Madrid talla XXS
La ciudad est¨¢ a medio hacer porque a¨²n cualquier cosa es posible, a¨²n espera lo inesperado
Madrid es esa ciudad que estar¨¢ siempre a medio hacer. Sin acabar del todo, la promesa que hacemos en plena borrachera, un proyecto indefinido como esa chavala que acaba de cruzar el sem¨¢foro en rojo con pinta de saber a d¨®nde va aunque no tenga ni idea, una quincea?era que ya no es una ni?a porque las de quince ya no son ni?as ni mucho menos y mucho menos las de quince de Madrid.
Le gusta experimentar un poco a lo loco a Madrid, las teenagers no tienen filt...
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Madrid es esa ciudad que estar¨¢ siempre a medio hacer. Sin acabar del todo, la promesa que hacemos en plena borrachera, un proyecto indefinido como esa chavala que acaba de cruzar el sem¨¢foro en rojo con pinta de saber a d¨®nde va aunque no tenga ni idea, una quincea?era que ya no es una ni?a porque las de quince ya no son ni?as ni mucho menos y mucho menos las de quince de Madrid.
Le gusta experimentar un poco a lo loco a Madrid, las teenagers no tienen filtro y cuando se pone a inventar no hay quien la pare. Construye cosas muy raras y luego se las olvida donde menos te lo esperas: restos de Barbies y piezas de Lego descomunales en las rotondas absurdas de las carreteras, pirul¨ªs car¨ªsimos, ruinas de ciencia ficci¨®n, torres al bies en la Plaza de Castilla, ese trastero de Madrid donde acaban los regalos imposibles y la ropa de la talla equivocada. O a veces lo deja todo sin acabar, a posta, durante lustros: catedrales de peli de Wes Anderson, centros comerciales desiertos, con eco, descampados milenarios, hond¨ªsimos, prec¨¢mbricos, lugares en siesta perpetua, de pereza el¨¢stica de adolescentes tirados en las praderas al sol de San Isidro.
Madrid est¨¢ a medio hacer, s¨ª, y a medio arreglar porque las teenagers ya sabemos lo que tardan. Zanjas, cimientos, excavadoras Caterpillar correteando por ah¨ª, las mil gr¨²as del futuro Bernab¨¦u cruzando el firmamento con operarios caminando a cielo abierto a cincuenta metros del suelo. Y los t¨²neles. Pero a d¨®nde va toda esa tierra que sacan de los t¨²neles, qu¨¦ hacen con ella, a d¨®nde habr¨¢n ido a parar los detritos del Vicente Calder¨®n y de la Plaza de Espa?a, d¨®nde demonios acaba todo eso que se le ha quedado peque?o a la ni?a y no sabe d¨®nde tirar.
Madrid est¨¢ a medio hacer, s¨ª, pero como la chavala es m¨¢s lista que nadie lo que tiene m¨¢s bonito lo deja bien a la vista cada d¨ªa, en los escaparates de tangas y de perfumer¨ªas y de vaqueros push-up y de zapater¨ªas. Ay las zapater¨ªas de Madrid, hay m¨¢s que en Mallorca, que ya es decir.
Y lo que tiene sin decidir a¨²n, lo que todav¨ªa est¨¢ crudo o le da perez¨®n, lo deja sin hacer, sin tocar, asilvestrado. Ah¨ª est¨¢n los cientos de solares enormes, desiertos, terrenos v¨ªrgenes donde crecen aut¨¦nticas selvas cercadas con alambre feo, especies protegidas entre palacios renacentistas a punto del desplome, ah¨ª est¨¢n esas zonas enigm¨¢ticas como las isletas de vegetaci¨®n en medio de la M¡¤30 o en mitad de la Castellana, bosques espesos y ed¨¦nicos a donde no podemos llegar de ninguna manera y que solo podemos mirar de paso y de prisa.
A¨²n no se parece a nadie, no quiere parecerse a nadie, y no tiene ni idea de qu¨¦ quiere ser de mayor, Madrid. Todav¨ªa se cae a veces de los patines y se pone mercromina en las rodillas peladas del mismo rabioso amarillo que el poliuretano en las fachadas peladas por la Plaza del Carmen, por Bravo Murillo, por Carabanchel.
Todo el mundo la llama por su nombre a Madrid, la t¨ªa, cuando sale. Es simp¨¢tica, habla a voces y le gusta pisar fuerte las duras aceras de la Gran V¨ªa, se mete en el tr¨¢fico y en el jaleo y en medio del ruido pero por eso mismo es desordenada y lo deja todo por en medio como los miles de coches con los que no sabe qu¨¦ hacer a las ocho de la ma?ana, ni a las cinco, ni a las diez.
Madrid a veces se pone melanc¨®lica, as¨ª son los adolescentes, crepuscular y algo tristona como el sol derrumb¨¢ndose sin remedio al final de la calle Arenal, a esa hora en que se mira con horror en el espejo los rascacielos que crecieron donde menos se esperaba, marcas de acn¨¦ que no se ir¨¢n ni a tiros. Luego se le pasa con la bolsa de chuches del chino.
As¨ª que est¨¢ a medio hacer, la ni?a, en pleno estir¨®n. Pero no la tomes por tonta porque no lo es, no le vendas la moto porque no te cree, no la enga?es ni uses delante de ella palabras como Libertad porque se le va a atragantar la palmera de chocolate y se te va a re¨ªr en toda la cara.
Madrid est¨¢ a medio hacer porque a¨²n cualquier cosa es posible, a¨²n espera lo inesperado, ?no es maravilloso, eso? A¨²n te espera a ti. Ll¨¢mala, no la dejes tirada. No le falles.
Esther Garc¨ªa LLovet es escritora. Autora, entre otras obras, de S¨¢nchez y C¨®mo dej¨¦ de escribir. Su ¨²ltima novela es Gordo de feria (Anagrama).