Mal preparados para la transformaci¨®n digital
El a?o transcurrido desde la anulaci¨®n del Mobile World Congress ha expuesto las brechas tecnol¨®gicas
Con todo lo que ha pasado en los ¨²ltimos 12 meses, ya se nos ha olvidado el encendido debate que se origin¨® por la cancelaci¨®n del Mobile World Congress 2020. El congreso sobre tecnolog¨ªas m¨®viles fue una de las primeras citas internacionales que se suspendi¨® por la Covid-19. Se escribieron todo tipo de teor¨ªas sobre la anulaci¨®n de la cita: la guerra comercial entre Estados Unidos y China, las tensiones pol¨ªticas locales, o una supuesta mala gesti¨®n del Gobierno y la organizaci¨®n ante la crisis. D¨ªas despu¨¦s comenzar¨ªa a cerrarse todo. Hoy, tras casi dos millones y medio de muertes en el mundo, no hay duda de que suspender el evento fue lo acertado.
Releer los debates de esos d¨ªas deja claro qu¨¦ poco imagin¨¢bamos lo que nos estaba por suceder. El coronavirus puso al mundo en modo pausa, pero acab¨® siendo un aut¨¦ntico catalizador de la transformaci¨®n digital. Obligados a permanecer en casa por las medidas de confinamiento, nos volcamos a una intensa vida digital para el trabajo, el ocio y el consumo. Adoptamos las videoconferencias como una nueva normalidad. En marzo, las aplicaciones de videollamadas ya hab¨ªan registrado m¨¢s de 60 millones de descargas. Zoom cuadruplic¨® sus ingresos. El comercio electr¨®nico tambi¨¦n se dispar¨®: Amazon duplic¨® los resultados del 2019 y Glovo y Deliveroo crecieron m¨¢s del 50%. El 70% de los CEO de pymes espa?olas asegura que la transformaci¨®n digital de su negocio se ha acelerado, seg¨²n varios estudios.
Sin embargo, la pandemia tambi¨¦n desvel¨® que el punto de partida para esa aceleraci¨®n de la transformaci¨®n digital estaba m¨¢s atr¨¢s de lo que pens¨¢bamos. Tras a?os de presumir de las bondades del Big Data, la inteligencia artificial y el posicionamiento de Espa?a en el ¨ªndice DESI (puesto 11 entre 28, en 2020) la pandemia arras¨® con todas estas ficciones digitales dejando al descubierto cinco grandes brechas.
La primera es la brecha del acceso. Cuando los colegios empezaron a dar clases online o a enviar tareas a trav¨¦s del correo electr¨®nico, un 10% de los 8,2 millones de alumnos de ense?anza b¨¢sica quedaron desconectados del sistema educativo. Medio mill¨®n de ni?os ni siquiera ten¨ªan acceso a un ordenador. Demasiado para ser uno de los pa¨ªses europeos con mejor penetraci¨®n de banda ancha (80% de los hogares).
La segunda es la brecha del uso. La avalancha de tr¨¢mites online demostr¨® que a la Administraci¨®n digital espa?ola le queda margen para la mejora. No s¨®lo desde el punto de vista de la robustez de los sistemas (la ca¨ªda de la web del SEPE dej¨® a muchos sin poder tramitar ERTES) sino, sobre todo, en cuanto a la usabilidad. Las webs y aplicaciones m¨®viles p¨²blicas no se caracterizan precisamente por su sencillez, no tienen en cuenta aspectos b¨¢sicos de experiencia de usuario y accesibilidad y, en ocasiones, usan software obsoleto. Todo esto excluye de los servicios p¨²blicos a miles de personas que no tienen el navegador indicado o la paciencia suficiente para usarlos.
La tercera es la brecha de habilidades. Durante la pandemia han quedado excluidas del trabajo y hasta de la vida social millones de personas que no tienen las competencias para desempe?arse en el entorno digital. Casi la mitad de la poblaci¨®n espa?ola carece de competencias digitales b¨¢sicas y un 8% nunca ha usado Internet, seg¨²n el DESI 2020. Esta nueva forma de exclusi¨®n ser¨¢ fuente de enormes desigualdades en la econom¨ªa que viene.
La cuarta es la brecha de datos. La falta de est¨¢ndares, infraestructuras y protocolos para recoger, analizar y compartir datos impidi¨® hacer un seguimiento exhaustivo de los efectos de la pandemia. Hubo hospitales donde los datos se cantaban por Whatsapp. La falta de datos estandarizados y actualizados de cosas tan b¨¢sicas como el n¨²mero de fallecidos, dificultaba la tarea de investigadores, la toma de decisiones a nivel p¨²blico y el acceso a la informaci¨®n por parte de la ciudadan¨ªa. Nunca se produjeron tantos datos digitales y se usaron tan poco.
La quinta es la brecha de confianza. La poca adopci¨®n de aplicaciones como Radar Covid y las de autodiagn¨®stico demuestran la desconfianza de la ciudadan¨ªa hacia la tecnolog¨ªa, sobre todo cuando est¨¢ en manos del Estado. Los sucesivos casos de mala praxis en el uso de los datos personales, sumados a t¨¦rminos y condiciones de uso y pol¨ªticas de privacidad dif¨ªciles de entender para la gente com¨²n, crean un caldo de cultivo para la proliferaci¨®n de bulos. Parad¨®jicamente, esos bulos circulan por plataformas que no destacan por ofrecer los mejores est¨¢ndares de privacidad.
Un buen plan de transformaci¨®n digital empieza con un diagn¨®stico del punto de partida. Tenemos cinco brechas y una tregua de cuatro meses porque este a?o el MWC se celebrar¨¢ en junio. Convendr¨ªa no enredarnos en pol¨¦micas de esas que envejecen r¨¢pido y centrarnos en debatir c¨®mo arreglar lo que tenemos para sacar el mejor provecho posible de la tecnolog¨ªa que est¨¢ por venir. Cabr¨ªa recordar que la transformaci¨®n digital m¨¢s que un proceso tecnol¨®gico es un cambio cultural. El acceso, la usabilidad, las competencias digitales, el buen uso de los datos y la confianza est¨¢n entre sus pilares esenciales.
Mara Balestrini es doctora en Ciencias de la Computaci¨®n por University College London.
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