No estar¨¦is enamorados
Lo que antes le hac¨ªa gracia ahora ya no se la hace porque, como escribe Milena Busquets, ¡°no hay nada tan dif¨ªcil como hacer re¨ªr a un exnovio que todav¨ªa te quiere¡±
Una chica va de compras con su madre y, al volver a casa en coche, la madre le dice que cambie el recorrido habitual y suba por otra calle para llegar antes. ¡°Pero si siempre vamos por aqu¨ª¡±, protesta la chica, hasta que de repente cae en la cuenta: ¡°T¨² no estar¨¢s enamorada, ?verdad?¡±. La escena est¨¢ escrita por Milena Busquets en Gema (Anagrama, 10 de febrero), y la protagonista cree que su madre se ha vuelto a enamorar porque ¡°no hay demasiadas cosas que alteren el curso de nuestros pasos, tan firmes y decididos¡±. Sobre todo el camino a casa, del que defiende esa mujer que es uno de los cuatro caminos que siempre tomamos igual a lo largo de nuestra vida, como el camino para ir al colegio o al centro de la ciudad. Tan automatizados que a veces salimos del portal hablando por tel¨¦fono, olvidamos ad¨®nde nos dirigimos, y el piloto autom¨¢tico nos lleva a un carril que s¨®lo pertenece a lo m¨¢s profundo de nosotros, una conexi¨®n entre el cerebro y los pies que sobrevuela el resto del cuerpo sin que la percibamos y que, al menos en mi caso, ya est¨¦ en Australia o en Madrid, siempre me dirige hacia mi madre.
?En qu¨¦ momento algo as¨ª, tan firme e inconsciente, puede terminar siendo objeto de cambio? ¡°No estar¨¢s enamorada, ?verdad?¡±. S¨®lo una sacudida de ese calibre puede convencerte, por consejo del enamorado, de que hay un camino mejor para regresar a casa que el que has hecho durante d¨¦cadas, como le ocurre a la mujer del libro. Es impresionante c¨®mo algo tan complejo como el enamoramiento, sostenido por la qu¨ªmica y el azar, dependiente de emociones delicad¨ªsimas de nuestro cerebro que de repente se armonizan tras una explosi¨®n de oxitocina, se revela en el gesto m¨¢s est¨²pido. La mano que agarras en la mesa cuando empieza a temblar la tierra, creyendo el fin del mundo, y que resulta que no es la mano de tu pareja. Yo mismo, ciego y cansado, fui el ¨²ltimo en reparar en que dos de mis mejores amigos se estaban liando, y lo hice porque uno de ellos empez¨® a enviar al final de sus mensajes un emoji que s¨®lo usaba el otro. O el d¨ªa en que David Gistau, del que ma?ana se publica El pen¨²ltimo negroni, se encontr¨® a un colega concentrado en el libro de un particular¨ªsimo autor americano y le pregunt¨® de broma si no estar¨ªa saliendo con una periodista devota p¨²blica de ese autor; resulta que s¨ª lo estaba porque puedes ocultar paseos, besos y hasta bodas, pero no puedes ocultar que tu vida est¨¢ patas arriba.
El amor, como el diablo, vive en los detalles. Despu¨¦s de 60 a?os de casados y sin aguantarse, porque qui¨¦n se aguanta despu¨¦s de un mes, mis abuelos pod¨ªan lanzarse pu?ales envenenados, pero cuando a uno de ellos se le quedaban las migas en la barbilla como se le quedan a algunos viejos, el otro se las quitaba disimuladamente porque el primer mandato del amor es que nadie, nunca, se r¨ªa de tu pareja. Del mismo modo que Nicole Diver en Suave es la noche contempla a su marido queriendo impresionar a su amante jovencita con una pirueta en la playa y se sorprende deseando que le salga bien, que no haga el rid¨ªculo. Ese universo propio es tan sensible que en Gema se resume cuando la protagonista hace una broma a su ex que ¨¦l no r¨ªe, y ella recuerda que lo que antes le hac¨ªa gracia, ahora ya no se la hace: ¡°No hay nada tan dif¨ªcil como hacer re¨ªr a un exnovio que todav¨ªa te quiere¡±. A partir de los 40 a?os todos los caminos son de ida.
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