Democracia y demagogia. De la mano de la mentira
En nombre de la mayor¨ªa se liquida la democracia. Intentos como el del asalto al Capitolio son resultado de movilizaciones ideol¨®gicas que se sostienen en relatos a los que la realidad les importa un bledo
Hace ahora cuatro a?os se produjeron dos acontecimientos que han venido a cambiar el curso de la historia, al menos de la reciente. Por una parte, el refer¨¦ndum sobre el Brexit y, de otra, la elecci¨®n de Trump como presidente de Estados Unidos pocos meses despu¨¦s. Ambos eventos acaecieron contra todos los pron¨®sticos, predicciones y prognosis, lo que muestra de entrada dos ense?anzas, que valen tambi¨¦n para el asalto al Capitolio. La primera, que no es f¨¢cil aventurar el futuro y los especialistas nos equivocamos a veces de modo garrafal; un poco de humildad nunca sobra. La segunda es que los acontecimientos m¨¢s importantes ocurren justamente porque no se prev¨¦n, pues si se hubieran previsto, es probable que no hubieran ocurrido; el Brexit, la elecci¨®n de Trump o el asalto al Capitolio son ejemplos de ello. No hablo tanto de cisnes negros como de predicciones autonegadas, reflexivas, en las que, lo que esperamos, acaba alimentando lo inesperado.
En todo caso, los acontecimientos de Washington el d¨ªa de Reyes Magos ¡ªuna amarga iron¨ªa¡ª sugieren no pocos comentarios. Me atrevo a a?adir algunos m¨¢s a los dos ya formulados.
Y el m¨¢s importante, sin duda, es que la democracia nunca est¨¢ consolidada y jam¨¢s debe darse por supuesto. Las generaciones de espa?oles mayores lo sabemos, no as¨ª los m¨¢s j¨®venes, que se han criado en ella, y la dan por descontada. Mala cosa, pues es m¨¢s fr¨¢gil de lo que pensamos, y ello porque su mayor enemigo es la demagogia, que se aprovecha de la regla de la mayor¨ªa, pero para laminarla. El mundo est¨¢ hoy lleno de democracias iliberales, falsas, con elecciones y mayor¨ªas m¨¢s o menos ama?adas. Esa es la raz¨®n de que el verdadero test de la democracia no son las elecciones, sino el respeto a la minor¨ªa. Y por eso tambi¨¦n los referendos ¡ªcomo el Brexit¡ª no s¨®lo no solucionan nada, sino que con frecuencia profundizan en la divisi¨®n. Un 51% no respeta a la minor¨ªa.
Si el tal¨®n de Aquiles de las democracias es la vulnerabilidad interna, los golpes de Estado (digamos) ¡°modernos¡± no lo asaltan desde fuera ¡ªcomo la Bastilla o el Palacio de Invierno¡ª, sino desde dentro, aprovechando los recursos del mismo Estado y una mayor¨ªa m¨¢s o menos coyuntural. Una estrategia ¡ªla del entrismo¡ª, que no fue inventada por Trotski como suele creerse, pues comenz¨® con Mussolini, le imit¨® Hitler con ¨¦xito notable, y hoy continua con Ch¨¢vez, Erdogan, Bolsonaro, Kaczynski, AMLO, Duterte, y el propio Trump. Y aqu¨ª y ahora con el separatismo catal¨¢n, que abusa del Estado para subvertirlo; y con Podemos, que lo intenta desde el mismo Gobierno de la naci¨®n. La t¨¢ctica es conocida: se genera desorden, se ofrecen como salvadores para acabar con el desorden, y para ello se obtienen leyes habilitantes que subvierten el rule of law y cancelan el juego de las instituciones, especialmente las protectoras de las minor¨ªas, ya sean la Constituci¨®n, los jueces, la corona, el ej¨¦rcito o la polic¨ªa. Todo en nombre de la mayor¨ªa, de modo que la l¨®gica ¡ªla hybris¡ª democr¨¢tica liquida la democracia. La actual pandemia ¡ªcomo ha mostrado Freedom House en un reciente informe¡ª est¨¢ amparando no pocas de esas leyes habilitantes, dando lugar a un notable crecimiento de democracias iliberales en el mundo. Y desde luego, un estado de alarma de seis meses para gobernar mediante decretos leyes ¡ª78 en dos a?os, nada menos¡ª no tranquiliza mucho. No todo lo legal es leg¨ªtimo.
