Vacunando el futuro
El milagro de las vacunas anticovid debe inspirar la lucha contra las dem¨¢s enfermedades que afligen al mundo
Una de las principales lecciones que podemos extraer de esta pandemia tr¨¢gica y cansina es que hay que vacunar el futuro. Desarrollar hasta su comercializaci¨®n media docena de vacunas anticovid en apenas un a?o supone un hito cient¨ªfico sin precedentes. En eso est¨¢ todo el mundo de acuerdo. Pero un corolario de este ¨¦xito es que, a partir de ahora, no podremos achacar a la incompetencia cient¨ªfica ni a la insuficiencia industrial la falta de remedios contra los virus emergentes que habr¨¢n de venir, ni contra las enfermedades desatendidas como la tuberculosis que hacen sufrir a los pa¨ªses en desarrollo desde hace d¨¦cadas.
Ahora que todo el mundo conoce de primera mano el poder de la ciencia para aliviar el sufrimiento humano, la gente se preguntar¨¢: ?y por qu¨¦ esos tipos no resuelven la malaria, la tuberculosis o el sida? ?Por qu¨¦ solo se movilizan cuando una epidemia mortal afecta a Occidente? Watson, siga la pista del dinero. Sin financiaci¨®n no hay ciencia.
El campo entero del desarrollo de vacunas se va a ver revolucionado por la aparici¨®n estelar de las nuevas t¨¦cnicas, en particular el ARN mensajero (mRNA en sus siglas universales), que ha batido la marca de velocidad con los productos de Pfizer y Moderna. Esta tecnolog¨ªa es el fruto de 30 a?os de investigaci¨®n b¨¢sica, ciertamente, pero su despliegue deslumbrante en 2020 habr¨ªa sido imposible sin una inyecci¨®n de dinero p¨²blico bastante abultada para nuestros est¨¢ndares, aunque ahora es obvio que esa inyecci¨®n ha sido una inversi¨®n excelente. Debida en gran parte, por cierto, a Donald Trump, el caudillo mundial del negacionismo, que puso 10.000 millones de d¨®lares (8.000 millones de euros) en el empe?o. Esta es una paradoja que deber¨ªan examinar los polit¨®logos y los psic¨®logos. Pero esa es otra historia.
El mayor inconveniente de estas vacunas de ¨²ltima generaci¨®n es su mantenimiento, que el caso de Pfizer exige una ultracongelaci¨®n a -70? que dificulta o imposibilita su distribuci¨®n a los pa¨ªses pobres, pero las farmac¨¦uticas ya est¨¢n investigando en versiones que soporten unas temperaturas m¨¢s terrenales. La propia vacuna de Moderna ha relajado esa condici¨®n a -20?, que es lo que alcanza el congelador de casa, y pronto veremos variantes que aguanten a los vulgares 4? de la cl¨¢sica nevera de dominguero, o que puedan inyectarse en una sola dosis, o administrarse con un simple aerosol nasal. ¡°Todas estas cualidades pueden ser valiosas en el desarrollo de vacunas para otras enfermedades¡±, dice Gavin Yamey, profesor de salud global de la Universidad de Duke, en una pieza editorial del BMJ, una publicaci¨®n m¨¦dica de impacto.
Es el dinero el que ha permitido el milagro al distribuir el riesgo financiero, solapar las tres fases de los ensayos y permitir la manufactura ¡°a riesgo¡± (empezar a fabricar antes de la aprobaci¨®n regulatoria). A ver qui¨¦n se atreve a hacer eso sin un colch¨®n de dinero p¨²blico que lo respalde. Seg¨²n algunos modelos matem¨¢ticos, incluso un esfuerzo financiero mundial tan modesto como mil millones de d¨®lares adicionales al a?o para el desarrollo de vacunas facilitar¨ªa mucho la lucha contra la malaria, la hepatitis C y las diarreas infecciosas que afligen al mundo. Los Gobiernos deben repasar sus cuentas.
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