Los riesgos y efectos secundarios de la coordinaci¨®n
La crisis de Europa no es una crisis de integraci¨®n sino una crisis de acuerdo de pol¨ªticas. Estos son los verdaderos polos opuestos en el debate
?Qu¨¦ tienen en com¨²n los siguientes hechos?
En la Uni¨®n Europea: una vacuna recibe el visto bueno; despu¨¦s se proh¨ªbe para los mayores de 65 a?os; se elimina esa restricci¨®n; se vuelve a prohibir; se reintroduce (en Francia solamente para los mayores de 55 a?os).
En Alemania: Angela Merkel y los jefes de Gobierno de los Estados federados alemanes establecen un umbral de 50 contagios por cada 100.000 habitantes para decretar el confinamiento; endurecen ese umbral a 30; relajan el objetivo a 50; lo elevan a 100. Hoy se vuelven a reunir.
La mala gesti¨®n en serie de la pandemia en el continente europeo constituye un ejemplo de manual de m¨²ltiples fallos de coordinaci¨®n en la pol¨ªtica, dentro de los pa¨ªses y en todos ellos. El mayor fallo en Alemania es la falta de coordinaci¨®n entre el Gobierno federal y los Estados. En la UE, el fallo tiene que ver con la compra de vacunas. En teor¨ªa es una buen¨ªsima idea concentrar la compra de vacunas para toda la UE. Pero no fue una buen¨ªsima idea en la pr¨¢ctica. Con el control de enfermedades no se juega.
La falta de coordinaci¨®n de las pol¨ªticas ha sido la causa de la mayor¨ªa de las crisis europeas m¨¢s recientes: la zona euro, los refugiados, y ahora la pandemia. El problema no reside en una instituci¨®n concreta. La Comisi¨®n Europea, a pesar de todos sus fallos, sigue siendo una de las instituciones mejor dirigidas en Europa. Cuando la UE se equivoca es en el momento en que empieza a coordinar ad hoc. Los l¨ªderes europeos se pasaron la pelota durante la crisis de la zona euro. Los ministros de Sanidad, actuando en representaci¨®n de sus respectivos Gobiernos, delegaron la compra de vacunas sin pens¨¢rselo mucho. O para quienes conocen bien Bruselas, tiraron la pelota al otro tejado.
La crisis de Europa no es una crisis de integraci¨®n europea sino una crisis de coordinaci¨®n de pol¨ªticas. Estos son los verdaderos polos opuestos en el debate de hoy sobre Europa. Ese debate en la UE no tiene que ver con partidarios y detractores, como ocurr¨ªa en Reino Unido. Incluso los populistas de derechas de Europa se han dado cuenta de que les ir¨¢ mejor si luchan contra la UE desde dentro. En Reino Unido, todo el debate del Brexit se redujo a dos bandos, y ambos se opon¨ªan a la integraci¨®n europea. Uno de los bandos, el de los partidarios de quedarse, estaba a favor de la UE como una uni¨®n entre Gobiernos. El otro bando, el de los que quer¨ªan marcharse, se opon¨ªa tanto a la integraci¨®n como a la coordinaci¨®n. No era una disyuntiva muy estimulante.
He observado una tendencia similar tambi¨¦n en Alemania. Alemania sol¨ªa ser un pa¨ªs a favor de la integraci¨®n profunda. Eso cambi¨® cuando se march¨® Helmut Kohl. Merkel es la reina de la coordinaci¨®n, una h¨¢bil gestora de las coaliciones y las cacofon¨ªas en las cumbres europeas. El Consejo Europeo es el paradigma del multilateralismo moderno. El sistema no se centra en encontrar verdaderas soluciones a los problemas, sino en el compromiso pol¨ªtico. Por eso nunca se resuelven las crisis.
Las democracias corrientes son m¨¢s fuertes no porque eviten los errores sino porque los corrigen. Merkel jam¨¢s reconocer¨¢ que se equivoc¨® al poner la compra de vacunas en manos de la Comisi¨®n Europea. Nadie jam¨¢s asumir¨¢ responsabilidades por tan catastr¨®fico error.
El debate habitual entre los que est¨¢n a favor y los que est¨¢n en contra de la UE no refleja lo esencial. Es mejor plantearlo en t¨¦rminos de confederaci¨®n frente a federaci¨®n. Esa categor¨ªa tambi¨¦n diferencia a los l¨ªderes actuales de la UE de sus predecesores de las d¨¦cadas de 1950-1990. Aquella generaci¨®n persegu¨ªa una integraci¨®n profunda, y lo hac¨ªa a un ritmo irritantemente lento. Abordaron un ¨¢rea pol¨ªtica detr¨¢s de otra, empezando por una comunidad del carb¨®n y del acero en la d¨¦cada de 1950, y siguiendo con la uni¨®n aduanera en la de 1960 y el mercado ¨²nico en la de 1990.
La uni¨®n monetaria, que tambi¨¦n comenz¨® en la d¨¦cada de 1990, era un h¨ªbrido que aunaba una pol¨ªtica monetaria integrada y una pol¨ªtica fiscal basada en las normas y la coordinaci¨®n. Fue entonces cuando empezaron los problemas. No hab¨ªa nadie al mando. La suposici¨®n en aquel momento era que la uni¨®n monetaria acabar¨ªa dando lugar a una uni¨®n econ¨®mica. Pero no ocurri¨®. La zona euro no fue el momento federal que podr¨ªa haber sido. La manera en que los l¨ªderes de la UE resolvieron la crisis, a trav¨¦s de la austeridad, acentu¨® los desequilibrios hasta tal punto que la uni¨®n econ¨®mica se vuelve cada vez m¨¢s improbable.
El mayor ¨¦xito probablemente lo constituya el fondo de recuperaci¨®n, pero es importante verlo en su justa medida. El fondo es un instrumento estructural, garantizado por los Estados miembros y por lo tanto de car¨¢cter intergubernamental. Se compone de 312.000 millones de euros para subsidios, que ser¨¢n desembolsados hasta el final del per¨ªodo presupuestario actual de la UE en 2027. Seg¨²n mis c¨¢lculos, esto supone en torno al 0,3-0,4% del PIB de la UE durante ese per¨ªodo, una magnitud que normalmente se perder¨ªa entre el ruido estad¨ªstico. Compar¨¦moslo con el volumen de los est¨ªmulos reci¨¦n aprobados en Estados Unidos, que
suponen aproximadamente el 9% del PIB solo en este a?o. Y eso se suma al est¨ªmulo del a?o pasado, que tambi¨¦n fue mayor.
Cuando miremos al otro lado del Atl¨¢ntico, deberemos recordar una vez m¨¢s que Estados Unidos tiene un Gobierno. Nosotros tenemos reglas y coordinaci¨®n.
Traducci¨®n de News Clips.
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