Federalismo, un proyecto en com¨²n
La pandemia reclama una gobernanza m¨¢s democr¨¢tica y multilateral de la globalizaci¨®n
A veces se oye, se lee, se discute sobre el car¨¢cter divisorio del federalismo. Se le atribuyen consecuencias adversas para la convivencia entre regiones y autonom¨ªas, se le considera injusto pues consagra desigualdades entre la ciudadan¨ªa. Algunas de estas voces son claramente interesadas, las sostienen partidarios de una idea de unidad de la patria obsoleta. Pero creemos que, en su mayor¨ªa, estas opiniones est¨¢n desinformadas, y no debemos imputar a convicciones ideol¨®gicas lo que es falta de conocimiento o simple desinter¨¦s. Desde estas l¨ªneas deseamos reconducir algunas de las falsas ideas, especialmente aquellas que lo asocian con vicios pol¨ªticos de otra ¨¦poca como las taifas, el feudalismo o el cantonalismo. A primera vista puede resultar chocante para el lector que los federalistas hablemos de un proyecto en com¨²n para Espa?a. ?Por qu¨¦?
Quiz¨¢s porque los partidarios del federalismo no hemos sabido explicar que nuestra propuesta no es disgregadora, al contrario, en la esencia del federalismo encontramos otra forma de entender la unidad respetando las diferencias, eso s¨ª, pero unidad al fin y al cabo. A menudo la ¨²nica voz que se escucha en los ambientes federalistas es la que pone ¨¦nfasis en la diversidad y en las identidades. No es que no deba ser as¨ª, puesto que de conjugar y asumir diferencias se trata, pero no podremos conseguir esa deseable nueva unidad si no llegamos a un consenso en torno a un proyecto com¨²n ilusionante, una segunda Transici¨®n en clave federal.
El federalismo, si llega, ser¨¢ por la convicci¨®n compartida entre las fuerzas pol¨ªticas de que tenemos una asignatura pendiente: la de organizar mejor el Estado para ganar en estabilidad, eficiencia, coordinaci¨®n y convivencia. Las autonom¨ªas consagraron las naciones hist¨®ricas, dot¨¢ndolas de autogobierno, uso libre de las lenguas y corresponsabilidad fiscal, y otorgaron a otras regiones de Espa?a la capacidad para organizar sus comunidades y hacer frente a las particularidades de sus ciudadanos, de su historia y de su geograf¨ªa. Esta es la base del federalismo. Pero ?qu¨¦ nos sobra y qu¨¦ nos falta?
La divisi¨®n del Estado en 17 autonom¨ªas facilit¨® el nacimiento de ¨¦lites locales que, por lo general, han puesto mayor ¨¦nfasis en la defensa de sus prerrogativas que en coordinarse y colaborar con el resto de Gobiernos aut¨®nomos. Es indudable que el autogobierno ha conllevado una mejora de las condiciones locales de vida y que la gran mayor¨ªa de espa?oles cree que el r¨¦gimen del 78 supuso un gran progreso no solo en cuanto al advenimiento de la democracia se refiere, sino a la mayor autonom¨ªa de las periferias para crecer y desarrollarse. No debemos infravalorar estos logros, tenemos que estar orgullosos de haber consumado una Transici¨®n que se enfrentaba a serias dificultades. Pero los federalistas creemos que, paralelamente, se ha producido una divisi¨®n creciente entre muchas de ellas y ha menguado la necesaria lealtad y cooperaci¨®n institucional imprescindibles para la estabilidad pol¨ªtica y la calidad democr¨¢tica. Muy especialmente, el progreso del separatismo y del nacional-populismo y la creciente polarizaci¨®n ponen en riesgo la convivencia entre espa?oles y ha provocado reacciones de ultraderecha que siguen reclamando la unidad de la patria basada en la uniformidad, el centralismo econ¨®mico y la restricci¨®n de las libertades, una idea de unidad que tuvo un pasado pero que no tiene ning¨²n futuro.
El federalismo, en la medida en que propone otro significado de unidad, podr¨ªa tener una oportunidad en el credo de los partidos liberales y conservadores moderados pues recupera la necesidad de construir un futuro en el que la gobernanza local se acople con la estatal de forma m¨¢s natural, en el que las competencias del Estado y de las autonom¨ªas queden mejor perfiladas, donde funcione sin trabas el principio de subsidiariedad. No es solo un wishful thinking. En su momento, tanto Albert Rivera como el mism¨ªsimo Garc¨ªa-Margallo opinaron favorablemente sobre la posibilidad de una reforma constitucional en clave federal. Un art¨ªculo de M. Cruz y J. A. Zarzalejos, publicado en 2019, ya llamaba a la convergencia de todos los pueblos de Espa?a hacia un nuevo marco institucional y moral.
La pandemia actual ha puesto en evidencia la necesidad de crear un ambiente de mayor confianza y lealtad entre gobernantes y de dise?ar instituciones que respondan m¨¢s eficaz y coordinadamente a los grandes retos estrat¨¦gicos a los que se enfrentan los Estados modernos, como el terrorismo, el cambio clim¨¢tico, la deuda o la plaga que estamos viviendo, que requieren una gobernanza m¨¢s democr¨¢tica y multilateral de la globalizaci¨®n. Los partidos pol¨ªticos han de escuchar a una ciudadan¨ªa cansada de los rifirrafes parlamentarios que parecen tener una agenda propia indiferente a los problemas del d¨ªa a d¨ªa: la sanidad, la movilidad, la desigualdad, el deterioro de la ense?anza, el paro juvenil y tantos otros. Al final, la ¨²nica justificaci¨®n del poder es el servicio y la construcci¨®n de una convivencia amable y justa, no el ensimismamiento y la crispaci¨®n. El horizonte federal de un proyecto en com¨²n, que comienza en Espa?a y contin¨²a en Europa, ofrece incentivos para despertar la ilusi¨®n ciudadana que comporta la cooperaci¨®n frente a la fragmentaci¨®n y la exclusi¨®n.
Antonio Sitges-Serra y Tom¨¢s Jim¨¦nez Araya son miembros de Federalistes d¡¯Esquerres.
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