la izquierda le impide entender que en pol¨ªtica no basta con tener un programa bien elaborado e ideas correctas. Como nos recordaba Spinoza, las ideas s¨®lo cobran fuerza cuando confluyen con los afectos. Para crear adhesi¨®n y llevar a la acci¨®n, un programa pol¨ªtico debe transmitir afectos que resuenen con las experiencias personales de la gente y que reflejen sus esperanzas y deseos. De ah¨ª la importancia de inscribir este programa en una narrativa que est¨¦ en sinton¨ªa con los significantes centrales del imaginario social.
En 1985, en Hegemon¨ªa y estrategia socialista destacamos el papel afectivo del imaginario democr¨¢tico a la hora de proporcionar la fuerza motriz de las luchas por la igualdad y la libertad en las sociedades democr¨¢ticas. Una de las tesis centrales del libro es que con el surgimiento de nuevas luchas democr¨¢ticas, un proyecto emancipador tiene que articular las demandas de la clase trabajadora con aquellas de los movimientos sociales. Es por eso que propusimos reformular el ideal socialista como un proceso de extensi¨®n y radicalizaci¨®n de la democracia.
Hoy, la crisis clim¨¢tica nos ha forzado a tomar conciencia de que hemos ingresado en una fase en la cual ya no es posible imaginar una radicalizaci¨®n de la democracia que no incluya el fin de un modelo de crecimiento que pone en peligro la existencia misma de la sociedad y cuyos efectos destructivos afectan particularmente los grupos m¨¢s vulnerables. Si queremos luchar por la justicia social es necesario cuestionar el modelo productivista y extractivista de crecimiento y llevar a cabo una verdadera transici¨®n ecol¨®gica que establezca una relaci¨®n distinta entre humanos y no humanos.
Para asegurar la protecci¨®n de la sociedad y sus condiciones materiales de existencia de una manera que profundice la democracia, la estrategia de la izquierda debe consistir en promover una ¡°transformaci¨®n democr¨¢tica verde¡±. Lo que est¨¢ en juego es una transici¨®n ecol¨®gica que conecte las exigencias de la emergencia clim¨¢tica con la diversidad de demandas democr¨¢ticas, tanto las socio-econ¨®micas como las feministas, antirracistas y LGTBI. Indudablemente, no es una tarea f¨¢cil. Pero vislumbrar la transici¨®n ecol¨®gica bajo la modalidad de una transformaci¨®n democr¨¢tica verde deber¨ªa activar el imaginario democr¨¢tico y generar afectos comunes que permitan construir una voluntad colectiva transversal capaz de operar una ruptura con el orden neoliberal y el capitalismo financiero.
El Green New Deal promovido por Alexandria Ocasio-Cortez y el movimiento Sunrise en Estados Unidos es un ejemplo de tal proyecto, ya que vincula la reducci¨®n de emisiones de gases de efecto invernadero con el objetivo de resolver problemas sociales como la desigualdad y la injusticia racial. Incluye varias propuestas importantes ¡ªcomo la garant¨ªa universal por parte del Estado de un empleo pago en la econom¨ªa verde¡ª que son cruciales para asegurar la adhesi¨®n de los sectores populares a la transici¨®n ecol¨®gica, particularmente aquellos cuyos puestos de trabajo van a verse profundamente afectados por ella.
El objetivo de una transformaci¨®n democr¨¢tica verde es lograr justicia social y protecci¨®n para las mayor¨ªas, y no para unos pocos. Significar¨ªa un paso adelante en el proceso de radicalizaci¨®n de la democracia y podr¨ªa proporcionar el significante hegem¨®nico de una cadena de equivalencia entre las demandas que impugnan las m¨²ltiples formas de subordinaci¨®n y discriminaci¨®n. En la actual coyuntura de crisis ecol¨®gica, social y econ¨®mica es como debe visualizarse una estrategia populista de izquierda.
Chantal Mouffe es especialista de teor¨ªa pol¨ªtica.
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