Ante la violencia de g¨¦nero, liderazgos feministas
La pandemia amenaza con desencadenar una involuci¨®n de la situaci¨®n de la mujer en todo el mundo. Para evitarlo lanzamos el foro Generaci¨®n Igualdad, que intentar¨¢ ayudar a transformar la realidad
Este marzo se cumple el primer aniversario de lo que fue, en muchos pa¨ªses, el estallido de la covid-19, con todas sus consecuencias. Una pandemia que para millones de mujeres en todo el mundo ha representado un infierno particular a ra¨ªz del agravamiento y agudizaci¨®n de los casos de violencia y abusos sufridos, a menudo, en silencio.
Las medidas de confinamiento y cuarentena tan necesarias para contener la propagaci¨®n del virus han dado lugar a un aumento alarmante de la violencia contra las mujeres en todo el mundo. Naciones Unidas calcula que la violencia machista se ha incrementado un 30% en el ¨¢mbito global durante el confinamiento. Seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles, en pa¨ªses de Am¨¦rica Latina las l¨ªneas telef¨®nicas de asistencia han reportado un incremento de entre un 30% y un 50% en el n¨²mero de llamadas recibidas, mientras que en Espa?a se registr¨® un aumento de un 60% en las peticiones de ayuda con respecto al a?o anterior.
Encerradas con sus maltratadores, las mujeres v¨ªctimas de violencia han tenido mayores dificultades para acceder a redes de apoyo y servicios de atenci¨®n. Asimismo, el impacto econ¨®mico de la pandemia, que ha afectado de manera desproporcionada a las mujeres, tambi¨¦n ha generado barreras adicionales. La destrucci¨®n masiva del empleo femenino, tanto formal como informal, as¨ª como el aumento en la carga del trabajo de cuidados, ha impedido que muchas sobrevivientes se alejen o denuncien a sus perpetradores debido al aumento de su inseguridad econ¨®mica. A finales de este a?o, por cada 100 hombres viviendo en la pobreza extrema habr¨¢ 118 mujeres. En muchos casos de violencia, los ingresos econ¨®micos son vitales, literalmente. Sin ellos, la vulnerabilidad de las mujeres crece de manera exponencial.
Am¨¦rica Latina es una de las regiones m¨¢s progresistas del mundo en cuanto a legislaci¨®n sobre violencia de g¨¦nero. En este sentido, cabe se?alar, por ejemplo, que los pa¨ªses de la regi¨®n han sido pioneros en la aprobaci¨®n de leyes o reformas en los c¨®digos penales para tipificar el delito de asesinato de una mujer por el solo hecho de ser mujer, bajo la denominaci¨®n de femicidio o feminicidio. Sin embargo, a¨²n queda mucho camino por delante en todos los pa¨ªses de Iberoam¨¦rica para asegurar la efectiva implementaci¨®n de estas leyes, as¨ª como para fortalecer el acceso a la justicia de las mujeres y el apoyo integral a las v¨ªctimas-supervivientes de violencia.
Es intolerable, en pleno siglo XXI, la persistencia de esta ¡°pandemia en la sombra¡± que afecta a una de cada tres mujeres en alg¨²n momento de su vida, y que se cobra miles de vidas todos los a?os. Seg¨²n la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe, tan solo en 2019, al menos 4.640 mujeres fueron v¨ªctimas de feminicidio en Am¨¦rica Latina, lo que implica un incremento de m¨¢s de 30% respecto al a?o anterior.
La violencia contra mujeres y ni?as tiene muchas caras. Desde su manifestaci¨®n m¨¢s definitiva, el asesinato o el feminicidio, hasta las formas de violencia dirigidas contra las ni?as, como el matrimonio infantil o la mutilaci¨®n genital femenina. Incluye tambi¨¦n la violencia sexual ejercida en contextos humanitarios y en conflictos, el acoso en el espacio p¨²blico y en ¨¢mbitos laborales, la violencia pol¨ªtica y, por supuesto, la violencia a manos de la pareja. Muchas de estas violencias convergen tambi¨¦n en un fen¨®meno preocupante y contra el que debemos actuar de manera contundente: la trata de seres humanos. Las mujeres y las ni?as representan m¨¢s del 70% de las v¨ªctimas de trata. La impunidad, el silencio y los enormes retos de la coordinaci¨®n internacional hacen de este crimen una verdadera lacra, que debemos abordar con urgencia.
