Aqu¨ª no ha pasado nada
Como en Macondo aquel lejano 6 de diciembre de 1928, la paz reina en Nicaragua. Quienes fueron asesinados en las calles, murieron de muerte natural, en sus casas o en los hospitales, o no se murieron nunca
Una de las grandes virtudes que tiene Cien a?os de soledad, novela de todos los tiempos de Am¨¦rica Latina, es la de servir como arquetipo de situaciones hist¨®ricas que se repiten porque los mecanismos y las trampas del poder siguen siendo las mismas. Derecha o izquierda. Da lo mismo.
Despu¨¦s que se produce la masacre de los trabajadores bananeros en huelga, congregados en la plaza de la estaci¨®n del ferrocarril, que deja tres mil muertos, los cad¨¢veres son acarreados en doscientos vagones de carga y echados al mar como banano de rechazo. Pero ¡°la versi¨®n oficial mil veces repetida y machacada en todo el pa¨ªs por cuanto medio de divulgaci¨®n encontr¨® el gobierno a su alcance, termin¨® por imponerse: no hubo muertos, los trabajadores satisfechos hab¨ªan vuelto con sus familias¡±.
Y mientras tanto, bajo el toque de queda impuesto por la ley marcial, los soldados ¡°derribaban puertas a culatazos, sacaban a los sospechosos de sus camas y se los llevaban a un viaje sin regreso. Era todav¨ªa la b¨²squeda y el exterminio de los malhechores, asesinos, incendiarios y revoltosos¡±. Y para quienes preguntaban por sus familiares desaparecidos, la respuesta era: ¡°en Macondo no ha pasado nada, ni est¨¢ pasando ni pasar¨¢ nunca. Este es un pueblo feliz¡±.
A partir del mes de abril de 2018 se dieron en Nicaragua protestas de j¨®venes desarmados que fueron reprimidas a balazos en las calles, con un saldo de m¨¢s de 300 muertos y decenas de heridos. Una masacre ejecutada a lo largo de varias semanas, ampliamente documentada por los organismos internacionales de derechos humanos, expulsados luego del pa¨ªs, de la que existen innumerables testimonios recogidos en videos y fotograf¨ªas, y de la cual dieron cuenta los medios de prensa en el mundo. Centenares acabaron en las c¨¢rceles, y m¨¢s de cien mil salieron huyendo del pa¨ªs, seg¨²n datos oficiales de ACNUR.
Apenas han pasado dos a?os. Pero este mes de diciembre, durante un acto de presentaci¨®n de credenciales de 12 nuevos embajadores, el presidente Daniel Ortega ha negado que semejante masacre haya ocurrido. En Nicaragua no ha pasado nada, ni est¨¢ pasando ni pasar¨¢ nunca. Este es un pueblo feliz.
Peor que eso, ocurri¨® lo contrario. Malhechores, asesinos, incendiarios y revoltosos salieron a las calles para derrocar al Gobierno democr¨¢tico. Igual que en Macondo. ¡°Aqu¨ª vino la protesta armada, armada de fusiles, de escopetas, de ataques las instituciones del Estado, de destrucci¨®n a los hospitales y quema de los hospitales, destrucci¨®n de las escuelas y quema de las escuelas, destrucci¨®n de las alcald¨ªas y quema de las alcald¨ªas, todo lo que se hab¨ªa logrado construir en beneficio de los pobres, en beneficio del pueblo¡±.
?Y los informes de las comisiones de derechos humanos? ¡°tanto los de Naciones Unidas como los de la OEA, lo que se dedicaron fue a hacer entrevistas, donde sin ninguna fundamentaci¨®n acusaban a la polic¨ªa, al Frente de haber matado a ciudadanos que hab¨ªan fallecido en los hospitales por otras razones¡±.
?Y las listas de muertos? Son inventadas. ?Y los centenares de heridos? Nunca existieron. ?Y los presos? Son reos comunes, delincuentes, traficantes de drogas. ?Y los cien mil exiliados? Se han ido del pa¨ªs por su gusto.
Como en Macondo aquel lejano 6 de diciembre de 1928. La paz reina en todo el territorio nacional. Quienes fueron asesinados en las calles por tiros de metralla y fuego de francotiradores con fusiles Catatumbo de fabricaci¨®n venezolana, murieron de muerte natural, en sus casas o en los hospitales, o no se murieron nunca y se han escondido de la vista p¨²blica s¨®lo para desprestigiar a la autoridad constituida.
Lo que estos revoltosos hac¨ªan era enlistar a los muertos como v¨ªctimas propias: ¡°ellos mismos filmaban el momento de la captura, filmaban el momento que los estaban rociando de combustible, filmaban el momento que le daban fuego y estaban ardiendo y lo pasaban por las redes¡±.
¡°Malhechores, asesinos, incendiarios y revoltosos¡±, se?ala la autoridad militar que impone el orden en Macondo tras la masacre que nunca existi¨®. Y la primera dama de Nicaragua declara: ¡°desgraciadamente cuando decimos que la historia se repite, tenemos que reconocer que los traidores son plaga, son comejenes, hongos bacterias que se reproducen¡±. Y tambi¨¦n son vampiros chupasangre, t¨®xicos, rastreros, sat¨¢nicos.
La falsificaci¨®n de la realidad, es de vieja data. No hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera las realidades alternativas. El poder absoluto, que busca ser un poder para siempre, establece sus propias falsedades como verdad, y aplica una gruesa capa de alquitr¨¢n para borrar los hechos, escribiendo encima un nuevo relato con la ambici¨®n de que llegar¨¢ a ser cre¨ªdo como ¨²nico verdadero. Y el lenguaje erizado de ep¨ªtetos que descalifican, niegan, rebajan, tampoco es ninguna novedad.
Lo recordaba al leer hace poco un escrito del juez Baltasar Garz¨®n, cuando habla del fascismo de derecha en Espa?a. Porque tambi¨¦n hay un fascismo de izquierda, y los lenguajes son similares. Dice Garz¨®n que se divide ¡°a la poblaci¨®n entre buenos y malos, entre patriotas y traidores, convirtiendo al adversario pol¨ªtico en enemigo. Una vez que est¨¢ claro qui¨¦n es qui¨¦n, viene el proceso de deshumanizaci¨®n del contrincante, tild¨¢ndolo de rata, escoria, garrapata, piojo o peste¡±. O cucarachas, dice el juez Garz¨®n. Humanoides.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y Premio Cervantes 2017.
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