Catalu?a, ante un escenario abierto
El ¨¦xito del PSC y la resistencia del independentismo marcan el 14-F
Las elecciones auton¨®micas catalanas han dejado un escenario muy abierto para la gobernanza de la Generalitat. Otorgan la victoria como primer partido a los socialistas del PSC (PSC-PSOE), tanto en voto popular como en esca?os, en este ¨²ltimo baremo empatados con Esquerra Republicana. La candidatura del exministro de Sanidad, Salvador Illa, se ha impuesto, pero en un marco en el que el independentismo ha reforzado su mayor¨ªa en esca?os en el Parlament. Pese a la dif¨ªcil perspectiva para lograr una mayor¨ªa de gobierno, el exministro de Sanidad anunci¨® antes de la medianoche su intenci¨®n de presentarse a la investidura como futuro presidente de la Generalitat. Evit¨® as¨ª el pasado error de In¨¦s Arrimadas, quien como l¨ªder triunfante de Ciudadanos en 2017 rehuy¨® los dif¨ªciles retos asociados a su victoria en un efervescente escenario hostil. Plant¨® cara as¨ª al veto anunciado y firmado en la fase final de la campa?a ¡ªen un documento sectario y excluyente¡ª por los grupos independentistas.
El segundo puesto obtenido por Esquerra, aunque con m¨ªnima ventaja ante Junts per Catalunya, cambia los equilibrios en el independentismo. Permite a los republicanos revertir su tradicional sumisi¨®n al nacionalismo conservador m¨¢s corrupto, as¨ª como encabezar el intento de los independentistas de mantener el Govern, en detrimento de Junts ¡ªla heter¨®clita agrupaci¨®n m¨¢s partidaria de una secesi¨®n unilateral¡ª, compuesta por el expresident fugado Carles Puigdemont y su rival Laura Borr¨¤s. El voto constata la resistencia de las creencias secesionistas en la sociedad catalana. Pero los alardes por haber superado el 50% del voto popular como eventual coartada para intentar legitimar otra operaci¨®n ilegal y rupturista capotan ante el descenso de unos 25 puntos en la participaci¨®n. As¨ª que pretender avanzar hacia una declaraci¨®n unilateral de independencia con un apoyo de menos de un tercio del censo ser¨ªa, adem¨¢s de ilegal, un disparate bajo cualquier punto de vista. Catalu?a necesita alejarse de esa perspectiva de aventurismo unilateral. El modelo de gobernanza bipartito Junts-Esquerra, simbolizado en el justamente olvidado mandato de Quim Torra, ha dado de s¨ª toda la par¨¢lisis y esterilidad del que era capaz. La necesidad de acudir al apoyo de los anticapitalistas de la CUP para rearmarlo, en aras de mantener las posiciones de poder, no le otorgar¨ªa per se ni m¨¢s estabilidad ni mayor coherencia.
Pero las escasas posibilidades de obtener alianzas por parte de los socialistas, y las vacuas expectativas de sus dos principales rivales de ofrecer un nuevo modelo de gesti¨®n, no desacreditan operaciones leg¨ªtimas de intentar fraguar un ejecutivo de nuevo tipo. Para abrir una nueva era m¨¢s positiva para Catalu?a, que sirva para superar la par¨¢lisis gubernamental, el deterioro institucional, y su decadencia econ¨®mica. En este sentido, convendr¨ªa iniciar una fase de reflexi¨®n que calme los ¨ªmpetus de campa?a y replantee todas las posibilidades.
Del balance del 14-F destaca un elemento particularmente mortificante para la democracia liberal, y para la m¨¢s global escena pol¨ªtica espa?ola. No es otro que el ascenso de la derecha populista extrema de Vox, y la consiguiente derrota, en t¨¦rminos aplastantes, de la derecha conservadora (PP) y liberal (Ciudadanos). Pero no es indispensable concluir que esa ecuaci¨®n se haya convertido en sist¨¦mica. De ninguna manera. Todo indica que ha concurrido un voto t¨¢ctico, sobre la presunci¨®n de que una oposici¨®n dura, incluso de modos intolerantes, era la receta m¨¢s eficaz para contrarrestar la insurgencia secesionista. Esto, de todas formas, tendr¨¢ repercusiones en clave nacional.
La ciudadan¨ªa ha hablado. Corresponde ahora a los partidos buscar una f¨®rmula de gobernabilidad. Es evidente que la etapa anterior ha arrojado resultados nefastos. Es de esperar que se extraigan las debidas consecuencias en el inter¨¦s de la ciudadan¨ªa catalana.
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