Las elecciones del cansancio
Que nadie se lleve a enga?o: todo indica que de las urnas s¨®lo puede salir una mayor¨ªa de los partidos independentistas hoy en abierta disputa o una mayor¨ªa de izquierdas nada f¨¢cil de articular
La pandemia y la larga resaca de la crisis de octubre de 2017 marcan unas elecciones catalanas con alta carga de fatiga. En tres a?os el conflicto catal¨¢n ha quedado instalado en una fase de estancamiento que, aunque algunos pueden verla como un respiro y otros como la antesala de un nuevo salto, en realidad es nociva para todos: para Catalu?a, cada vez m¨¢s baja de tono, instalada en una fase en que predomina el des¨¢nimo y la sensaci¨®n de bloqueo, y para Espa?a, que sigue evidenciando la dificultad de afrontar pol¨ªticamente la cuesti¨®n catalana, con el Gobierno postergando las se?ales de acercamiento, y poniendo de manifiesto los desajustes de un r¨¦gimen en el que reina la confusi¨®n de poderes entre pol¨ªtica y justicia.
A una situaci¨®n ya compleja de por s¨ª vino a a?adirse la pandemia, que, adem¨¢s de la p¨¦rdida de vidas, lastra a la ciudadan¨ªa con una carga psicol¨®gica que no ayuda a afrontar cuestiones complejas. Puede que el efecto fatiga haya contribuido a desmovilizar al soberanismo y ciertamente la amenaza a la salud es la mejor garant¨ªa de la servidumbre voluntaria. Ha aumentado el desgaste de los gobernantes y el cansancio de los ciudadanos, y con ¨¦l la sensaci¨®n de que la pol¨ªtica catalana languidece.
Las elecciones deber¨ªan servir para reactivar la gobernanza y acabar con el doble lastre de la confusi¨®n en la gesti¨®n y el recurso a las grandes promesas que la cruda realidad ha convertido en simples letan¨ªas. Unos esperan de ellas la derrota del independentismo que vienen anunciando desde hace una d¨¦cada, otros la confirmaci¨®n de la mayor¨ªa soberanista, pero creo que lo razonablemente deseable ser¨ªa que de estas elecciones saliera la reconducci¨®n de la cuesti¨®n catalana al ¨¢mbito de la pol¨ªtica, con la progresiva desjudicializaci¨®n que empieza por los indultos y el mutuo reconocimiento de las reglas del juego. Y un Gobierno que ponga a Catalu?a en la imprescindible v¨ªa de un relanzamiento pol¨ªtico, moral y econ¨®mico despu¨¦s de la doble crisis.
Las circunstancias no ayudan y lo m¨¢s probable es que estas elecciones las decida la abstenci¨®n ¡ªes decir, que gane el que logre que menos votantes se le queden en casa¡ª. Unas cifras bajas de participaci¨®n ser¨¢n argumento para la deslegitimaci¨®n que utilizar¨¢n los que pierdan. Pero, en cualquier caso, ni ser¨¢ la derrota definitiva del independentismo ni un nuevo salto de este hacia el para¨ªso, por m¨¢s que unos y otros sigan instalados en sus soliloquios, para garantizar, por lo menos, la movilizaci¨®n de los convencidos. Si algo puede mover los m¨¢rgenes es el cansancio. Pero que nadie se lleve a enga?o: todo indica que de las urnas s¨®lo puede salir una mayor¨ªa de los partidos independentistas hoy en abierta disputa o una mayor¨ªa de izquierdas nada f¨¢cil de articular. Y la pol¨ªtica se hace afrontando la realidad, no neg¨¢ndola conforme a los intereses de cada uno.
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