Bombardeada
En Gaza no hay normalidad. Civiles desahuciados necesitan protecci¨®n. Necesitan que, ahondando en los ¨²ltimos vetos del Gobierno de S¨¢nchez, nuestro pa¨ªs cese de vender armas a Israel
Israel es el campe¨®n de las vacunaciones. A 12 de mayo, hab¨ªan logrado, seg¨²n Our World in Data, administrar una dosis al 60% de la poblaci¨®n y el 56,2% de la poblaci¨®n ya estaba completamente vacunada. En inmunidad y seguridad aeroportuaria, Israel nos da sopas con honda, expresi¨®n que alude a la pericia de David para descalabrar a Goliat. De su seguridad aeroportuaria s¨¦ por mi padre y por una amiga. Al primero, que en 1992 fue a visitar los territorios ocupados como cargo p¨²blico de Izquierda Unida, lo retuvieron 72 horas oblig¨¢ndole a vestirse y desnudarse continuamente. Vaciaron su tubo de pasta de dientes por si escond¨ªa explosivos. A los funcionarios les dio igual que fuese concejal y al Gobierno de Espa?a tampoco le import¨®. Debieron de pensar que se lo hab¨ªan buscado por ir a comprobar sobre el terreno las condiciones terribles en las que se vive en Gaza y Cisjordania. Es como cuando te violan y eres t¨² la culpable por estar borrachita. A mi amiga, que iba a dar un curso en el Cervantes de Tel Aviv, le estropearon sus bol¨ªgrafos ¨Dlos bol¨ªgrafos son armas mortales en sentido figurado y recto¨D y la sometieron a un interrogatorio sobre Pragm¨¢tica, una disciplina pol¨ªticamente subversiva: estudia los actos de habla en ¡°contexto¡± atendiendo a una perspectiva cultural e intercultural. Israel no est¨¢ para interculturalidades; lo relata Ana?s Barbeau-Lavalette en su pel¨ªcula Inshallah (2012): la relaci¨®n entre una doctora voluntaria canadiense, una mujer palestina y una militar israel¨ª no acaba bien.
En Israel casi han vuelto a la normalidad gracias a su medalla de oro vacunal y a no tener que sortear un mill¨®n de d¨®lares entre sus individuos vacunados, como sucede en Ohio ¨Dd¨ªganme, por favor, que es fake¨D. Juan Carlos Sanz narra esa normalidad en El Pa¨ªs Semanal: levantar pesas en el gimnasio, bailar, rezar al pie del Muro de las Lamentaciones, jugar en la playa, acudir a la ¨®pera o a un partido del Maccabi. Olga y Nathan muestran su pase de vacunaci¨®n en el m¨®vil. Regresa la normalidad y con ella los bombardeos a Gaza. Pienso, sin filtro sat¨ªrico, que Israel tiene patente de corso y que, si otro pa¨ªs ejerciese la violencia como la ejercen sus Fuerzas de Defensa, con tal falta de proporcionalidad y mesura, la condena de la comunidad internacional ser¨ªa un¨¢nime. La lectura de Palestina: el hilo de la memoria, de Teresa Aranguren ahonda en los or¨ªgenes de un conflicto que ya no se puede llamar as¨ª: es una masacre.
Entre la poblaci¨®n israel¨ª, pese a los ataques de Ham¨¢s, pese a sus propios muertos, hay dem¨®cratas, ni antisemitas ni traidores, que expresan su rechazo frente a las actuaciones militares de un Gobierno que prioriza los intereses econ¨®micos de las colonias ultraortodoxas frente a la supervivencia y los derechos del pueblo palestino tambi¨¦n vulnerados durante el proceso de vacunaci¨®n: Israel bloque¨® el paso de vacunas enviadas a Gaza. Quiz¨¢ infectarse de covid no preocupe mucho a Najwa Skeikh-Ahmad, mujer de Gaza, bombardeada, que declara para BBC: ¡°En cualquier momento tu casa se puede convertir en tu tumba¡±. En Gaza no hay normalidad: Loujan, de 11 a?os, no puede dormir y protege a sus hermanas peque?as para que no sepan lo que ocurre, seg¨²n cuenta la madre, Rawan Katari. Civiles desahuciados necesitan protecci¨®n. Necesitan que, ahondando en los ¨²ltimos vetos del Gobierno de S¨¢nchez, nuestro pa¨ªs cese de vender armas a Israel. Inshallah.
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