El gran instrumento de la demagogia es la mentira; Goebbels lo sab¨ªa bien. Primero se marca al ¡°otro¡±, luego se estigmatiza, finalmente se le pone una diana ¡ªo una estrella amarilla¡ª, y finalmente se ¡°depura¡±. Puede tratarse de caramelos envenenados, conspiraciones de sabios jud¨ªos, multinacionales farmac¨¦uticas, trilaterales, neoliberalismo, Espanya ens roba, vacunas perversas, redes ped¨®filas o cualquier otro disparate. La gente no se interesa mucho por las complejidades de la pol¨ªtica; est¨¢ en sus propias preocupaciones, busca explicaciones sencillas, y la m¨¢s simple es suponer que, en alguna parte, un grupo de manipuladores hiperinteligentes mueve los hilos de la historia, aunque sepamos que esta es m¨¢s resultado de la ignorancia y la torpeza que de la inteligencia.
Y finalmente, el gran aliado de la mentira son hoy las redes sociales, que se han revelado como un magn¨ªfico instrumento para diseminar la posverdad. De una parte rompen el espacio p¨²blico en burbujas opin¨¢ticas autogratificadas que se retroalimentan, y la racionalidad y la prueba emp¨ªrica desparecen; si todos los creen, ?c¨®mo no voy a creerlo yo? Es m¨¢s, la fragmentaci¨®n del ¨¢gora publica impide hablar de ¡°una¡± opini¨®n p¨²blica; ni siquiera compartimos los mismos hechos. Los hombres actuamos, no en funci¨®n de como son las cosas, sino en funci¨®n de c¨®mo nos las representamos, y los golpismos ¡ªm¨¢s a¨²n los posmodernos¡ª viven de controlar el ¡°relato¡± y la narraci¨®n, les importa un bledo la realidad. Como cuenta Ian Kershaw en su magn¨ªfica biograf¨ªa de Hitler, a ¨¦ste s¨®lo le importaban sus discursos y la propaganda, tarea en la que era un magn¨ªfico profesional. El Al¨® presidente, las ¡°ma?aneras¡± de L¨®pez Obrador o el gobierno por tuits de Trump, siguen la misma t¨¢ctica: ocupar el espacio p¨²blico con mensajes cortos, sencillos, emocionales (no contrastables), repetitivos y divisivos. Hemos constatado una y otra vez que nada hay m¨¢s poderoso y peligroso que las ideolog¨ªas (ya sean religiosas, nacionales, de clase, ¨¦tnicas, etc¨¦tera), y de eso se trata. ETA fue pura ideolog¨ªa, el separatismo catal¨¢n lo es, lo es tambi¨¦n el yihadismo, todos ellos carentes de justificaci¨®n. Y por supuesto lo son el fascismo y el comunismo, aunque este cuente en Espa?a con una notable (e inmerecida) tolerancia. Pero el medio es el mensaje, y las nuevas ideolog¨ªas posmodernas se ajustan a un tuit como un guante.
Por otra parte ?hay mejor instrumento para convocar y gestionar happenings que las redes sociales? Con un golpe de tuit las multitudes se ponen en marcha al instante y su misma movilizaci¨®n puede ser gestionada on line. Lo hemos visto una y otra vez en muchos lugares, a veces para bien, otras para mal. De modo que, sin redes sociales y su reiterado abuso por Trump, los acontecimientos del Capitolio ni se hubieran podido gestar ni se hubieran producido. Twitter ha sido mucho m¨¢s potente que el Bolet¨ªn Oficial.
La ¨²ltima lecci¨®n de los Reyes Magos es ya conocida: la realidad supera siempre a la ficci¨®n. Lo aprendimos el 11-S y el 14-M, lo hemos visto con la pandemia, y lo hemos corroborado en Washington. Jam¨¢s pudimos imaginar hordas salidas de Mad Max ocupando el centro sagrado de la democracia mundial. No lo cre¨ªamos posible, y por eso ocurri¨®, pero ha sido el resultado inevitable de potentes movilizaciones ideol¨®gicas en la mentira. La salud de la democracia exige una vigilancia estricta y pocas bromas con quienes nos aseguran que desean liquidarla. Y hay que creerles en lo que dicen y no pensar, complacientemente, que son exageraciones o exabruptos, como pens¨¢bamos que hac¨ªa Trump y como hicieron las autoridades americanas. Si te dicen que quieren asaltar los cielos, cercar el Parlamento o acabar con la Monarqu¨ªa o el r¨¦gimen del 78, cr¨¦elos. Cr¨¦elos incluso si te dicen que desean azotar a una persona hasta que sangre. Es eso lo que quieren hacer. No mires para otro lado.
Emilio Lamo de Espinosa es catedr¨¢tico em¨¦rito de Sociolog¨ªa y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas.
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