Cazadores de miedos
?Has pensado alguna vez c¨®mo ser¨ªan tus antepasados m¨¢s lejanos, aquellos que, en los albores de la humanidad, sobrevivieron a todo tipo de peligros en la sabana africana y los bosques de Eurasia? ?Eran cobardes o valientes?
?Has pensado alguna vez c¨®mo ser¨ªan tus antepasados m¨¢s lejanos, aquellos que, en los albores de la humanidad, sobrevivieron a todo tipo de peligros en la sabana africana y los bosques de Eurasia? ?Eran cobardes o valientes?
Hay razones para creer que tus ancestros eran miedosos. Unos seres tan fr¨¢giles que nac¨ªan a medio hacer, porque el gran tama?o de sus cabezas no pod¨ªa desarrollarse m¨¢s en el ¨²tero materno, solo pod¨ªan resistir en un ambiente hostil si reaccionaban de manera preventiva ante cualquier amenaza. Los que vivieron lo suficiente para salvaguardar durante a?os a sus delic...
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?Has pensado alguna vez c¨®mo ser¨ªan tus antepasados m¨¢s lejanos, aquellos que, en los albores de la humanidad, sobrevivieron a todo tipo de peligros en la sabana africana y los bosques de Eurasia? ?Eran cobardes o valientes?
Hay razones para creer que tus ancestros eran miedosos. Unos seres tan fr¨¢giles que nac¨ªan a medio hacer, porque el gran tama?o de sus cabezas no pod¨ªa desarrollarse m¨¢s en el ¨²tero materno, solo pod¨ªan resistir en un ambiente hostil si reaccionaban de manera preventiva ante cualquier amenaza. Los que vivieron lo suficiente para salvaguardar durante a?os a sus delicados reto?os no fueron los temerarios, sino los temerosos, los que se asustaban ante una contingencia azarosa. Si un pariente hab¨ªa sido mordido por una v¨ªbora en un estanque, mejor no ba?arse en ¨¦l. Por si acaso.
A trav¨¦s de los tiempos, incrustamos esa capacidad de sobrerreacci¨®n en nuestros genes, con lo que ahora sufrimos lo que los psic¨®logos llaman ¡°sesgo de la disponibilidad¡±. Cualquier peligro disponible, por remoto que sea, nos pone en guardia. En un mundo interconectado, con los medios de comunicaci¨®n difundiendo todo tipo de rumores, vivimos en permanente estado de alteraci¨®n. Da igual que, estad¨ªsticamente, las probabilidades de padecer un c¨¢ncer tras ingerir un alimento X, o una trombosis tras la administraci¨®n de una vacuna Y, sean m¨ªnimas. Se nos despierta el miedo at¨¢vico.
Esto explica la paradoja de que, en el momento de mayor desarrollo cient¨ªfico de la historia, tengan ¨¦xito los movimientos antivacunas. Nunca hab¨ªamos acumulado tanta evidencia sobre la importancia de inmunizar a la poblaci¨®n contra enfermedades y, no a pesar de eso, sino precisamente por eso, nunca hab¨ªamos visto proliferar tantos grupos de opositores a las vacunas.
La v¨ªctima m¨¢s reciente del p¨¢nico colectivo ha sido AstraZeneca. Los expertos hab¨ªan se?alado, y la Agencia Europea del Medicamento posteriormente confirm¨®, que los riesgos de la vacuna de esa farmac¨¦utica son aislados y, en todo caso, quedan superados por los beneficios. Pero, a pesar de que el da?o social de padecer alg¨²n episodio tromboemb¨®lico es menor al de no inyectar la vacuna a millones de personas, muchos pa¨ªses corrieron a suspender el uso de la misma. Y es que nuestros Gobiernos, antes que cient¨ªficos en jefe, son cazadores-recolectores de los miedos colectivos. @VictorLapuente