Soplar y sorber
Los partidos populistas que llegan al Gobierno se institucionalizan. Y para no volverse escler¨®ticos y no perder garra, est¨¢n a la vez en el Gobierno y en la oposici¨®n
No es extra?o que Unidas Podemos ejerza la oposici¨®n desde el Gobierno. Es una estrategia com¨²n. Tras la Gran Recesi¨®n y el surgimiento de los populismos, pocos l¨ªderes quieren ser establishment. Prefieren ser insurgentes, tener la ¨¦pica de la disidencia. Los partidos populistas que llegan al Gobierno se institucionalizan. Y para no volverse escler¨®ticos y no perder garra, est¨¢n a la vez en el Gobierno y en la oposici¨®n. Cuando no es posible cambiar algo desde el poder, uno puede culpar a fuerzas que est¨¢n fuera de su alcance. En la oposici¨®n, Pablo Iglesias dec¨ªa que si estuviera en el Gobierno la luz no subir¨ªa durante las olas de fr¨ªo. En el Gobierno, sostiene que el problema es m¨¢s complejo de lo que parece.
Esta estrategia de ser establishment y antiestablishment a la vez la han perfeccionado durante a?os los nacionalistas catalanes. Gobiernan desde hace d¨¦cadas la Generalitat pero siempre conservan un aura insurgente porque se enfrentan al statu quo del Gobierno central. Son el poder y, a la vez, el azote del poder.
Es comprensible que en los gobiernos de coalici¨®n haya tensiones. Los socios compiten por promocionar sus pol¨ªticas y atribuirse los logros de la coalici¨®n. Es una batalla constante. El problema de la coalici¨®n entre el PSOE y Unidas Podemos, que tiene poco m¨¢s de un a?o, es la desigualdad entre socios. Est¨¢ muy claro qui¨¦n manda. El PSOE tiene 120 diputados. Unidas Podemos, 35. Y no solo eso. El PSOE tiene una intenci¨®n de voto del 30%, frente al 11% de Unidas Podemos. Y en las elecciones catalanas el PSOE obtuvo el 23% de los votos, frente al 7% de su socio de Gobierno.
Sin embargo, Unidas Podemos finge gobernar como si estuviera en igualdad de condiciones. Sus ministerios tienen poca importancia y presupuesto (algunos son secretar¨ªas de Estado o incluso direcciones generales reconvertidas en ministerios), y la vicepresidencia de Pablo Iglesias es esencialmente simb¨®lica. Pero en la batalla por los marcos eso no importa. Lo que importa es no desaparecer del debate p¨²blico.
El partido ha propuesto recientemente un control democr¨¢tico de los medios, nacionalizar las el¨¦ctricas y las farmac¨¦uticas o crear un Amazon p¨²blico. Iglesias ha dicho que en Espa?a ¡°no hay plena normalidad democr¨¢tica¡±. Son declaraciones que recuerdan al Podemos cl¨¢sico, el que hablaba de oligarqu¨ªas y el ¡°r¨¦gimen del 78¡±, y que chocan con el PSOE. Pero le permiten distinguirse y aparecer en medios y redes. Es una estrategia arriesgada. Pedro S¨¢nchez ha sido capaz de neutralizar a toda la oposici¨®n. Al inflar a Vox, consigui¨® acabar con Cs y sumergir al PP en una crisis de identidad. Y al proclamarse ¨²nica opci¨®n de izquierdas anul¨® a Unidas Podemos, que ha estado un a?o sobreviviendo con la respiraci¨®n artificial del Gobierno de coalici¨®n. Sin S¨¢nchez, Unidas Podemos no podr¨¢ existir. Pero eso, al mismo tiempo, supondr¨¢ la muerte de Unidas Podemos.
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