Ante este contexto, ninguna sociedad, ning¨²n dirigente pol¨ªtico puede permitirse mirar para otro lado. La violencia contra las mujeres no es solo una profunda injusticia, sino un lastre para el progreso social y econ¨®mico de toda la sociedad. Naciones Unidas cifra el coste de la violencia de g¨¦nero en una p¨¦rdida del 2% del PIB en el ¨¢mbito global. No acabaremos con la pobreza si no decimos basta a la violencia machista.
Ofrecer soluciones a la crisis sanitaria y su derivada econ¨®mica debe pasar, por tanto, por un esfuerzo colectivo que nos permita avanzar en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres: era una prioridad antes de la pandemia, y con m¨¢s raz¨®n debe serlo ahora. No solo en el drama m¨¢s evidente de la lucha contra la violencia de g¨¦nero y su intolerable impunidad, sino tambi¨¦n en enfrentar todos los aspectos que sustentan y perpet¨²an la discriminaci¨®n y la desigualdad de las mujeres en todos los ¨¢mbitos y a todos los niveles.
Una sociedad que integra a las mujeres en todos los ¨¢mbitos de la pol¨ªtica y la econom¨ªa no solo es m¨¢s justa, sino m¨¢s pr¨®spera; su crecimiento ser¨¢ m¨¢s sostenible, a medio y largo plazo. La participaci¨®n y el liderazgo de las mujeres en la definici¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas son necesarios no solo a efectos de abordar las necesidades espec¨ªficas de las mujeres y los impactos diferenciados por g¨¦nero de la pandemia, sino tambi¨¦n porque representa un elemento indispensable para el fortalecimiento de nuestras democracias y para mejorar la resiliencia ante futuras crisis. El empoderamiento econ¨®mico de las mujeres genera empleo, salud y riqueza, para ellas y para sus familias, porque adem¨¢s las mujeres tienden a invertir m¨¢s en sus respectivos hogares. En definitiva, es necesario contar con la igualdad de g¨¦nero como eje vertebral de la recuperaci¨®n.
Para ello, necesitamos m¨¢s liderazgos feministas transformadores en las instituciones y en la sociedad civil; que pongan en marcha pol¨ªticas p¨²blicas transversales a favor de la igualdad real entre hombres y mujeres y que fomenten la concienciaci¨®n ciudadana para apoyar e impulsar acciones colectivas con ¨¦xito, conjurando el riesgo de retroceso. Las acciones institucionales son mucho menos eficaces si no van acompa?adas por un cambio desde abajo, si no se complementan con un convencimiento extendido entre una poblaci¨®n concienciada. Algo que hemos visto con retos como el de la lucha contra el cambio clim¨¢tico: ha sido con la implicaci¨®n ciudadana ¡ªcon menci¨®n especial de las capas m¨¢s j¨®venes de la poblaci¨®n¡ª cuando la causa ecologista ha tomado un impulso verdaderamente transformador en los poderes p¨²blicos y en la empresa privada.
La lucha feminista ha avanzado a este respecto en los ¨²ltimos a?os, pero no lo suficiente. De ah¨ª que, de forma cada vez m¨¢s masiva, nos ech¨¢ramos a la calle a reclamar nuestros derechos y una igualdad efectiva y real. Con especial simbolismo en las marchas multitudinarias de cada 8 de marzo, D¨ªa Internacional de las Mujeres, en Madrid, M¨¦xico o Buenos Aires, pero tambi¨¦n en otras ciudades del mundo, desde Yakarta hasta Londres o Rabat.
Ahora, la pandemia amenaza con desencadenar una involuci¨®n que castigar¨¢, no lo duden, a millones de mujeres en todo el mundo. Para evitarlo, lancemos desde el Foro Generaci¨®n Igualdad, que convocan ONU Mujeres, M¨¦xico y Francia y cuyo primer encuentro tendr¨¢ lugar a fines de marzo en Ciudad de M¨¦xico, un llamamiento a toda la ciudadan¨ªa que comparte esta causa para transformar la realidad de millones de mujeres y ni?as. Una causa que nos interpela a todas y todos ¡ªen Iberoam¨¦rica y en cualquier otra regi¨®n, en las instituciones y en las calles¡ª, porque el feminismo es una bandera de toda la sociedad.
Arancha Gonz¨¢lez Laya es ministra de Exteriores, UE y Cooperaci¨®n de Espa?a; Rebeca Grynspan es secretaria general de la Secretar¨ªa General Iberoamericana; Epsy Campbell es vicepresidenta de Costa Rica; Marta Luc¨ªa Ram¨ªrez es vicepresidenta de Colombia; firman tambi¨¦n Isabel de Saint Malo, exvicepresidenta de Panam¨¢; Patricia Mercado, senadora mexicana y Carmen Ar¨ªstegui, periodista y escritora mexicana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.