La voladura de la l¨®gica de bloques
El di¨¢logo entre PSOE y Cs es positivo, pero el se¨ªsmo entra?a serios riesgos
Una l¨ªnea divisoria invisible pero pr¨¢cticamente infranqueable ha petrificado en los ¨²ltimos a?os la pol¨ªtica espa?ola en dos bloques irreconciliables, sin puentes que permitieran la transversalidad necesaria para pol¨ªticas de Estado o para conformar alianzas de gobierno alrededor del eje central, como ocurre en muchas democracias maduras, en los distintos niveles administrativos. Este bloqueo ¡ªmarcado especialmente por la decisi¨®n de Ciudadanos de situar su particular cord¨®n sanitario frente al PSOE, y no frente a Vox¡ª ha dificultado el funcionamiento de una democracia multipartidista en la que, roto el dominio del bipartidismo, los vetos cruzados paralizaban absurdamente el transcurso saludable de la pol¨ªtica. El resultado ha sido un largo periodo de frentismo para Espa?a. En ese esquema, cuatro gobiernos aut¨®nomos e importantes capitales han sido gobernadas por una alianza del PP y Cs con un inquietante apoyo externo de Vox.
Esta etapa pol¨ªtica es lo que salt¨® el mi¨¦rcoles por los aires cuando Cs rompi¨® amarras y, junto con el PSOE, plante¨® una moci¨®n de censura en Murcia contra el Gobierno que compart¨ªa como socio minoritario con el PP y con apoyo de Vox. La moci¨®n representa la voladura de la l¨®gica de bloques enquistados que lastraba la pol¨ªtica espa?ola. Este cambio de estrategia de Cs, en t¨¦rminos generales, es positivo. La intenci¨®n de abrir una nueva etapa de mayor interacci¨®n pol¨ªtica en el centro es loable y ser¨ªa beneficiosa. Sin embargo, es dudoso que pueda tener recorrido, porque la propia l¨®gica de bloques que ha cuajado en la sociedad puede hacer pagar a Cs un grav¨ªsimo precio electoral por su nueva estrategia.
La sorpresa de Murcia ha desencadenado una considerable onda expansiva que, adem¨¢s de oportunidades, presenta graves riesgos. La presidenta de la Comunidad de Madrid convoc¨® elecciones anticipadas para evitar una posible moci¨®n similar que la desalojara del Gobierno a manos del PSOE y Cs, partido con el que hasta el mi¨¦rcoles manten¨ªa una coalici¨®n de dif¨ªcil convivencia. La sacudida se complic¨® a¨²n m¨¢s cuando el PSOE y M¨¢s Madrid registraron sendas mociones de censura. La siguiente r¨¦plica se produjo en Castilla y Le¨®n, donde el PSOE present¨® otra moci¨®n contra el Gobierno del PP y Cs, que sin embargo expresaron su voluntad de seguir juntos, al igual que hicieron en Andaluc¨ªa.
A la espera de aclararse si en Madrid prevalece el adelanto electoral o las mociones ¡ªestas sufren de un dudoso anclaje legal¡ª, la perspectiva pol¨ªtica en la regi¨®n inquieta. Se perfila la posibilidad de una estrecha cooperaci¨®n entre Isabel D¨ªaz Ayuso y Vox, un aut¨¦ntico golpe al giro del PP hacia la moderaci¨®n que Pablo Casado pretende liderar. El populismo que practica Ayuso en oposici¨®n directa al Gobierno, la laxitud frente a las restricciones por el virus y un cierto aroma supremacista madrile?o son parte de un perfil de corte trumpista que poco tiene que ver con la estrategia de Casado. Grotesca son¨® ayer la disyuntiva que Ayuso plante¨® y que probablemente acabe siendo su grito de campa?a: socialismo o libertad.
Esta din¨¢mica desborda Madrid y arrastra un problema mayor para la democracia espa?ola: la debilidad del proyecto de Casado. Acorralado por Vox a la vez que necesitado de sus apoyos, pero tambi¨¦n por un pasado del PP manchado por la corrupci¨®n, el liderazgo de Casado no acaba de hilvanar un proyecto propio s¨®lido. En este contexto, el protagonismo de Ayuso y su previsible alineaci¨®n con Vox amenazan con laminar el proyecto del PP como partido de Estado, disponible para consensuar pol¨ªticas y renovaciones clave en un pa¨ªs lastrado por turbulencias en cuanto a su forma de Estado y su configuraci¨®n territorial. El se¨ªsmo del 10 de marzo traslada la pol¨ªtica espa?ola de una era geol¨®gica de petrificaci¨®n a otra gaseosa. Hay una nueva oportunidad de di¨¢logo, pero tambi¨¦n el enorme riesgo de que un fracaso de Cs en la muy polarizada Madrid d¨¦ paso a una nueva forma de bloques enfrentados m¨¢s radical que la actual.
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