?C¨®mo hay que llamarlo?
Fen¨®menos como el bolsonarismo y el trumpismo desaf¨ªan a la prensa a asumir responsabilidades y a fortalecer la b¨²squeda de la verdad
Un estudio publicado en exclusiva por EL PA?S sostiene que Jair Bolsonaro lider¨® ¡°una pol¨ªtica institucional de propagaci¨®n del virus¡±, con el objetivo de contagiar a la mayor parte de la poblaci¨®n para acelerar la reanudaci¨®n de las actividades econ¨®micas. Realizado por la Universidad de S?o Paulo y la ONG Conectas Derechos Humanos, el estudio se basa en el an¨¢lisis de 3.049 normas federales de 2020. Los actos y las declaraciones ...
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Un estudio publicado en exclusiva por EL PA?S sostiene que Jair Bolsonaro lider¨® ¡°una pol¨ªtica institucional de propagaci¨®n del virus¡±, con el objetivo de contagiar a la mayor parte de la poblaci¨®n para acelerar la reanudaci¨®n de las actividades econ¨®micas. Realizado por la Universidad de S?o Paulo y la ONG Conectas Derechos Humanos, el estudio se basa en el an¨¢lisis de 3.049 normas federales de 2020. Los actos y las declaraciones de Bolsonaro y su Gobierno fueron determinantes para producir m¨¢s de 220.000 muertes. Ya han llegado m¨¢s de 60 solicitudes de impeachment contra Bolsonaro al Congreso y tres comunicaciones por cr¨ªmenes de lesa humanidad relacionados con la covid-19 en la Corte Penal Internacional. La pregunta es: ?cu¨¢ndo la prensa se permite llamar a un delito ¡°delito¡± y a un criminal ¡°criminal¡±?
No hay una respuesta f¨¢cil. El periodismo serio solo considera culpables a quienes han sido condenados por el sistema formal de justicia. Por buenas razones, entre ellas el rigor que protege a la prensa de cometer injusticias y a la sociedad de sufrirlas. El problema es que, seg¨²n este criterio, a muchos de los genocidas de la historia nunca se les considerar¨ªa como tal en su ¨¦poca, porque tienen el control total o parcial del Estado. Lo mismo ocurre con los asesinos, secuestradores y torturadores. En Brasil, la dictadura c¨ªvico-militar (1964-1985) mat¨® a m¨¢s de 8.000 ind¨ªgenas y a m¨¢s de 400 no ind¨ªgenas. Aunque los autores fueron identificados, ninguno fue encarcelado.
En su biograf¨ªa, el expresidente Barack Obama cuenta que la prensa contribuy¨® a la g¨¦nesis de criaturas como Donald Trump y similares, a quienes se les dio un amplio espacio en peri¨®dicos respetables para difundir sus mentiras. El resultado fue la corrosi¨®n de la esencia del periodismo: los hechos. Y, con ella, la corrosi¨®n de una de las mayores democracias del mundo, con sucesos como la invasi¨®n del Capitolio y cinco muertos.
La prensa desempe?¨® un papel en la ascensi¨®n de fen¨®menos como el trumpismo y el bolsonarismo, que est¨¢n lejos de desaparecer, al resistirse a tratar las mentiras como mentiras y los delitos como delitos. Tambi¨¦n se equivoc¨® durante d¨¦cadas al equiparar a negacionistas del clima con cient¨ªficos de probada credibilidad, informando apenas a la sociedad sobre un tema que afecta a la propia supervivencia de la especie.
Es urgente volver a pactar las reglas establecidas en el siglo XX, mucho antes de que Internet transformara el mundo y la convivencia en algo mucho m¨¢s complejo. El periodismo necesita nuevas estrategias. No para debilitar el rigor, lo cual solo igualar¨ªa la prensa a las redes sociales, sino, para fortalecer la b¨²squeda de la verdad, un compromiso fundamental del periodismo que merece este nombre.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.