¡®Chapeau¡¯, Francia
La prueba del algod¨®n de un escritor suele estar en anticiparse a lo que nos ocupa y no sumarse luego a la moda
Francia sigue escalando en una literatura intensiva, capaz de abastecer todos los grandes temas que nos atraen con libros memorables. Vaya por delante que este no es un an¨¢lisis cient¨ªfico, s¨®lo intuitivo y personal, pero, cr¨¦anme, mi intenci¨®n de saltar a otras geograf¨ªas para diversificar lecturas choca a menudo con otra nueva tentaci¨®n llegada de este pa¨ªs vecino, que puede permitirse siempre sucumbir en la decadencia, s¨ª, porque est¨¢ tan alto que nunca decae lo suficiente.
Hablamos de nuestro mundo occidental, claro, aqu...
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Francia sigue escalando en una literatura intensiva, capaz de abastecer todos los grandes temas que nos atraen con libros memorables. Vaya por delante que este no es un an¨¢lisis cient¨ªfico, s¨®lo intuitivo y personal, pero, cr¨¦anme, mi intenci¨®n de saltar a otras geograf¨ªas para diversificar lecturas choca a menudo con otra nueva tentaci¨®n llegada de este pa¨ªs vecino, que puede permitirse siempre sucumbir en la decadencia, s¨ª, porque est¨¢ tan alto que nunca decae lo suficiente.
Hablamos de nuestro mundo occidental, claro, aqu¨ª dejamos fuera la pujanza latinoamericana, capaz de derribarnos a cualquiera con libros-pu?etazos de estilo y tema aptos para dejarnos KO. En Espa?a se ha extendido la literatura del campo, la Espa?a vac¨ªa y la mujer. De Inglaterra me cuesta recordar qu¨¦ est¨¢ llegando de nuevas en estos d¨ªas, aunque el fil¨®n del pasado es tan abundante y rico que a¨²n puede alimentar con delicatessen varias temporadas de algunas de las mejores editoriales independientes, que nos abastecen mucho mejor que Amazon. Poco que decir de Alemania o la Italia actual, seguramente por ignorancia, salvando a un ya cl¨¢sico como Erri de Luca. Pero Francia. Ay, Francia. No hay quien salga estos d¨ªas de esa zona de la estanter¨ªa, francamente. Y sin la sensaci¨®n inc¨®moda de que se repita como el ajo que acompa?a otras literaturas cansinas por la superabundancia del yo, m¨ª, me, conmigo.
Si primero ha sido Leila Slimani y su capacidad de narrar las fracturas del mestizaje en El pa¨ªs de los otros (Cabaret Voltaire, aqu¨ª ya comentado) ahora llega Emmanuel Carr¨¨re, el rey de la novela de no ficci¨®n, a echar por tierra la autobiograf¨ªa que ¨¦l mismo practica en Yoga (Anagrama). El debate entre la autoficci¨®n, la no ficci¨®n o las falsas autobiograf¨ªas sigue abierto y yo estoy dispuesta a estar a favor o en contra seg¨²n qui¨¦n lo perpetre. A Carr¨¨re le compro sus momentos en contra y sus momentos a favor.
Tambi¨¦n ha llegado Las gratitudes, de Delphine de Vigan (Anagrama), de incre¨ªble punter¨ªa, al meternos en una residencia a rebuscar en la memoria de una anciana. De Vigan no pod¨ªa saber en 2019 que nos ¨ªbamos a preocupar tanto de los mayores en estos d¨ªas, pero la prueba del algod¨®n de un escritor suele estar en anticiparse a lo que nos ocupa con un radar oculto y no sumarse luego a la moda. Ese Chirbes de Crematorio anterior a la explosi¨®n de la burbuja y la corrupci¨®n, por ejemplo. Hacerlo antes es tener el radar en pleno funcionamiento. Hacerlo despu¨¦s, oportunismo en el mejor de los casos. Y De Vigan no s¨®lo lo hace con anticipaci¨®n, sino que dibuja una reflexi¨®n sobre el valor de la palabra ¡ªcuando se consigue¡ª y del silencio ¡ªcuando se pierde¡ª que afina el sentido del dolor y la realidad en tiempos de p¨¦rdida. Les advierto, alguna l¨¢grima caer¨¢ y habr¨¢n disfrutado.
Esta columna, se ha dicho, no tiene validez cient¨ªfica y se escribe con ganas de contrapropuestas. Quedan invitados a discrepar. Y a recomendar.