El elocuente silencio del exministro de Sanidad de Brasil
El general Eduardo Pazuello se ha negado a declarar frente a la comisi¨®n parlamentaria que determinar¨¢ las responsabilidades de Bolsonaro durante la pandemia
Nada m¨¢s humillante para un militar en activo y m¨¢s para un general tres estrellas como Eduardo Pazuello, exministro de Sanidad, que revelar miedo y cobard¨ªa. Y lo peor es que ese miedo puede acabar salpicando la imagen positiva de la que hasta ahora ha gozado el Ej¨¦rcito de Brasil. Ver a un general como Pazuello incapaz de afrontar una Comisi¨®n Parlamentaria de Investigaci¨®n (CPI), creada para determinar las responsabilidades del presidente Jair Bolsonaro durante la pandemia, tiene que humillar hasta a los simples soldados que deben sentirse desconcertados.
Ya poco importa lo que diga o calle el general y exministro. Su comportamiento de miedo, que lo llev¨® a refugiarse en un habeas corpus preventivo en el Supremo para permanecer mudo ante las preguntas de los senadores, ya es una confesi¨®n de culpa.
Si Pazuello, como ya hab¨ªa confesado, se limit¨® a cumplir ¨®rdenes del presidente Bolsonaro, considerado en ese momento como su superior jer¨¢rquico, bastaba pedir la dimisi¨®n y volver al Ej¨¦rcito, como hicieron los ministros anteriores. Achacar la actitud del general al hecho de su car¨¢cter dif¨ªcil suena a extra?o en quien deber¨ªa dar ejemplo no solo de que no teme la verdad, sino tambi¨¦n de quien tiene el orgullo de aceptar que se ha equivocado.
No sabemos a¨²n c¨®mo acabar¨¢ la novela del general que pidi¨® permanecer mudo en el Senado o si terminar¨¢ llevando escrita en la frente su actitud de miedo, la mayor deshonra para un militar y m¨¢s de su categor¨ªa.
El general hoy atrapado en su narrativa nebulosa de comportamiento tendr¨ªa solo una forma de rescatar su dignidad hoy humillada. Ser¨ªa, al llegar al Senado, aceptar todas las preguntas que puedan hacerle respondiendo con lealtad militar, aunque ello sea a costas de tener que revelar verdades durante su periodo de ministro de Sanidad, que correspondi¨® al mayor n¨²mero de muertos de la covid-19, aunque puedan comprometer gravemente la imagen del presidente. Una imagen ya m¨¢s que desgastada de un jefe de Estado que acaba de ser visto internacionalmente como uno de los que peor gestion¨® la pandemia entre los 14 l¨ªderes pol¨ªticos m¨¢s importantes del mundo.
Bolsonaro y su procesi¨®n de seguidores fan¨¢ticos pasar¨¢n y Brasil recuperar¨¢ su normalidad democr¨¢tica despu¨¦s del par¨¦ntesis tenebroso al que le arrastr¨® un capit¨¢n frustrado del Ej¨¦rcito. Saldr¨¢ de escena como apuntan los ¨²ltimos sondeos, mientras la instituci¨®n de las Fuerzas Armadas seguir¨¢ siendo vital en la defensa de los valores democr¨¢ticos y de la Constituci¨®n, como lo ha sido en los ¨²ltimos 20 a?os con gobiernos de diferentes colores pol¨ªticos.
Brasil solo puede desear que sea la jerarqu¨ªa del Ej¨¦rcito la que ayude a su general hoy en entredicho a demostrar que el miedo no existe en el diccionario militar. De ah¨ª que la responsabilidad de un desastre o de una conducta dictada por el miedo del general en la CPI pueda acabar da?ando gravemente la credibilidad del Ej¨¦rcito. El resultado final de la posici¨®n del exministro en su convocaci¨®n a la CPI podr¨¢ tener consecuencias inesperadas para el futuro de este pa¨ªs, hoy visto como un fracaso mundial de Gobierno. A 18 meses de las elecciones presidenciales, la prensa mundial sigue atenta y preocupada con el resultado de los comicios y con miedo de que el bolsonarismo destructivo pueda continuar en el poder, lo que acarrear¨ªa problemas no solo en el escenario ya turbulento de Am¨¦rica Latina, sino del mundo. Brasil es visto en efecto como un elemento clave no solo en la econom¨ªa como potencia mundial, sino en el escenario que se perge?a de descr¨¦dito de la democracia con el crecimiento de los movimientos negacionistas y nazifascistas en los cinco continentes.
Brasil, y concretamente la CPI de la pandemia, podr¨ªa conducir a la salida de Bolsonaro del Gobierno, lo que revolucionar¨ªa las elecciones del a?o pr¨®ximo. Brasil vive momentos dif¨ªciles que podr¨ªan tener repercusiones negativas para varias generaciones. Las guerras tradicionales se sabe como inician, pero no como acaban. As¨ª sucede con las crisis pol¨ªticas. Y no es ning¨²n secreto que en Brasil, gobernado hoy por un presidente considerado el peor y m¨¢s imprevisible de su historia, la responsabilidad del Ej¨¦rcito es crucial, ya que de su apoyo o no al capit¨¢n con vocaci¨®n de dictador podr¨¢ depender el futuro de este pa¨ªs.
Ni vale la excusa para los militares del miedo al comunismo, ya que hoy cualquier ciudadano m¨ªnimamente informado sabe que ni el PT ni Lula representaron ni representan hoy al comunismo. Basta recordar las buenas relaciones de Lula en sus dos gobiernos con el mundo empresarial y los bancos, que nunca ganaron tanto como con ¨¦l. Sin contar sus relaciones estrechas con los partidos conservadores y de derechas que llegaron a preocupar al grupo m¨¢s progresista y sindicalista del partido.
El Ejercito brasile?o se encuentra en una encrucijada hist¨®rica de la que depende su credibilidad. Su comportamiento ante la tan esperada conducta del general Pazuello en la CPI podr¨¢ arrastrar a las Fuerzas Armadas a una grave crisis en el ya oscuro panorama pol¨ªtico y econ¨®mico de este pa¨ªs.
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