?Tan ¡®cool¡¯..., tan ¡®ridiculous¡¯!
Los expertos achacan el exceso de anglicismos al complejo de inferioridad o a la ignorancia
¡°El estilo de redacci¨®n debe ser claro, conciso, preciso, fluido y comprensible, a fin de captar el inter¨¦s del lector¡±. Se incumple esa norma del Libro de estilo cuando ese lector se topa con palabras extranjeras que no entiende, cuando la colonizaci¨®n de anglicismos es una pesadilla. Los ling¨¹istas lo achacan al complejo de inferioridad, al esnobismo o a la ignorancia.
El Observatorio L¨¢zaro, una herramienta creada por la ling¨¹ista computacional Elena ?lvarez Mellado, ha contabilizado en noviembre 2.329 anglicismos en EL PA?S. Muchos, no traducidos: shooting, renders, save states, third age, eyeliners, talent shows, host, hub, alley oops, set list, rickshaw, winner takes all, skipping, bartender, londoner, gatekeeper, publisher, input lag, yearboook, must, escape rooms¡
L¨¢zaro refleja 90 anglicismos diarios. El perjuicio es irreparable. El pasado 25, el diario contaba la historia de una mujer y su escort. Juan Carlos G. Solo me espet¨®: ¡°Ni s¨¦ qu¨¦ diablos es un escort ni lo aclara la noticia. Frustrado, paso la p¨¢gina¡±.
Hace meses, Antonio Mu?oz escribi¨® que ya no le¨ªa a determinados periodistas ¡°por obligarme a estar con un traductor para intentar entender el palabro que su complejo de inferioridad o simple estupidez les impele a emplear el ingl¨¦s en vez de su equivalente en castellano¡±.
Protestan incluso quienes dominan el ingl¨¦s. Javier Burgos es profesor de ese idioma: ¡°Menudo complejo de inferioridad debe existir para que los medios copien el ingl¨¦s y permitan la destrucci¨®n de nuestro idioma¡±. O Juan M. Varela, que se considera biling¨¹e: ¡°?Por qu¨¦ EL PA?S ofrece a los lectores sus newsletters y no sus boletines?¡± O Julia Sanandr¨¦s, desde EE UU: ¡°No pong¨¢is palabras en ingl¨¦s cuando existen en castellano. Al final, no sabes ni un idioma ni el otro¡±.
En un oficio en el que prima la econom¨ªa de palabras, el abuso del ingl¨¦s origina duplicaciones tan absurdas como innecesarias: ¡°easter egg (huevo de Pascua)¡±, ¡°new sincerity¡nueva sinceridad¡±, ¡°blended finance o financiaci¨®n combinada¡±, clown parade (desfile de payasos)¡± o ¡°spreads (primas de riesgo)¡±.
Siempre ha habido incorporaciones de otros idiomas. Es ¡°normal y saludable¡± cuando no hay equivalencias en espa?ol, como ha respondido por escrito el director de la Real Academia Espa?ola (RAE), Santiago Mu?oz Machado, quien defiende en esos casos ¡°las adaptaciones gr¨¢ficas¡±. Ha ocurrido con f¨²tbol, tuit, guasap, selfi o pirsin. No es ese el problema, sino caer en ese abuso ¡°por esnobismo o pereza¡± cuando existen equivalentes en espa?ol: ¡°break por descanso, shooting por sesi¨®n de fotos, briefing por informe, bullying por acoso¡¡± ¡°Son este tipo de ejemplos los que hay que combatir¡±, dice Mu?oz Machado, ¡°porque esconden un cierto complejo de inferioridad¡±.
A ese ¡°complejo de inferioridad¡± alud¨ªa ?lex Grijelmo, subdirector de Edici¨®n del peri¨®dico, en su libro Defensa apasionada del idioma espa?ol (1998). Para Grijelmo, los anglicismos ¡°constituyen a menudo un fracaso del periodista¡±, incapaz de encontrar una alternativa adecuada en espa?ol. Esos extranjerismos, recuerda, ocupan a veces el lugar de t¨¦rminos m¨¢s precisos en castellano: ¡°password desplaza a clave o contrase?a; know-how quita el sitio a conocimiento, pr¨¢ctica, experiencia, habilidad o destreza¡±.
El Libro de estilo insiste en esa idea cuando destaca que, ¡°por regla general, no deben utilizarse palabras de lenguas distintas a aquella en la que se escribe, mientras existan otras sin¨®nimas en ese idioma¡±. El uso de anglicismos es apropiado a veces, especialmente en historias sobre tecnolog¨ªa o ciencia, pero, salvo excepciones espec¨ªficas de amplio conocimiento, deben ir acompa?ados de una explicaci¨®n al alcance de los lectores.
La pr¨®xima edici¨®n del Libro de estilo se?ala: ¡°El uso de tecnicismos no da idea de que un periodista ha adquirido muchos conocimientos en una materia espec¨ªfica, sino todo lo contrario: que es incapaz de explicarlos en un lenguaje comprensible por su p¨²blico. Por tanto, este libro tiende a desaconsejarlos si no van acompa?ados de una explicaci¨®n¡±.
No encaja en esa regla que la ¨²ltima revista Retina incluya 72 anglicismos; el ¨²ltimo suplemento Negocios de noviembre, 42; 13 en una cr¨®nica de inmuebles o nueve en una necrol¨®gica. Hay ejemplos superfluos: ¡°La crisis que viv¨ªa la hight street brit¨¢nica¡¡±, ¡°¡el trabajo inteligente (smart working)..¡±, ¡°¡los brit¨¢nicos, siempre tan polite¡¡±, ¡°ejes prime¡±¡
La RAE afe¨® en 2016 el exceso de anglicismos al se?alar que muchos anuncios eran ¡°???tan cool¡, tan trendy¡, tan ridiculous!!!¡± El Roto explica d¨®nde estamos ahora mediante el consejo de una madre: ¡°El espa?ol es de pobres; tienes que aprender ingl¨¦s¡±. ¡°Yes, Mom¡±, responde su hijo. ?Pobres y acomplejados?
¡ª¡ª¡ª¡ª¡ª¡ª¡ª
El Defensor del Lector contesta
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