Caricaturas
Quien propone demasiadas puede acabar convirti¨¦ndose en una, y quien se predica como ¨¦mulo de Merkel deber¨ªa tener cuidado: poco a poco, Casado se est¨¢ quedando en Orb¨¢n
¡°?Tanto les cuesta celebrar la Navidad en un pa¨ªs cristiano, en una civilizaci¨®n occidental?¡±. A primera vista, estas palabras de torpe sintaxis podr¨ªan ser de Orb¨¢n, quien en su d¨ªa opuso el cristianismo nada menos que al liberalismo. Pero no. La devota afirmaci¨®n es de Pablo Casado, cada d¨ªa m¨¢s desorientado en su papel de l¨ªder de la oposici¨®n. Tanto es as¨ª que esta semana recurri¨® a las c¨¦lebres ¡°l¨¢grimas de Merkel¡± para afear la conducta de S¨¢nchez, pero le sali¨® una pirueta a lo Steve Bannon: una autoafirmaci¨®n identitaria de Occidente desde la religi¨®n, con un nosotros homog¨¦neo y excluyente. Quiz¨¢s olvid¨® el famoso ¡°el islam forma parte de Alemania¡± con el que la canciller reaccion¨® a la xenofobia de los ultras de Pegida. ?Se imaginan a Casado afirmando tal cosa?
El l¨ªder popular parece haber decidido que, adem¨¢s de asumir el argumentario de Vox, le conviene ser irrelevante como oposici¨®n. Y es que muchas discusiones sobre pol¨ªtica en Espa?a (subida del SMI, prohibici¨®n de desahucios, gesti¨®n de los fondos europeos) las tienen en el interior del Gobierno, con m¨¢s eco que cualquier propuesta que pudiera hacer la oposici¨®n. No deja de ser una anomal¨ªa del sistema, pues el c¨®digo Gobierno/oposici¨®n se traslada al interior mismo del Gobierno de coalici¨®n, mientras el PP evita cumplir su papel de partido de Estado. Casado sigue neg¨¢ndose a negociar la renovaci¨®n del CGPJ al mismo tiempo que nos deleita con su populismo nativista, mostrando la imagen de un Occidente ansioso, incapaz de reivindicarse como modelo inclusivo de valores y libertades c¨ªvicas universales, y asumiendo el conflicto pol¨ªtico a lo Huntington: no se confrontan ideolog¨ªas, el choque es entre culturas.
La pandemia nos devuelve a un paradigma keynesiano, lo que desorienta al discurso pol¨ªtico ultra, que intenta capear un momento desfavorable a su doctrina con cierto libertarismo individualista. Pero el problema de Casado es otro. Su desorientaci¨®n procede del rechazo visceral al Gobierno, por c¨®mo est¨¢ compuesto y por c¨®mo naci¨®. Su desprecio es tan profundo que parece incapaz de hacer oposici¨®n. Por eso no discute sobre pol¨ªticas concretas y prefiere dar la batalla en el mundo de las identidades, siguiendo un esquema trumpiano de manual. En un momento tan decisivo para nuestro pa¨ªs, ante el mayor esfuerzo presupuestario europeo de toda nuestra historia y a las puertas de lo que podr¨ªa convertirse en una segunda ola modernizadora como la vivida con los fondos de cohesi¨®n, Casado persiste en su empe?o de deslegitimar al Gobierno, centr¨¢ndose en atribuirle una identidad sociocomunista, bolivariana y terrorista, en lugar de discutir lo que el Gobierno efectivamente plantea. Quien propone demasiadas caricaturas puede acabar convirti¨¦ndose en una, y quien se predica como ¨¦mulo de Merkel deber¨ªa tener cuidado: poco a poco, se est¨¢ quedando en Orb¨¢n.
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